EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
CUÁNDO Y CÓMO HABRÍA NACIDO EL HOGAR HISTÓRICO
DE LOS CANGALLINOS DE LA CAPITAL PROVINCIAL. LAS PRIMERAS FAMILIAS DE LA ÉPOCA REPUBLICANA
QUE LA HABITARON. NOTAS PRELIMINARES.
(A los mecenas de la cultura cangallina: el
educador Domingo Huaytalla e Ing. Jesús O. Quispe. A mis coterráneos, este
regalo por fiestas patrias).
Hoy, 28 de julio de
2018, en que el Perú celebra un aniversario simbólico, el de la declaratoria de
su independencia que fue anunciada con la jura de Cangallo el 7 de octubre de
1814 y afirmada con la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, salí de
casa deseoso de ver a los niños cangallinos vitoreando a la Patria, y haciendo
flamear la bandera nacional y el blasón cangallino con la devoción y la alegría
de mil canarios. Pero, al parecer, estos últimos años, todo ha conspirado a su
realce: desde las autoridades política, edil y educativa que han mostrado punible
indiferencia, hasta el poco vigor de los parroquianos de esta ciudad-capital, antaño
amantes perseverantes de la Patria, excepción hecha, este año, del ciudadano Carlos
Hinostroza que, a título de “cargonte de Fiestas Patrias o de la previa de la
fiesta patronal de Cangallo”, y con el apoyo de la dinámica familia Aronés, regaló
a la rala vecindad una corrida de toros a la vieja usanza, en la vieja plaza de
Luz Pampa que sirvió nuevamente de coso, y el 29 una tarde de diversiones
acuáticas en el escenario inefable del río Pampas. Mientras que ayer 27 de
julio, en otros pueblos de la región y el país, los jóvenes desfilaron con la
bicolor a media asta y el crespón de luto prendido como un escapulario,
simbolizando la agonía de la Patria en el lodazal de una piara de cerdos de la
corrupción, aquí en Cangallo, la indolencia reinaba a trasluz y sólo el astro
rey doraba la tarde reclamando humedades de lúpulo. Únicamente una institución
educativa recordó, a través de un modestísimo y solitario desfile matutino del 27 de julio, que el 28
era el onomástico de nuestra amada Patria. Anteanoche, en la antevíspera, la
luna había derramado, tenebrosa, lágrimas de sangre, como haciéndonos recordar
que el peligro se abatía sobre nuestra patria, ya que la corrupción había
mostrado sus crecidos colmillos de bestia prehistórica y algunos de sus magistrados
vivaban sin ruborizarse el secuestro canallesco de la justicia, la probidad y
la decencia.
Urgido por una rara desazón
espiritual, desde que supe que los corruptos del Poder Judicial y del
Parlamento habían convertido a la Patria en un gigantesco retrete, una pregunta emergió con dolor desde los
sótanos de mi alma, como si de pronto el vientre se me hubiera hinchado de
gases malolientes y me invitase a huir rechoncho de vergüenza para tronarlos
discretamente en algún rincón inviolado: ¿Y por qué esa raza de gallardos y
heroicos cangallinos, que antes, con motivo de la Revolución de los Morochucos,
había hecho sollozar a los gachupines de pelo en pecho y corazas de infamia,
ahora no era capaz de practicar una cirugía social extirpando a los yanacones
del Poder Judicial que quieren robarnos la Patria y su hija hermosa, la
justicia, para prostituirlas? El interrogante, me llevó a su vez a indagar por la identidad social de
nuestros ascendientes que libraron duras luchas con el diabólico río Macro por
convertir la antigua Qochqawayqo (presunto alias despectivo del asiento
cangallino: pedregoso, áspero y espinoso), en la próspera sucursal del paraíso
al decir de José Ruiz Fowler, primero como una aldea, luego como un pueblo, una
villa y finalmente una ciudad. ¿Quiénes fueron esos valientes tatarabuelos que
hicieron de un lugar arisco y escabroso en la otrora feliz tierra prometida de
nuestros padres y abuelos: la Entre Ríos o la Mesopotamia cangallina de hace casi
dos centurias, recuperada de las atrocidades de Ricafort y Carratalá, pero hoy
a punto de ser canibalizada nuevamente por sus enemigos y sus obtusas
autoridades afectadas de cacosmia (es decir, adictas a embotellar en frascos de
perfume las ventosidades del demonio y a gozar con los olores ácidos de la
basura descompuesta, aun cuando ellas no existan físicamente).
No sabemos
exactamente cuándo surgió Cangallo como pueblecillo de única y angosta
callecita, llamada Cuchuncalle, anexa a lo que hoy son las huertas de los Prado,
los Aguirre, los Obregón y los Aronés, entre otros (a orillas del riachuelo La
Tenería), y las vegas bien cuidadas de
los Hinostroza en la calleja abierta más tarde que hoy se llama Tupac Amaru.
Tampoco sabemos quiénes fueron sus primeros vecinos. Cangallo era, en sus
inicios formativos y seguramente en las etapas posteriores de su evolución
social: la del desarrollo regional warpa, la imperial wari, la del estado
regional chanca y la imperial incaica, apenas un salpicado de chozas con
características constructivas distintivas según sus inquilinos de turno,
habitadas antes de la llegada de los españoles por un pequeño manojo de descendientes
chancas distribuidos en dos ayllus llamados Qollana Cucho y Qollana.
