Con
motivo del centenario de la independencia del Perú celebrado el 28 de julio de
1921 arribaron a Lima delegaciones de 29 países, incluidos Argentina, Colombia
y España. No lo hicieron chilenos y venezolanos, precisamente los protagonistas
más destacados de la independencia del Perú y la batalla de Ayacucho,
respectivamente (comprensible entonces, lamentable hoy). Para destacar la
efeméride se erigieron los conocidos monumentos ecuestres a San Martín en Pisco
y Lima, se emitieron estampillas, se restableció la Orden del Sol y se creó una medalla alusiva a la fecha,
aparte de declararla día feriado en las ciudades del norte de Lima y el departamento
de San Martín. También el Perú regaló los espacios para la construcción a su
costa de los edificios de las legaciones diplomáticas de España, Argentina y
Brasil, colocando sus primeras piedras. Recíprocamente, algunos países también
otorgaron al Perú (vale decir a Lima) muchos regalos de valor cívico como el
estadio de Santa Beatriz, el museo bolivariano de la Magdalena Vieja, el
monumento a Manco Cápac en La Victoria, una fuente en el Parque de la
Exposición, etcétera.
Para
la celebración del centenario de la batalla de Ayacucho que ocurrió el 9 de
diciembre de 1924, arribaron las
delegaciones de 30 países, incluida Venezuela, pero no Chile. Se inauguraron en
Lima los monumentos a Petit Thouars y a Sucre,
el Palacio Arzobispal, la avenida del Progreso, el Hospital Arzobispo
Loayza, el Museo Arqueológico de Pueblo Libre, el Panteón de los Próceres en el
Parque Universitario, etc., sumado a ellos un conjunto numeroso de actividades
culturales y sociales como ocurrió también en el centenario de la independencia
nacional, aun cuando con más pompa (Ver “Historia
de la República del Perú” de Basadre, 2005, Tomo 14: 67 y 101). El departamento de Ayacucho fue también agraciado sustantivamente con la
construcción de la carretera Mejorada-Ayacucho. Aún más, su ciudad capital con
la construcción del mercado de Santa Clara, la apertura de la Av. Centenario y
la réplica del monumento limeño a Sucre colocada en la plaza de Armas de la
ciudad de Ayacucho en lugar de la pileta colonial del célebre “Pascualito”
trasladada a la plaza de Santa Teresa. Se promulgó ─ya en agosto de 1935─ la
ley N° 8116 que mandaba erigir obras de infraestructura en Quinua que, como
sabemos, fue el escenario casual de la gran batalla que consolidó la
independencia del Perú y que en 1897 había sido objeto de un premio con la
erección del Monumento a la Libertad mandada levantar por el prefecto Pedro
Portillo, acatando un mandato del Libertador Simón Bolívar que sus predecesores
no habían podido cumplirlo. Gracias a la citada ley se dotó a Quinua de agua
potable, dos escuelas, alumbrado público, locales para el municipio y la
gobernación, se restauraron la casa de la capitulación y la iglesia, y se colocó
un obelisco en la plaza del pueblo. La
ciudad de Ayacucho, con análogo motivo y aprovechando la efeméride celebratoria
de la fundación del cuarto centenario de su fundación española, fue premiada
con la ley N° 9702 que obligó a construir una serie de obras de infraestructura
como agua y desagüe, nuevo hospital, locales para la prefectura, correo,
registros públicos, estadio Leoncio Prado, colegios Mariscal Cáceres y las
Mercedes, y otras como la cárcel departamental y el Hotel de Turistas; esta
última que se concluyó mucho tiempo después y vendida por el gobierno de
Fujimori a la Derrama Magisterial, etc. (Ver “La Revolución de los Morochucos y la Batalla de Ayacucho: Errores y
Silencios” de Max Aguirre, 2017: 261). Desde la perspectiva turística, la
obra más relevante fue la erección de la copia exacta del monumento del
mariscal José Antonio de Sucre ubicado en el Parque de la Reserva de Lima, en
la plaza de armas de la capital departamental.
