martes, 18 de septiembre de 2018

ENTRÉ POR LA PUERTA GRANDE Y SALGO POR LA PUERTA GRANDE



“ENTRÉ POR LA PUERTA GRANDE Y SALGO POR LA PUERTA GRANDE”

Así inició el Sr. Wilfredo Oscorima Núñez, hoy 24 de agosto de 2018, su corto discurso de apertura de la 7ma. Audiencia Pública de rendición de cuentas del gobierno regional, que ordenó realizar manu militari en la capital de la provincia de Fajardo: Huancapi.
No sabemos qué quiso decir con la frase de marras, ahogado por la inmodestia propia de los que se sienten protegidos por fuerzas sombrías o desvariado por una pésima comprensión de la moral y el derecho de gentes; entiendo que fue un lapsus ocasionado por su vanidad destornillada accidentalmente ¿o quiso decir subliminalmente que entró por la puerta grande de un penal y salió por la puerta grande de otro penal convertido en un héroe y no en un villano? Pese a que el auditorio estaba repleto con el personal del gobierno regional que Oscorima.mandó trasladar en casi una centena de camionetas y los pocos vecinos fajardinos que aplaudían como si hubiesen ayunado una semana, un grupúsculo insignificante de cinco individuos conocidos por su afición a lustrar los botines de los poderosos y esperar las migajas de favor de su patrón de turno, molestaba más que entusiasmaba a los oyentes con sus reiterados estribillos de sumisión, sobre todo cuando el dueño del circo afirmó orgulloso que había pisado la cárcel porque había firmado un papel que favorecía a la región Ayacucho. Fue el mismo grupillo que hace cuatro o cinco años atrás, en estado etílico de uno de sus miembros, intentó frustrar la celebración del 196° aniversario de la Jura de la Independencia del Perú en Cangallo. Fue la misma “portátil” que lanzó sus hurras destemplados en Huancasancos y anteriormente en Pausa. La única novedad consistió en que los osqorimistas cambiaron de Felipillo para que hable representando al pueblo de Cangallo.
En verdad, la cita –que el locutor dijo que transmitía también algunas estaciones de radio y televisión-- fue un martirologio de la lengua española, con excepción del burgomaestre de Cora Cora que dio ejemplo de pulcritud en el lenguaje y de buen gusto para enfocar los problemas de su representada en cinco minutos. Yo, como cangallino, me sentía avergonzado, porque el alcalde de Cangallo –que había asistido como un notabilísimo virrey de parroquia, premunido de sus cancerberos de seguridad y el coche del serenazgo-- hacía reventar las vocales de nuestro noble idioma como si masturbase con un palo los genitales de Cervantes. Como no lo divisaba directamente, pensé que era el burgomaestre anterior que había heredado a su paniaguado su manual folclórico de lingüística rural. No pretendo con mi crítica que el pueblo se exprese como refinados hablistas del castellano, No, pero tratándose de funcionarios que deben esforzarse por representar dignamente a sus gobernados, es altamente frustrante no entenderlos qué es lo que realmente querían del faraón Oscorima en cuatro meses de estéril supervivencia que le faltan. Algunos pedían un hospital; otros, más centros educativos, carreteras, represas y decenas de obras adicionales, aunque sean inconclusas -como exclamó otro alcalde destornillado; hasta hubo un orador extravagante que pidió techase su campo de fulbito para evitar se mojen los deportistas. ¿La política, no es ahora la ciencia y el arte de gobernar con un plan, con aquiescencia concertada con los gobernados, con justicia distributiva y/o equitativa según los casos? ¿Cómo se justifica entonces este festival anárquico de pedidos al gobernador y las promesas de novio casadero de éste, ad portas de marcharse del cargo más bien por la puerta de servicio? Las tres veces que asistí como ciudadano responsable a similares audiencias, y en las cuales siempre me impidieron –como hoy-- hacer uso de la palabra a título de ser miembro de la sociedad civil de Cangallo, percibí en el actor principal aires monárquicos absolutos de los tiempos de Luís XV, o Fernando VII, haciendo derroches de voluntarismo y mesianismo chirles, rodeado por un corro de pordioseros que clamaban obras, y no por dignos ciudadanos ungidos por el voto popular para ejercer la titularidad edil.
“La Voz de Santa Rosa de Cangallo”, periódico virtual de la sub-región, realizará un balance de la gestión del Sr. Oscorima al término de su mandato. La hará con argumentos fundados y pruebas objetivas que estamos acopiando. Y no nos temblará la pluma para denunciarlo ante los poderes públicos, si algún caso nos obliga, como lo hemos hecho con el ex alcalde Sr. Pabel Bellido, pero que intereses oscuros que enajenan el contrato social han postergado arbitrariamente su atención. Estamos esperando que el Poder Judicial y el Ministerio Público sean fumigados para que, con la confianza de la severidad y la objetividad de la diosa justicia, la impunidad no triunfe. Pero, para ser sinceros y no pecar de hipocresía, no negamos que hasta ahora la gestión del Sr. Oscorima ha sido