Probablemente, desde la época formativa, convivían con otros ayllus que tenían algunas heredades en la margen derecha
del Macro, llamada hoy Huertapata. Más tarde habrían llegado los Hanan
Chillq´es desde Paruro (Cuzco) y los Pabres o Papres como mitmas incas de
privilegio, asimismo del Cuzco, para cumplir funciones de control social. El
resto del área era pues un delta pedregoso en donde el indómito río Macro hacía
de las suyas en cada período estival. Probablemente en distintos momentos de la
época preincaica e incaica llegaron mitmas waris y pequeños ayllus itinerantes
como los Pillaca, Wamani, Arones, Chauqa, Pullo, Kuya, Chilq´es, Qosqos, etc. y
se ubicaron en los pisos y planicies circundantes al delta (Huertapata, Qochaorqo,
Tumbay, Ayaorqo, Mollepampa, Chauchura, Yuraqyaku, Cangallupata, Wawapuquio, Qochapata,
Erwaqa, Matero, Putica, Qanqalla, Wankarukma, etc). En los inicios de la época
colonial, lo hicieron los Ataupillu, que fueron reducidos en Putica por orden
del virrey Toledo, y otros grupos pequeños como los anotados líneas antes que
genéricamente fueron llamados “mitmakunas” y que, con el tiempo, sus
identidades étnicas se convirtieron muchos en apellidos familiares. Los más
conocidos eran: Wallanqa, Qoseqawa, Qasani, Qawana, Mucha, Wamaqto, Yukra,
Apaiko, Aroni, Pullo, Cuya, etc., que, con la llegada de los españoles al valle,
se mestizaron prontamente en distintos grados biológicos. Recordemos que, en la
época colonial, el pueblo de Cangallo se había convertido en residencia de
corregidores y de algunos miembros de la aristocracia huamanguina, habiendo
sido la cuna de cuatro hijos de uno de los marqueses de Feria (José Manuel de
la Vega Cruzat) y la de José Ignacio Sánchez de Bustamante de Vega y Cruzat
(vástago de Francisca de la Vega Cruzat, ligada al marqués de Valdelirios, y
Diego Sánchez de Bustamante, nieto del citado general de la Vega Cruzat).
Sabemos que antes de la segunda fundación de Huamanga que ocurrió en 1539, (la
primera fue en 1536 como “Villaviciosa de Huamanga”), el valle del Pampas fue
un mosaico complejo de nacionalidades cuyas identidades aún no las hemos
determinado inequívocamente (Ver mi libro “Ayacucho: Vilcashuamán y Cangallo”,
2008: 121 y sq.). Cangallo, por el contrario, no fue nunca fundada y surgió ─como
por arte de pictograma espontánea pincelada por un hacedor supremo o un
capricho de Clío la musa de la historia─ un oasis de ternura cósmica, casi igual
que Circamarca, Huancaraylla, Huancapi, Colca, Quilla, Pitagua, Hualla,
Canaria, Huambalpa, Huamanmarca, Aqomarca, Huarcas, Vischongo, Pomaqocha, salvo
Vilcashuaman que siguió un patrón establecido por los arquitectos incas y
adaptado más tarde a los patrones urbanísticos coloniales tendentes a la
cuadrícula española, a los que se agregan las haciendas de Upiray (¿Viraco?),
Huallhua, Chija, Moncua, Izarquis, Pomatambo, Huacaña, Pujas, Puyachi, Huallhua
pequeña, Muchaipata, Saurama, Yananaco, Punturco, Chumbes, La Colpa, Qaqamarca,
Pariamarca y las estancias de Vero, Ccohuas, Tomapez, Imaguay, Ocros, Qewa, Llaqolla,
etc; muchos en el piso ecológico q´eshwa y algunos otros en el nicho suni.
Inicialmente y en muchos momentos, el pueblo de Cangallo fue una especie de
pascana (entendida como una estación de descanso obligatorio que mitigaba la
fatiga provocada por las largas jornadas de viaje) o tambo desde los incas, por
donde pasaban, aparte de los viajeros, los migrantes exigidos por sus dominadores
de turno [grupos étnicos itinerantes como los Andamarcas lucaninos, que
llegaron hasta el lugar donde se refundaría Huamanga en 1540 (el actual barrio
de Santa Ana), los Challcos y Huancasayas que también habrían llegado hasta la
actual altipampa morochucana, los Soras y Caviñas que arribaron hasta Chiara, y
los Arones que, según los cuzqueños Uriel García y Alberto Gieseck, eran mitmas
waris que procedían de la lejana Caylloma (Arequipa) y habrían llegado a alguna
vecindad del pueblo de Cangallo, para más tarde establecerse en la villa].
Todos habrían hablado el aimara (quizás también el qaqi-aru o qakaru y el
pukina), y con la llegada de las etnias cuzqueñas: el runasimi, aparte, claro está, de sus lenguas particulares llamadas qawasimis. Más tarde, el pueblo de
Cangallo, habría sido con Vilcashuaman y Pomaqocha, los tambos obligados de los
grandes hacendados-mineros huamanguinos que iban a Chumbilla, como los Oré, y de los hacendados-obrajeros
de Chinchero y Cayara como el general José Manuel de la Vega Cruzat. Quedaron
registradas en la historia local cangallina: las visitas de posada del futuro
obispo huamanguino del Imperial (Valdivia - Chile), el célebre Luis Jerónimo de
Oré, en su tránsito vacacional hacia Chumbilla junto con sus hermanos; las
visitas periódicas del antiguo marqués de Feria don Gaspar Carrillo (cuando propietario
de la hacienda Chinchero); la visita del sabio Antonio Raimondi; y en nuestros
tiempos: la del consagrado escritor andahuaylino José María Arguedas, en uno de
sus periplos viajeros con su padre que fue un abogado itinerante (Para mejores
datos, ver mi libro “Ayacucho: Vilcashuaman y Cangallo, 2008: 230 a 269).