Para
prever la celebración del sesquicentenario de la batalla de Ayacucho, se
promulgó en enero de 1946 la ley N° 10367, por la que se declaró el 9 de
diciembre como Día de la Libertad Sudamericana; y por la ley N° 14733 de
noviembre de 1963: como el Día de la Libertad y la Confraternidad Americana y
convertido en fiesta nacional. Por esta última ley, se ordenó asimismo
construir a través de una Comisión Internacional un conjunto de obras para las
ciudades de Ayacucho, Huanta y Quinua, destinado a promover el desarrollo
regional, para lo cual se destinó ingentes recursos dinerarios, los cuales
nunca alcanzaron a beneficiar en lo mínimo a los auténticos protagonistas de la
revolución independentista del Perú como las provincias de Vilcashuaman, Fajardo,
Cangallo y sus morochucos, quienes sacrificaron por la patria las vidas de
miles de sus habitantes, experimentaron la destrucción total de sus pueblos y perdieron
sus pocos recursos económicos, hechos que han dejado hasta hoy sus estigmas de
pobreza extrema. Entre estas obras destacan la gran carretera asfaltada de los
Libertadores Pisco-Ayacucho, el estadio Ciudad de Cumaná de Ayacucho, el
Coliseo Ciudad de Caracas, la remodelación de calles y plazuelas, la red de
agua y desagüe, y otras menores que nos abstenemos de enumerarlas. Lima, asimismo,
fue en la práctica otra de las más beneficiadas, pues, se levantó en ella, el
Monumento a los Próceres y se editó la importantísima Colección Documental de
la Independencia del Perú, aparte de otras como la realización del V Congreso
de Historia de América y el Complejo Cultural Simón Bolívar. Huanta fue
beneficiada por otras tantas obras de infraestructura habiendo sido tenaz
adversaria de la independencia, e igualmente Quinua que mereció la construcción de la carretera que la unió
con Ayacucho, además de un centro artesanal de buena factura y el monumento a
Bolívar que al parecer nunca se levantó, y a los que se sumó el bello obelisco piramidal
dedicado a “Los Vencedores de Ayacucho”, diseñado por el arquitecto español
Aurelio Arias que remplazó al viejo y poco estético ─aunque significativo─ Monumento
a la Libertad erigido por el citado prefecto Portillo. (Si no estamos equivocados, posteriormente se
añadió como parte del santuario histórico de la pampa de Quinua, el
contrastante monumento ecuestre de José Antonio de Sucre, contiguo al obelisco).
Empero, el gallardo concurso de la provincia de Cangallo nunca fue valorado
pese a que se sabía ─a través del testimonio de José Hipólito Herrera y una
expresa ley dada por la Constituyente de 1828─ que ella fue la protagonista de
la primera jura de la independencia del Perú y la que ayudó heroicamente a dar
el puntillazo final al poder colonial en América. Por ello, tal conducta de las
pasadas comisiones será recordada como expresión aciaga de ingratitud de la
nación y el Estado peruanos, testimoniada por la ridícula placa de bronce mandada
colocar por la Comisión Nacional del Sesquicentenario en el pedestal del busto
de Basilio Auqui trasladado de la plaza mayor de la ciudad a la avenida del
mismo nombre, inscribiendo, orondos de irresponsabilidad, datos históricos
falsos como: “Heroico Pueblo de Cangallo:
Inmolado por la Independencia en mayo de 1821” o “La Nación a Basilio Auqui. Heroico Morochuco de Cangallo. Sacrificado
con su familia el 22 de julio de 1822” (Aguirre, id: 261 y 262. Para datos
complementarios, ver en Internet, del mismo autor, su blog “En busca del tiempo
perdido”, especialmente el artículo titulado: “Cangallo: Víctima de la
ingratitud del Estado peruano”).
Como
en este corto espacio no podemos escribir todo lo que debiera decirse
decentemente, nos limitamos a transcribir como colofón la noticia de la pre-formación
de una Comisión Cívica Provincial pro festejos del Bicentenario de la Independencia
Nacional y la Batalla de Ayacucho, pero, fundamentalmente, pro reivindicación
de sus derechos conculcados desde 1924. La Comisión está conformada inicialmente por un conjunto de
ciudadanos preocupados por el porvenir de la provincia de Cangallo azotada por
las lacras del subdesarrollo económico y social, expresadas en extrema pobreza,
inculturación, migración suicida, educación sin calidad, y fundamentalmente en
la corrupción de muchas de sus autoridades y la impunidad de la que gozan.