altamente frustrante, sobre todo para su tierra natal reiteradamente postergada y desdeñada por él, más aún ahora que ha tenido una segunda oportunidad para enmendar sus dislates. Yo mismo voté por él creyendo que su origen modesto iba a ser la brújula que le dirija sin dificultades a lograr la justicia social en la región, pero sus amigotes de largos bigotes y cola de monigotes le han jugado una trastada o quizás al revés, y todo le ha salido mal. Frente al dilema de conservar la simpatía de la canalla, o evitar que nuestra tierra sea la madriguera de la cultura de la corrupción (que en buen romance debería decir anticultura o incultura de la corrupción), "La Voz de Santa Rosa de Cangallo", elige hoy la segunda opción, ya que está en juego algo infinitamente más valioso: el porvenir de esta tierra bendita que está encaminada inexorablemente a la decadencia por culpa de sus propios hijos ¿Acaso cree que hemos olvidado que él ofreció públicamente sin que se lo pidamos (al igual que su compadrito el Sr. Efraín Pillaca) construir una carretera asfaltada de doble vía entre Ayacucho y Cangallo? ¿Acaso cree que hemos olvidado que en sus afiches de propaganda inicial para tentar la presidencia del gobierno regional, decía orondo que la desnutrición y la anemia iban a ser eliminadas de Ayacucho, sobre todo de Cangallo? ¿Desea que le mostremos las grabaciones y los afiches? Hoy anunció en su lata discursiva que cumpliría, sí o sí, lo de la eliminación de la anemia estos cuatro últimos meses de gestión que le queda, des-cubriendo él mismo su deplorable ignorancia de que el déficit crónico de hierro en los niños hasta los cinco o seis primeros años de vida, puede ocasionar déficit en su desarrollo mental y/o cognoscitivo. Para el que entiende la tragedia, el Sr. Oscorima debe ya a la nación ayacuchana dos generaciones de niños, cuyos cerebros no se han desarrollado convenientemente y que, por ello, seguiremos obteniendo adultos incapaces no sólo para los cálculos matemáticos complejos, sino privados de las competencias para valorar las cosas y los hechos con la lógica de los principios éticos; adultos que tendrán minusvalías en el uso del lenguaje, disminución de competencias que indiquen una sana evolución de su personalidad social; en otras palabras, con su negligencia, ha garantizado el déficit irreversible del desarrollo integral armónico de los mismos. ¡Entienda Sr. Oscorima!: Por más que Ud. decuplique la ingestión de hierro en los educandos más allá de los seis años, si ellos han sido privados de una dieta mínima de 2.5 mg. diarios estos primeros años y de algo más de 4 mg. en su desarrollo prenatal, sólo conseguirá paliar el déficit en su índice de desarrollo mental, por efecto de su deficiente desarrollo cerebral. Por más que Ud. hable de mejorar sustantivamente la calidad educativa, construyendo hermosos y duraderos edificios, capacitando a los maestros para que sepan para qué y por qué educan, dónde y con qué educan, formando una nueva generación de profesionales calificados de la educación, diseñando currículos avanzados compatibles con la postmodernidad, renovando profundamente la tecnología educativa en vigencia, regalándoles libros, computadoras y bicicletas, etc. pero con educandos anémicos que no han ingerido además suficiente yodo y otros elementos que los pediatras aconsejan, y por añadidura sus padres no tienen idea de lo que es la eugenesia no racista, sólo conseguirá BURROS bípedos, víctimas inocentes de la perversidad de sus gobernantes ineptos. Así entendido el drama, la pobreza extrema de Cangallo no podrá ser mitigada sino con el culto al pedigüeñismo, con el culto a la personalidad que hoy mismo su megalomanía parroquial está alentando. De aquí a la delincuencia sólo hay un paso. Admito que, como buen cangallino, estoy indignado, como lo estuve cuando derribaron irracionalmente el magnífico puente sobre el Pampas dizque para construir otro de dos vías sobre las ruinas del anterior, para formar parte de una carretera de asfaltita de una sola vía (????) Si mi discurso, que me hubiera gustado pronunciarla en su presencia le molesta, lo siento. Si deportivamente asume que se está equivocando, me tiene como un contralor honesto de su obra dispuesto a fumar la pipa de la paz y sin mirar ni al soslayo algún favor suyo, menos un céntimo de su dinero, que dicen revienta cien baúles como el tesoro oriental de un hombre privilegiado por la fortuna desde la nada. Si alguna vez intenté venderle un ejemplar de mi primer libro sobre Cangallo y no tuve la fortuna de conseguirlo, nunca crea que esta respuesta cívica mía es motivada por aquel contraste.. La prueba es que he mantenido silencio absoluto en torno a su desastrosa gestión respecto a Cangallo durante tantos años, y no le he tocado ni con el pétalo de una rosa. Pero está bien culantro, pero no tanto. Para mí, primero está Cangallo que Wilfredo Oscorima. Primero está mi deber como ciudadano, que las ventajas que puede procurarme ser su amigo de farras.