Con el advenimiento
de la República, llegaron a la ciudad de Cangallo nuevos miembros mestizos de
la burocracia estatal que se adicionaron a los descendientes dejados por el
largo coloniaje, algunos de cuyos apellidos hasta ahora subsisten en nuestra
localidad siendo casi imposible contabilizarlos e identificarlos, ya que los
libros de nacimientos, matrimonios, defunciones y testamentos se han perdido
irremediablemente. Sin embargo, contamos con dos fuentes documentales de 1826: la
primera, relativa a las familias tributantes de la ciudad de Cangallo,
suponemos no-indígenas, indultados del
pago por haber sido víctimas de los incendios de Cangallo, que, en buena
cuenta, es el único padrón cuya verdad es poco más o menos que indiscutible; la
segunda, referida a una revisita de indígenas de toda la provincia de Cangallo realizada
por Manuel Valdivia, incluida la ciudad-capital, y que tuvo por objetivo no
sólo determinar el número de sus habitantes, sino el de sus contribuyentes
indígenas. Puede decirse que legítimamente es un censo de indígenas de toda la
provincia de Cangallo, que incluye a todos sus pueblos y haciendas, y en el que
se incluye también lo relativo a los contribuyentes indígenas de la
ciudad-capital y dos aldeas indultadas también por haber sido incendiadas, como
Putica y Ocros. Estas fuentes pueden servir como notas de ayuda para dar
respuesta a preguntas como:
● ¿Cuántos habitantes tenía el distrito
o, más bien, la parroquia de Cangallo?
● ¿Cuál fue la organización social del
naciente pueblo republicano de Cangallo? ¿Replicaba la organización colonial o
exhibía ya algunas peculiaridades reflejadas por las Constituciones de 1823 y
la efímera bolivariana de 1826?
● ¿Cuántos individuos lograron supervivir
aproximadamente a la destrucción total del pueblo de Cangallo después de los
incendios genocidas del 2 de diciembre de 1820 y del 17 de diciembre de 1821 a
manos de Ricafort y Carratalá, y cuántos más a las riadas dantescas del río
Macro?, y que, como es lógico, habrían provocado periódicas migraciones importantes
a los pueblos vecinos y ciudades como Huamanga, Ica y Lima? .
● ¿Cuáles son las familias de identidad
definida y cuál fue el número total de sus miembros que supervivieron a la
Revolución de los Morochucos y concretamente a los reclutas que se enrolaron al
Ejército Unido Libertador poco antes de la batalla de Ayacucho?
● ¿Cuántas de las familias tributantes identificadas
en los padrones oficiales poco antes de 1826 (pero eximidas de la obligación en
razón a haber sido víctimas de los incendios practicados por los españoles,
tanto en Cangallo y sus haciendas y estancias), tienen descendientes en la masa
poblacional cangallina de hoy?
● ¿Qué familias habrían arribado paulatinamente
a la ciudad de Cangallo después de 1826, cuyos descendientes son considerados
ahora cangallinos?
● ¿Qué familias han emigrado y cuyos
apellidos han desaparecido totalmente del patrimonio local desde que el Perú
obtuvo su independencia política?
Tenemos conciencia de
que no podemos dar en este breve espacio todas las respuestas con la amplitud y
la densidad que ellas demandan, porque no sólo carecemos de documentos
complementarios para realizar cálculos comparativos, sino que además los
criterios y límites demarcatorios políticos han variado por las múltiples
recomposiciones territoriales; pero las que esbozamos con suprema dificultad,
podrían proporcionar por lo menos los derroteros iniciales para investigaciones
posteriores que ojalá los estudiosos de la universidades huamanguinas o
institutos locales, las emprendan con el apoyo económico del gobierno local. Es
urgente que reconstruyamos nuestra identidad cangallina para constituirse en la
piedra angular que sirva para construir el futuro que está tornándose sombrío a
causa de la decadencia que ha empezado a corroerla lentamente sin que nadie
advierta o nadie tenga la valentía de denunciarla. Y es urgente también
incorporar sus resultados en el currículo escolar y de formación magisterial,
pues, quién no conozca por lo menos el entorno de su realidad social, es un
ciego sin lazarillo condenado a tropezar y ser engullido por las fauces del
abismo de la caducidad. Las estadísticas nos están advirtiendo a gritos;
desgraciadamente la sordera y la miopía aldeana de nuestras autoridades
tutelares no la perciben.