Nuestro
propósito inicial es el consolidar una comisión ad hoc con la participación de delegados de los seis distritos de
la provincia de Cangallo, algunos de Vilcashuamán, más el de Hualla de la
provincia de Fajardo. Para el cual hemos acordado que dicha reunión debe
celebrarse el próximo día martes 24 de abril del presente año de 2018 en el
local del restaurant “Macro” de la ciudad de Cangallo.
Está
demás decir que la motivación principal de nuestro propósito ha sido generada
por la constatación (una vez más) de la EXCLUSIÓN ANTIHISTÓRICA, INGRATA E
INJUSTA de la provincia de Cangallo de las comisiones oficiales que, a nivel
nacional, se han gestado y se nominarán para celebrar el bicentenario de la dos
efemérides citadas, siendo, como sugerimos, una de las protagonistas supremas.
Exclusión antihistórica, ingrata e injusta que delata que el Estado peruano
todavía no ha internalizado los valores de la gratitud y la justicia a la gran obra histórica de nuestra provincia
que fue dirigida a liberar al Perú invadido y expoliado por las fuerzas
españolas, a través de una revolución sostenida y heroica de más de CATORCE
AÑOS. ¿Alguien puede escatimar los esfuerzos de la justa causa que persiguieron
los cangallinos? ¿Por qué se les excluyó de los beneficios otorgados con motivo
del centenario y el sesquicentenario de ambas gestas de nuestra independencia?
¿Es posible el merecimiento de por lo menos una excusa fundamentada?. Hasta
tanto: no nos cansaremos en seguir demostrando documentalmente que Cangallo y
sus Morochucos organizaron toda una Revolución independentista, tan digna,
sostenida y letal como tantos que la historia hispanoamericana registra, y que,
sin ella, la independencia peruana hubiese sufrido fiascos dolorosos como el postergar
nuestra liberación hasta las calendas griegas. Al proceso lo hemos denominado
con justicia LA REVOLUCIÓN DE LOS MOROCHUCOS, componente con igual importancia
que las Revoluciones de Huánuco, Lima, Cuzco, Tacna, y otros ciclos
independentistas ocurridos en Hispanoamérica. El lector comprenderá a través de
las últimas investigaciones históricas que su expreso silenciamiento en el
contexto de la llamada por nosotros “La Maldición de Carratalá” ha sido vergonzante
y que la historiografía nacional hispanófila tendrá que verse obligada a revisar
su conducta cognoscitiva para valorarla con justicia y finalmente otorgarla el
certificado de la suprema misión de la ciencia histórica, el de la verdad.
Los
objetivos que perseguirá esta Comisión precursora, serán:
a) Conformar
y formalizar legalmente la Comisión Cívica a proponerse pronto.
b) Obtener
el nombramiento de sus componentes a través de una Resolución de los gobiernos
local y/o regional, para legitimar sus acciones cívicas.
c) Gestionar
la incorporación de por lo menos un delegado a las Comisiones oficiales de
celebración de las dos efemérides.
d) Gestionar
la no exclusión de nuestra provincia y sus pueblos en el disfrute de los
programas de desarrollo y realización de obras conmemorativas como la
construcción del Monumento a la Libertad en la plaza de Cangallo y el
cumplimiento de la ley N°24995 que manda la construcción de la carretera
pavimentada entre Ica - Huancasancos - Huancapi y Cangallo, que todavía sigue
vigente, pese a su antigüedad.
e) Difundir
los nuevos logros de la investigación científica en los ámbitos historiográficos
de la independencia nacional y regional, y que otorgarán fundamento y
legitimidad ética a nuestros reclamos.
Invitamos
a los cangallinos a formular ideas complementarias a los objetivos propuestos y
a contribuir en las gestiones de incorporación a las Comisiones nacionales y
regionales oficiales. Tienen la palabra también nuestras instituciones
tutelares como ACUPC (Asociación Centro Unión Provincia Cangallo), FIREPC (Federación de
Instituciones Regionales de la Provincia de Cangallo y FEDIPA (Federación de
Instituciones Provinciales de Ayacucho) y el mismo Club Departamental Ayacucho (CDA) presidido por un distinguido
cangallino.
Max Aguirre Cárdenas.
Cangallo,
18 de abril de 2018.
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