        Max Aguirre Cárdenas


CUÁNDO Y CÓMO HABRÍA NACIDO EL HOGAR HISTÓRICO DE LOS CANGALLINOS DE LA CAPITAL PROVINCIAL. LAS PRIMERAS FAMILIAS DE LA ÉPOCA REPUBLICANA QUE LA HABITARON. NOTAS PRELIMINARES.





EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO



CUÁNDO Y CÓMO HABRÍA NACIDO EL HOGAR HISTÓRICO DE LOS CANGALLINOS DE LA CAPITAL PROVINCIAL. LAS PRIMERAS FAMILIAS DE LA ÉPOCA REPUBLICANA QUE LA HABITARON. NOTAS PRELIMINARES.

(A los mecenas de la cultura cangallina: el educador Domingo Huaytalla e Ing. Jesús O. Quispe. A mis coterráneos, este regalo por fiestas patrias).

Hoy, 28 de julio de 2018, en que el Perú celebra un aniversario simbólico, el de la declaratoria de su independencia que fue anunciada con la jura de Cangallo el 7 de octubre de 1814 y afirmada con la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, salí de casa deseoso de ver a los niños cangallinos vitoreando a la Patria, y haciendo flamear la bandera nacional y el blasón cangallino con la devoción y la alegría de mil canarios. Pero, al parecer, estos últimos años, todo ha conspirado a su realce: desde las autoridades política, edil y educativa que han mostrado punible indiferencia, hasta el poco vigor de los parroquianos de esta ciudad-capital, antaño amantes perseverantes de la Patria, excepción hecha, este año, del ciudadano Carlos Hinostroza que, a título de “cargonte de Fiestas Patrias o de la previa de la fiesta patronal de Cangallo”, y con el apoyo de la dinámica familia Aronés, regaló a la rala vecindad una corrida de toros a la vieja usanza, en la vieja plaza de Luz Pampa que sirvió nuevamente de coso, y el 29 una tarde de diversiones acuáticas en el escenario inefable del río Pampas. Mientras que ayer 27 de julio, en otros pueblos de la región y el país, los jóvenes desfilaron con la bicolor a media asta y el crespón de luto prendido como un escapulario, simbolizando la agonía de la Patria en el lodazal de una piara de cerdos de la corrupción, aquí en Cangallo, la indolencia reinaba a trasluz y sólo el astro rey doraba la tarde reclamando humedades de lúpulo. Únicamente una institución educativa recordó, a través de un modestísimo y solitario  desfile matutino del 27 de julio, que el 28 era el onomástico de nuestra amada Patria. Anteanoche, en la antevíspera, la luna había derramado, tenebrosa, lágrimas de sangre, como haciéndonos recordar que el peligro se abatía sobre nuestra patria, ya que la corrupción había mostrado sus crecidos colmillos de bestia prehistórica y algunos de sus magistrados vivaban sin ruborizarse el secuestro canallesco de la justicia, la probidad y la decencia.