Por ahora, veamos
solamente el tema de las familias fundadoras de la ciudadanía cangallina de la
Época Republicana que dejaron de ser súbditas del monarca español Fernando VII
que, en efecto, tiene más un valor anecdótico que estructural para los estudios
demográficos y/o socio-históricos de la sub-región, ya que trataré solamente lo
concerniente a la ciudad-capital de Cangallo, excluyendo a las demás circunscripciones de la antigua
parroquia o distrito de Cangallo reconocidas oficialmente en 1826, como las haciendas
Ccanccalla, Uriguana, Tucsin y Huallchancca, y las estancias de Pantin, Pomabamba
y Huallchancca. Las familias de las haciendas Qochapata y Saywapata que
pertenecían también a la parroquia de Cangallo, habrían sido sumadas por su
escaso número a una de las haciendas o estancias oficialmente reconocidas. Las
familias de Putica y Wankarukma, consideradas por su cercanía como
pertenecientes a la parroquia de la capital Cangallo (no siquiera a título de
anexos, pese a tener Putica buen número de habitantes, denominadas en los
padrones “almas de población”: 335 (160 hombres y 175 mujeres), fueron censadas
separadamente, y sus resultados también
presentados independientemente. La hacienda Pariamarca que incluye ahora a
tantas aldeas del Este cangallino, pertenecía a la doctrina de Vischongo. Transcribo
entonces, únicamente el listado de las familias de la ciudad-capital:
NOMBRES Y APELLIDOS
DE LOS CÓNYUGES, EDADES, ESTADO CIVIL:
Leandro Carrasco, casado
con Bernardina
Araujo.
Mariano Bellido “ Francisca
Velasco
Dionisio Muñoz “
Melchora Molina
Julián Inostroza “
Melchora Molina
Manuel Belarde “
Pascuala Gonzalez (2 hijos)
Calisto Tenorio “
María Velasco
Pascual Barbarán “ Dominga Josefa (2 hijos)
Eusebio Barbarán “ (……) Sota
Andrés Calderón “ Josefa Zúñiga
Juan Gutiérres “
Gregoria García (2 hijos)
Isidro (?) Calderón “ Cotara (?) Peralta (3 hijos)
Manuel (ileg.) “
Damiana Valencia
Luis (apellido ileg.) “ (nombre ileg.) Velasco
Melchor Garayar “
María Huallancca
Carlos Alvizuri “
Escolástica Yuyali (2 hijos)
José Alvisuri “ Andrés Esquivel
José Velasco “
Asencia Pullo
Atanacio Chávez “ Encarnación
Prado
Carlos Cuadros “
Juana Palomino
Fernando Barbarán “ (n. ileg.) Jibaja ?) (4 hijos)
José Garayar “
Petrona Díaz
Mauricio Obregón “ Alejandra
Araujo
Pedro Obregón “ Juana
Velasco
Mariano Velasco “ Jacoba Hijado
Julián Velasco “
(¿Soltero?) (ileg.)
Matías Orosco “
Ancelma Ochoa
Pedro Cusiccahua
(ileg.) “ Mauricia
Martinez
Tomás Ochoa “
Micaela Huillca
Juan Artiaga
“ Simona Yuyali
Ambrocio Artiaga “
(huérfano, sin hijos)
Martín Gonzales “
(2 hijos)
Antolin Carriño “
María Calderón (1 hijo)
Santiago Vega “
(no tiene hijos ni bienes)
Matías Vega “
(no tiene hijos ni bienes)
Jacinto Vega “ (no
tiene hijos ni bienes)
Pedro Vega “ (no
tiene hijos ni bienes)
Man… Gonzales (viudo
sin bienes)
Mario Gonzales
(solo, sin bienes)
Andrés de la Cruz (solo, sin bienes)
Enrique Artiaga
(solo, sin bienes)
Apolinario Artiaga “ (n. ileg.) Quispe
José Agüero “
Manuela Calderón (2 hijos)
José Bojorquez “
Josefa Medina (1 hijo)
Mariano Alvizuri
(solo y sin hijos)
Alfonso Prado “
Agustina Cceccaño (4 hijos, sin
bienes)
Pablo Aguirre “
Francisca Inostroza
Esteban Cárdenas (Sin bienes ni hijos)
RESUMEN:
Madres de familia: 28
Hijos menores: 16
Hijas: 20
Contribuyentes: 48
Almas de
Población 112
Como se aprecia, la
población mestiza de la ciudad de Cangallo era de 112 individuos, y los indultados
de pagar tributos a inicios de la época republicana era de 48 individuos, quienes
debían de haber abonado al fisco 144 pesos al año y 72 pesos al semestre, esto
es sin sumar su población indígena urbana, que abajo presentaremos y que con
ella alcanzaba a 358 individuos y 135 contribuyentes, cifras que, comparadas
con sus estancias y haciendas, arrojaban importantes diferencias. La hazienda
Ccanccalla (sic), según este primer documento, tenía 109 individuos y 34
contribuyentes; la estancia Hualchancca: 91 y 27 respectivamente; la hazienda
Uriguana: 89 y 23; la hazienda Tucsin: 27 y 7; la hazienda Hualchanca: 50 y 14;
Putica: 335 y 115 (160 hombres y 175 mujeres), Guancarucma: 200; Pomabamba 323;
haciendo un total general para la doctrina de Cangallo, de 1104 personas: 556
hombres y 548 mujeres).
Como
afirmamos en nuestro último libro sobre los morochucos, en estas listas no
aparece Pampa Cangallo ni como estancia, hacienda o pueblo; en otras palabras,
la estepa morochucana no estaba poblada como hoy, sino solamente dedicada a
áreas de cultivo con algunas cabañas itinerantes salpicadas en la altipampa, y
fundamentalmente al pastoreo de rebaños de ganado. Sus vecindades poblacionales
estaban ubicadas en zonas ecológicas protegidas como Uriguana, Pantín, Tucsin y
Walchanqa; pero también en Putica y la hacienda Ccanccalla. Ello explica por
qué cuando los morochucos se reunían para guerrear en los años críticos de la
emancipación, incluían en sus filas a muchos combatientes que vivían en estas
dos localidades; y explica también el porqué el pueblo de Putica fue quemado
por los represores españoles.