Urgido por una rara desazón espiritual, desde que supe que los corruptos del Poder Judicial y del Parlamento habían convertido a la Patria en un gigantesco retrete,  una pregunta emergió con dolor desde los sótanos de mi alma, como si de pronto el vientre se me hubiera hinchado de gases malolientes y me invitase a huir rechoncho de vergüenza para tronarlos discretamente en algún rincón inviolado: ¿Y por qué esa raza de gallardos y heroicos cangallinos, que antes, con motivo de la Revolución de los Morochucos, había hecho sollozar a los gachupines de pelo en pecho y corazas de infamia, ahora no era capaz de practicar una cirugía social extirpando a los yanacones del Poder Judicial que quieren robarnos la Patria y su hija hermosa, la justicia, para prostituirlas? El interrogante, me llevó  a su vez a indagar por la identidad social de nuestros ascendientes que libraron duras luchas con el diabólico río Macro por convertir la antigua Qochqawayqo (presunto alias despectivo del asiento cangallino: pedregoso, áspero y espinoso), en la próspera sucursal del paraíso al decir de José Ruiz Fowler, primero como una aldea, luego como un pueblo, una villa y finalmente una ciudad. ¿Quiénes fueron esos valientes tatarabuelos que hicieron de un lugar arisco y escabroso en la otrora feliz tierra prometida de nuestros padres y abuelos: la Entre Ríos o la Mesopotamia cangallina de hace casi dos centurias, recuperada de las atrocidades de Ricafort y Carratalá, pero hoy a punto de ser canibalizada nuevamente por sus enemigos y sus obtusas autoridades afectadas de cacosmia (es decir, adictas a embotellar en frascos de perfume las ventosidades del demonio y a gozar con los olores ácidos de la basura descompuesta, aun cuando ellas no existan físicamente).