Es
importante señalar que en las estancias morochucanas registradas en los
documentos de 1826 (no de los morochucos, conocidos también como tales,
combatientes de la antigua provincia de Cangallo y sus pueblos por la
independencia del Perú) abundaban los apellidos hispanos como Prado, Cuadros,
De la Cruz, Contreras, Marmolejo, Salvatierra, Contreras, Velasco, Inostroza,
Gómez, Alarcón, Bargas, Cerda, Garamendi, Galindo, Orosco, Escalante, Sisneros,
Castro, Zúñiga, Gonzales, Tenorio, Roca, Berrocal, Barrientos, Moreno,
Espinoza, Palomino, Barrientos y otros; en Putica, apellidos como López,
Fernández, Sánchez, Calderón, Cerda, Salvatierra, Gómez, Marquina, Baygorrea,
Alarcón, De la Cruz, etc.; y en la hacienda Ccanccalla otros tantos, pero que,
lamentablemente, los datos no los he registrado por negligencia mía o los he
extraviado en los avatares de ir a los repositorios limeños que me consumían
cuatro horas diarias de colectivos extenuantes durante dos meses. Lo dicho para
los morochucos, no sucedía en los pueblos, haciendas y estancias de la
provincia como Canchacancha, Huarcaya, Sarhua, Auquilla, Totos, Paras, Anus,
Espite, Vilcancho, Cocas, Urancancha, Sancos, Lucanamarca (que esa vez caía en
la jurisdicción de la provincia de Cangallo y no en la de Lucanas), Sacsamarca,
Carapo, Manchiri, Huamanquiquia, Alcamenca, Huancapi, Quilla, Colca, Chuschi,
Pacomarca, Vilcashuaman, Vischongo, Pomacocha, etc, donde la población y los
apellidos identificatorios eran casi totalmente indígenas, salvo la
ciudad-capital Cangallo y Ocros donde destacaban los Delgado, Castillo,
Asencio, Rojas, Luján y De la Cruz (Hasta en Huancarucma, población considerada
tradicionalmente como de mitmas indígenas chillq´es y yungas, encontramos
apellidos hispanos como Mendoza, De la Cruz, García, Pareja, Salvador, entre otros
ininteligibles). En 1826, era Gobernador Intendente de Cangallo don Miguel
García, en su condición de Teniente Coronel del Ejército Libertador en Cangallo
que habría reemplazado seguramente a las milicias realistas que se hallaban
destacadas allí hasta poco antes de la batalla de Ayacucho para reprimir a los
bravos morochucos cangallinos. Los padrones con los datos transcritos fueron elaborados
por orden del prefecto de Ayacucho, general de brigada don Juan Pardo de Zela,
siguiendo todavía los patrones coloniales con predominio de la demarcación
eclesiástica.
Aparte
de los cangallinos citadinos eximidos de tributos por haber sido arrasados sus hogares por los incendios realistas de
1820 y 1821, en la ciudad de Cangallo fueron registrados en la revisita señalada
de Manuel Valdivia el mismo año de 1826, un conjunto de individuos etiquetados
como “originarios y forasteros con
tierra” que vivían en la ciudad, en su mayoría habitantes de apellido
indígena que indican que en Cangallo también, pese a que estaba en vigencia la
efímera Constitución de 1826, la división social por pequeñas castas seguía todavía
teniendo algún cuanto de observancia. Y
ello era comprensible, porque las clases sociales no se forman ni se definen
por decretos. La tenencia y/o posesión de tierras o la carencia de las mismas, la
procedencia o el lugar de nacimiento de los individuos, las actividades
artesanales y/o domésticas; las migraciones forzadas por los desastres
naturales, acontecimientos políticos y económicos de cariz nacional; el
forasterismo generado en la capa indiana más pobre imposibilitada de pagar
contribuciones; la ocupación en actividades arrieriles y la de pequeños
comerciantes locales; pero fundamentalmente el desempeño de funciones
encargadas por el poder político como el de subprefecto, juez, gobernador,
alcalde, cura y, mucho más tarde, el de maestro de escuela y el de gendarme, ayudaron a definir rápidamente
la pertenencia de una familia y sus miembros a la clase alta, media o baja,
que, en el caso de la ciudad de Cangallo, fue casi imperceptible o de fronteras
muy borrosas y efímeras, o, dicho de otro modo, no constituyó una pirámide
social de estratos nítidos. No olvidemos que Cangallo como ciudad-capital, fue
declarada tal, por exigencias políticas de gratitud a su participación decisiva
en las gestas emancipadoras del Perú; no precisamente por el volumen de su
población ni por el tamaño de su asiento físico ni por su liderazgo económico
productivo; se ganó el título a pulso guerrero de sus heroicos ascendientes indios
y morochucos que la elevaron desde su condición modesta de aldea, pueblo y
villa. El asunto reclama más estudios analíticos y críticos documentados, de
los que carecemos hasta ahora por falta de fuentes fidedignas que nos permitan
realizar verificaciones y comparaciones, y principalmente por la tacañería
procaz de las entidades oficiales llamadas a promoverlos.
Los
aproximadamente 246 individuos originarios y forasteros con tierra (incluidos 24
de sus hijos menores de edad), cuyos miembros no aparecen en el primer registro
presentado párrafos antes, deben incrementar el número de personas que vivían
en la ciudad de Cangallo, haciendo un total aproximado de un poco más de 358 individuos,
quizás algo más de 370, si se suman a yanacones, empleadas de hogar,
desocupados y cimarrones sin tierra que no aparecen expresamente en los
documentos tomados como fuentes para este artículo. Las familias originarias constituidas,
empadronadas como indígenas, a las que se suman los forasteros que habían
adquirido tierras, y que estimo deben agregarse a los mestizos originarios
presentados en la lista precedente, son:
Enrique
Mitma, casado con la
viuda Irimana.
Mauricio
Guamani
“ Casilda Mitma
Raymundo
Guamani “ Antonia Chumbili
Alejo
Guarancca “ María Chaucca
Alberto
Díaz “ Ventura Tinco
Lucas
Andrade “ Eulalia
Guallancca (1 hijo)
Esteban
Mitma “ Dionisia
Anchayhua
Eusebio
Mitma “ Juana Arimana
Encarna
Ccaulla “ (Viuda ?, ilegible, manchado, 2/hijos ?)
José
Bautista “
Petronia Cceccaño
Cayetano
Ayala “
Rosa Pizarro
Manuel
Ayala “
Pascuala Ugosi
Alexo
Yuyali “
Juana Castro
Atanacio
Yuyali “
(manchado, ilegible)
Matías
Tanta “ Leandra
Guamani
(Federico
? Mitma
“ Isidora Guamani ( 1 hija)
Teresa
Guamani Viuda de Carlos Ugosi
Marcelo
Chaucca “
Martina Ugosi
Francisco
Ccahuana “ Paula de la Cruz
Gregorio
Yucra “
Dionisia Ccahuana
Sebastian
Blas “
María Tanta (3 hijos)
Esteban
Guallancca “ (viudo, 1 hija)
Juan
de Dios Guallancca “ Barbara Peralta (2 hijos)
(…………………)
“ Inocencia (…)
(Isidoro
? (…. ...) “
Cecilia Chaucca (1 hijo)
Juan
de la Cruz “
Estefa Guallancca
Miguel
Peralta “
Francisca Pillaca
Ignacio
Yuyali “
Josefa Guallancca
Carlos
Yuyali “
Isabel Huallanca (1 hija)
Eugenio
Rojas “
Rufina (?) Mitma (1 hijo)
Manuel
Rojas “
Juana Mitma (2 hijas)
Pablo
Guallancca “ Teresa Guancasaca
Mariano
Guallancca “ (Soltero, hijo del anterior, Pablo)
Ancelmo
Blas “
María Mucha
Leonardo
Guallancca “ Josefa Blas
Agustin
Chaucca “ Toribia Vilcamanta
Ilaria
Rojas (Viuda de Mariano Tipsa)
Juan
Chaucca “ Victoria de la Cruz
Lorenso
Chaucca
“ Ignacia Tanta
(………………….) “
Dominga Chaucca
Pedro
Ccespe “
Mercedes Guamani
Gavino
Chaucca “
Sebastiana Guallancca
Manuela
Inostroza, viuda de Baltazar Palomino (1 hijo)
Francisco
Mocha
“ Juliana Mitma (2/hijos)
Bernardo
Esquibel “ Paula Guacausi
Basilio
Chaucca “ Lucía
Chate
Domingo
Mocha “
Magdalena Mitma
Lorenzo
Salbatierra “
Martina Mocha
Dionicio
Blas “
Felipa Mocha (1/hija)
Pedro
Peralta “
Tomasa Inostroza (1 hija)
Asencio
Peralta “
Manuela Yuyali
Santiago
Conchoa
“ Lucía Tomayro
Vicente
Rojas (Soltero
de 30 años)
Marcelo
? (…) “
(…) Ccespe
José
Medina “ Isidora Guamaccto
Pedro
Roa “
Rosa Medina
Cristóbal
Ccahualla “ María Mocha
Sebatian
Ayotiu (?) “ Toribia Alfaro
Asencio
Aguace (?) “ Gerónima Tanta
Pascual
Chaucca “ Manuela
Aynace
Mariano
Ccespe “ Tomasa
Sarasa (?) (1 hijo)
Santos
Tanta “ Juliana
Vilcamonte
Juan
Tinco “ Petrona
Díaz
Narciso
Achmoccasa “ María Medina (2 Hijos)
Casimiro
Aynace “
Petrona Guallancca
Mariana
Ccespe “
Ildefonsa Tipse
Andrés
Esquivel “
Eugenia Cceccaño
Miguel
Ayala “
(Martina ? Cceccaño
Agustín
Ccespe “ (…)
Arango
Mariano
Blas “
Casimiro Ccasapaico (1 hijo)
Abelino
Blas “ María
Garamendi
Teobaldo
Chaucca “ Santusa Yuyali
Juan
Romero “
Cecilia Diaz (1 hijo)
Juan
Mitma “
Martina Chaucca
Mariano
Pizarro “
María Bautista (1 hija)
Andres
Chaucca “ Cayetana Mitma
Juan
Mitma “ Tomasa Guallancca
Balerio
Mitma “ Antonia Chumbi
Fermin
Guamaccto
“ Petrona
Medina
Ambrocio
Losa “ Estefa Orosco (3 hijos)
Francisca
X. de la Cruz “ Evarista Mocha
Felipe
Tumbay “ Bartola Bautista
Santiago
Yuyali “ Ana Mocha (1 hijo)
Pasqual
Tipsa “ Antonia Mucha (1 hijo soltero 20 años)
Alberto
Cárdenas “ Agueda Guacausi
Agustín
Cárdenas “
Melchora Tumbay (1 hijo)
Jacinto
Mitma “ Juliana Chaucca (1 hijo)
Gabriel
Peralta “ Manuela Inostroza
Simón
Chate “ Andrea Chaucca (1 hijo)
Dionicio
Ccahualla “ Juana
Chaucca
Manuel
Chaucca “ Asencia Pullo
Tomás
Bautista “ Simona
Ccahuana
Juan
Mitma “ Alfonsa Bautista
Florentino
Pizarro
“ Lorenza Rojas (1 hijo)
Juan
Chaucca “ Agustina Reyes
(……………….)