No sabemos exactamente cuándo surgió Cangallo como pueblecillo de única y angosta callecita, llamada Cuchuncalle, anexa a lo que hoy son las huertas de los Prado, los Aguirre, los Obregón y los Aronés, entre otros (a orillas del riachuelo La Tenería), y las vegas bien cuidadas  de los Hinostroza en la calleja abierta más tarde que hoy se llama Tupac Amaru. Tampoco sabemos quiénes fueron sus primeros vecinos. Cangallo era, en sus inicios formativos y seguramente en las etapas posteriores de su evolución social: la del desarrollo regional warpa, la imperial wari, la del estado regional chanca y la imperial incaica, apenas un salpicado de chozas con características constructivas distintivas según sus inquilinos de turno, habitadas antes de la llegada de los españoles por un pequeño manojo de descendientes chancas distribuidos en dos ayllus llamados Qollana Cucho y Qollana. Probablemente, desde la época formativa,  convivían con otros ayllus que  tenían algunas heredades en la margen derecha del Macro, llamada hoy Huertapata. Más tarde habrían llegado los Hanan Chillq´es desde Paruro (Cuzco) y los Pabres o Papres como mitmas incas de privilegio, asimismo del Cuzco, para cumplir funciones de control social. El resto del área era pues un delta pedregoso en donde el indómito río Macro hacía de las suyas en cada período estival. Probablemente en distintos momentos de la época preincaica e incaica llegaron mitmas waris y pequeños ayllus itinerantes como los Pillaca, Wamani, Arones, Chauqa, Pullo, Kuya, Chilq´es, Qosqos, etc. y se ubicaron en los pisos y planicies circundantes al delta (Huertapata, Qochaorqo, Tumbay, Ayaorqo, Mollepampa, Chauchura, Yuraqyaku, Cangallupata, Wawapuquio, Qochapata, Erwaqa, Matero, Putica, Qanqalla, Wankarukma, etc). En los inicios de la época colonial, lo hicieron los Ataupillu, que fueron reducidos en Putica por orden del virrey Toledo, y otros grupos pequeños como los anotados líneas antes que genéricamente fueron llamados “mitmakunas” y que, con el tiempo, sus identidades étnicas se convirtieron muchos en apellidos familiares. Los más conocidos eran: Wallanqa, Qoseqawa, Qasani, Qawana, Mucha, Wamaqto, Yukra, Apaiko, Aroni, Pullo, Cuya, etc., que, con la llegada de los españoles al valle, se mestizaron prontamente en distintos grados biológicos. Recordemos que, en la época colonial, el pueblo de Cangallo se había convertido en residencia de corregidores y de algunos miembros de la aristocracia huamanguina, habiendo sido la cuna de cuatro hijos de uno de los marqueses de Feria (José Manuel de la Vega Cruzat) y la de José Ignacio Sánchez de Bustamante de Vega y Cruzat (vástago de Francisca de la Vega Cruzat, ligada al marqués de Valdelirios, y Diego Sánchez de Bustamante, nieto del citado general de la Vega Cruzat). Sabemos que antes de la segunda fundación de Huamanga que ocurrió en 1539, (la primera fue en 1536 como “Villaviciosa de Huamanga”), el valle del Pampas fue un mosaico complejo de nacionalidades cuyas identidades aún no las hemos determinado inequívocamente (Ver mi libro “Ayacucho: Vilcashuamán y Cangallo”, 2008: 121 y sq.). Cangallo, por el contrario, no fue nunca fundada y surgió ─como por arte de pictograma espontánea pincelada por un hacedor supremo o un capricho de Clío la musa de la historia─ un oasis de ternura cósmica, casi igual que Circamarca, Huancaraylla, Huancapi, Colca, Quilla, Pitagua, Hualla, Canaria, Huambalpa, Huamanmarca, Aqomarca, Huarcas, Vischongo, Pomaqocha, salvo Vilcashuaman que siguió un patrón establecido por los arquitectos incas y adaptado más tarde a los patrones urbanísticos coloniales tendentes a la cuadrícula española, a los que se agregan las haciendas de Upiray (¿Viraco?), Huallhua, Chija, Moncua, Izarquis, Pomatambo, Huacaña, Pujas, Puyachi, Huallhua pequeña, Muchaipata, Saurama, Yananaco, Punturco, Chumbes, La Colpa, Qaqamarca, Pariamarca y las estancias de Vero, Ccohuas, Tomapez, Imaguay, Ocros, Qewa, Llaqolla, etc; muchos en el piso ecológico q´eshwa y algunos otros en el nicho suni. Inicialmente y en muchos momentos, el pueblo de Cangallo fue una especie de pascana (entendida como una estación de descanso obligatorio que mitigaba la fatiga provocada por las largas jornadas de viaje) o tambo desde los incas, por donde pasaban, aparte de los viajeros, los migrantes exigidos por sus dominadores de turno [grupos étnicos itinerantes como los Andamarcas lucaninos, que llegaron hasta el lugar donde se refundaría Huamanga en 1540 (el actual barrio de Santa Ana), los Challcos y Huancasayas que también habrían llegado hasta la actual altipampa morochucana, los Soras y Caviñas que arribaron hasta Chiara, y los Arones que, según los cuzqueños Uriel García y Alberto Gieseck, eran mitmas waris que procedían de la lejana Caylloma (Arequipa) y habrían llegado a alguna vecindad del pueblo de Cangallo, para más tarde establecerse en la villa]. Todos habrían hablado el aimara (quizás también el qaqi-aru o qakaru y el pukina), y con la llegada de las etnias cuzqueñas: el runasimi, aparte, claro está, de sus lenguas particulares llamadas qawasimis. Más tarde, el pueblo de Cangallo, habría sido con Vilcashuaman y Pomaqocha, los tambos obligados de los grandes hacendados-mineros huamanguinos que iban  a Chumbilla, como los Oré, y de los hacendados-obrajeros de Chinchero y Cayara como el general José Manuel de la Vega Cruzat. Quedaron registradas en la historia local cangallina: las visitas de posada del futuro obispo huamanguino del Imperial (Valdivia - Chile), el célebre Luis Jerónimo de Oré, en su tránsito vacacional hacia Chumbilla junto con sus hermanos; las visitas periódicas del antiguo marqués de Feria don Gaspar Carrillo (cuando propietario de la hacienda Chinchero); la visita del sabio Antonio Raimondi; y en nuestros tiempos: la del consagrado escritor andahuaylino José María Arguedas, en uno de sus periplos viajeros con su padre que fue un abogado itinerante (Para mejores datos, ver mi libro “Ayacucho: Vilcashuaman y Cangallo, 2008: 230 a 269).