“ Manuela Mitma
Fulgencio
Cusiccahua “ (Eugenia? Tanta
Esteban
Guallanca
“ Viudo
Anselmo
Bera de? “ María Mocha (1 hijo soltero)
Juan
Yuyali Soltero,
hijo del anterior (…)
(…)
Guallancca Soltero, hijo
de Juan Yuyali
Pedro
Apaico Soltero, hijo
del finado Joaquín
Marcos
Blas “ Escolástica Ayala
Alejo
Ccahuana “ Hijo de Francisco
José
(Bautista ?) Soltero
Julián
Yuyali “ Paula Quadros
Mateo
Ccespe Soltero, hijo
de Mariano
Mariano?
Guallancca Hijo
de (…)
Mariano
Peralta Hijo de (…)
Toribio
Peralta (Sin datos, 10
años)
Mariano
Chaucca
“ Gertrudis
Cerda
Justo
Esquibel Hijo de Andrés.
Fabian
Tinco “ Josefa Mitma (1 hijo)
Francisco?
Sullca “ Francisca
Tinco (4 hijos)
RESUMEN:
Originarios
forasteros sin tierra 87
Total
de indígenas 87
Hombres 122
Mugeres 124
TOTAL:
246 personas
Como
hemos dicho, si se suman los 112 individuos de la primera lista y las 246 de
esta segunda lista, obtendríamos el total de 358 personas, operación que
podemos realizar en virtud al supuesto verificado de que en las dos listas no
se duplican el registro de ningún habitante que reside en la ciudad de
Cangallo, salvo algunos casos de homonimia: Los componentes podrían
considerarse, por tanto, como el total de habitantes que tuvo la ciudad-capital
de Cangallo en 1826. Infortunadamente no podemos saber si estamos totalmente en
lo cierto, porque no disponemos de otros censos específicos de referencia. Pero
si la suposición es verdadera, entonces habríamos dado un paso importante para
responder en alguna medida al manojo de preguntas formuladas anteriormente. Al
parecer la primera lista es de los mestizos y quizás algunos blancos residentes
en la ciudad-capital, eximidos de pagar tributos por la causa anotada de los
incendios, y la segunda es la lista de los indígenas que también residían en la
misma ciudad, avecindados con los numerosos mestizos y que, grosso modo,
representaban el 66% del total de habitantes. Una pista consistente es la
identidad de los apellidos.
Comparado
el total de 358 habitantes obtenidos en la sumatoria del hábitat de la
ciudad-capital, con otros pueblos y simples haciendas de la antigua provincia
de Cangallo, las diferencias de población total y por lo tanto de tributos, emergen
fácilmente. Así, el pueblo de Canchacancha albergaba 288 personas, Tomanga: 97;
Auquilla: 78; Quispillacta: 569; Paras: 542; Anus: 88; Espite: 99; Vilcancho:
33; Cocas: 164; Urancancha: 139; Lucanamarca: 522; Sacsamarca: 248; Carapo:
163; Manchiri: 252; Huamanquiquia: 153; Totos: 569; Espite: 90, Vilcanchos: 33;
Cocas: 164; Urancancha 139; Sancos: 432; Lucanamarca: 522; Sacsamarca: 248;
Carapo: 159; Taulli: 163; Manchiri 252; Huancaraylla: 168; Llusita: 172;
Sircamarca: 86; Alcamenca: 201; Guambo: 117; Colca: 429; Guancapi 413; Quilla:
194; Pitahua: 77; Umasi: 72; Gualla: 859; Tiquihua: 629; Ccayara: 529;
Mayobamba: 155; Hazienda Chinchero: 208; Canaria 32; Pueblo quemado de Morcolla:
133; Pueblo quemado de Asquipata: 116; Pueblo quemado de Apongo: 174; Racaya:
121; Tacas: 151; Guambalpa: 301; Guamanmarca 149; Accomarca: 120; Guarcas: 185;
Estancia de Occo: 161; Ccocha: 201; Hacienda Raymi: 24; Hacienda Upiray: 37;
Hacienda Huallhua: 14; Vilcas: 69; Pujas: 3; Vischongo: 313; Umaro: 126;
Concepción: 193; Hacienda y obraje de Ccaccamarca: 91; Hacienda de Pomacocha:
262; Hacienda de Chanin: 93; Pueblo quemado de Ocros 205; Chumbes: 32; Hacienda
de San José y La Colpa: 50, etc.
Esta
segunda lista, obtenida penosamente por las condiciones precarias del material
documentario reproducido (destruido por los insectos, manchado por el agua, tachados
o perforado por la tinta), puede ayudarnos aproximadamente a señalar quiénes
eran las familias originarias de la ciudad de Cangallo y quiénes las familias forasteras
con tierra que, generalmente, adquirían este estatus social por matrimonio o
por concubinato con una nativa. Este criterio se puede extrapolar para la lista
principal presentada inicialmente, reitero, con las precauciones del caso. En
el ejemplo, la mayoría de forasteros habrían sido todos los que tenían
apellidos de origen español o los cangallinos de padres españoles o mestizos
naturalizados en casi 283 años de coloniaje. Obsérvese que todas las mujeres
habrían sido originarias de la quemada ciudad-capital de Cangallo o, a lo sumo,
de las aldeas vecinas. Pero tampoco este criterio es absolutamente inequívoco,
pues, por mandato de uno de los concilios limenses muchos nativos fueron
cambiados de apellidos obligados por sus curas en el momento del bautismo si
ellos indicaban alguna remembranza idolátrica a sus deidades aborígenes o, al
no tener identidad conocida, adoptaban el de sus patrones o el de sus padrinos
o el de sus atribuidos padres siendo realmente hijos suyos; además que desde el
9 de junio de 1543, fecha en que Cangallo existió oficialmente como un lugar
geográfico para los españoles digno de tomarse en cuenta (por iniciativa de
Lorenzo de Aldana, el primer encomendero de las tierras cangallinas que
precedió a Juan Palomino), las combinaciones entre nativos/as y españoles/as
por matrimonio, concubinato o casual encuentro sexual que dieron origen a los
mestizos predominantes en nuestra ciudad, fueron panes del día, habiendo sido
más frecuentes las relaciones de varones
españoles o mestizos en sus distintos grados con mujeres nativas y/o mestizas
pero con apellido español. Entre 1543 y 1826 habían transcurrido 283 años de
libre producción demográfica en perjuicio de nuestros indios, como anotaba −todavía
por alrededores de 1600− con nostalgia y cierto acento racista de molestia, el
cronista huamanguino indio Guaman Poma de Ayala.
Estos
resultados censales de originarios y forasteros con tierra, pueden presentarse también
organizados por doctrinas componentes de la antigua provincia de Cangallo. Así,
Chuschi, tenía 1454 habitantes; Totos-Quispillaqta: 1625; Sancos: 1199; Carapo:
716; Guancaraylla: 804; Colca: 1187; Gualla: 2440; Canaria: 1042; Guambalpa: 1264;
Vischongo: 1365; y Cangallo: 1104. Estos parciales reunidos daban un total de 14,200
personas para toda la provincia: 6,844 hombres y 7,356 mujeres. Las fuentes mencionadas otorgan también otros
datos parciales para las mismas circunscripciones que hacen extraviar por
momentos al investigador; por ejemplo se dice en otros folios que debo
organizarlos mejor que Totos tenía 16 almas de población, Chuschi y
Quispillaqta: 390; Sancos: 138, Colca: 18, Huancapi que era anexo de Colca: 19,
Quilla y Pitagua: 17, Hualla: 11, Canaria: 156, Huambalpa: 122, Huamanmarca:
221; Vilcas; 341, Vischongo: 80, Acomarca: 68, etc. En cambio la hacienda
Carampa tenía 62; la hacienda Huallhua: 82, Moncua?: 171, Pujas: 173, Ocros;
111, Saurama: 47, Ccaccamarca: 51, etc, tratándose probablemente de pueblos
concretos y no a circunscripciones más amplias como las doctrinas y
repartimientos. El que he presentado líneas arriba, por doctrinas, requiere también
afinarse en pequeñísimos detalles que espero realizarlos con nuevas
confrontaciones en los repositorios para publicarlos en otros medios. Me urge entregar
este regalo a los cangallinos también por sus fiestas patronales de este año
2018. Ellos tendrán ahora una mejor idea sobre sus orígenes familiares y una
oportunidad para sentirse orgullosos de sus raíces telúricas y aspirar los
aromas del porvenir sin minusvalías.
ALGUNAS
CONCLUSIONES:
1.-
Hubo una mestización indiscriminada entre las familias de origen indígena y la
española; principalmente de varones o mestizos o castas con nuestras indígenas
locales. Ello explica que los apellidos se repliquen no sólo en el ámbito
provincial, sino que ocurran en casi todas las circunscripciones geográficas de
la sub-región del Pampas y el departamento de Ayacucho.
2.-
Como la ciudad-capital de Cangallo, tiene un reducido espacio habitacional,
hubo corrientemente uniones incestuosas en distintos grados de consanguinidad. Ahora
mismo, casi todos son parientes de todos.
3.- La desaparición de ciertos apellidos explica
los cíclicos procesos de migración de los cangallinos principalmente a la costa
central y a la capital departamental, diferente a la migración contemporánea
obligada por motivos de educación y trabajo y que está generando la decadencia
inexorable de la mayor parte de los pueblos de la subregión del Pampas, pero,
principalmente, la pérdida de nuestra mejor riqueza espiritual: el ser de nuestros
apellidos indios que identifican parte sustantiva de lo peruano original.
Perdonen, pero concluyo este modesto escrito, sollozando sin más testigos que
los violines del silencio; mis lágrimas desean verse ante su propio espejo
terruñero, humedeciendo con parvadas de amor esta tierra-madre: mensajera
cariñosa entre lo efímero y la eternidad.
Cangallo,
28 de julio de 2018.
Max Aguirre Cárdenas.
Fuentes:
A.- “Padrón
de Contribuyentes del Pueblo y Ciudad de Cangallo indultado por supremo decreto
respecto a ser quemado que empieza a
rejir desde el 1ro. de julio de 1826”.
B.-
“Revisita de indígenas de la Provincia de Cangallo hecha por don Manuel
Valdivia. Año de1826”
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