Con el advenimiento de la República, llegaron a la ciudad de Cangallo nuevos miembros mestizos de la burocracia estatal que se adicionaron a los descendientes dejados por el largo coloniaje, algunos de cuyos apellidos hasta ahora subsisten en nuestra localidad siendo casi imposible contabilizarlos e identificarlos, ya que los libros de nacimientos, matrimonios, defunciones y testamentos se han perdido irremediablemente. Sin embargo, contamos con dos fuentes documentales de 1826: la primera, relativa a las familias tributantes de la ciudad de Cangallo, suponemos no-indígenas,  indultados del pago por haber sido víctimas de los incendios de Cangallo, que, en buena cuenta, es el único padrón cuya verdad es poco más o menos que indiscutible; la segunda, referida a una revisita de indígenas de toda la provincia de Cangallo realizada por Manuel Valdivia, incluida la ciudad-capital, y que tuvo por objetivo no sólo determinar el número de sus habitantes, sino el de sus contribuyentes indígenas. Puede decirse que legítimamente es un censo de indígenas de toda la provincia de Cangallo, que incluye a todos sus pueblos y haciendas, y en el que se incluye también lo relativo a los contribuyentes indígenas de la ciudad-capital y dos aldeas indultadas también por haber sido incendiadas, como Putica y Ocros. Estas fuentes pueden servir como notas de ayuda para dar respuesta a preguntas como:

        ¿Cuántos habitantes tenía el distrito o, más bien, la parroquia de Cangallo?
         ¿Cuál fue la organización social del naciente pueblo republicano de Cangallo? ¿Replicaba la organización colonial o exhibía ya algunas peculiaridades reflejadas por las Constituciones de 1823 y la efímera bolivariana de 1826?
         ¿Cuántos individuos lograron supervivir aproximadamente a la destrucción total del pueblo de Cangallo después de los incendios genocidas del 2 de diciembre de 1820 y del 17 de diciembre de 1821 a manos de Ricafort y Carratalá, y cuántos más a las riadas dantescas del río Macro?, y que, como es lógico, habrían provocado periódicas migraciones importantes a los pueblos vecinos y ciudades como Huamanga, Ica y Lima? .
         ¿Cuáles son las familias de identidad definida y cuál fue el número total de sus miembros que supervivieron a la Revolución de los Morochucos y concretamente a los reclutas que se enrolaron al Ejército Unido Libertador poco antes de la batalla de Ayacucho?
         ¿Cuántas de las familias tributantes identificadas en los padrones oficiales poco antes de 1826 (pero eximidas de la obligación en razón a haber sido víctimas de los incendios practicados por los españoles, tanto en Cangallo y sus haciendas y estancias), tienen descendientes en la masa poblacional cangallina de hoy?
         ¿Qué familias habrían arribado paulatinamente a la ciudad de Cangallo después de 1826, cuyos descendientes son considerados ahora cangallinos?          
         ¿Qué familias han emigrado y cuyos apellidos han desaparecido totalmente del patrimonio local desde que el Perú obtuvo su independencia política?

Tenemos conciencia de que no podemos dar en este breve espacio todas las respuestas con la amplitud y la densidad que ellas demandan, porque no sólo carecemos de documentos complementarios para realizar cálculos comparativos, sino que además los criterios y límites demarcatorios políticos han variado por las múltiples recomposiciones territoriales; pero las que esbozamos con suprema dificultad, podrían proporcionar por lo menos los derroteros iniciales para investigaciones posteriores que ojalá los estudiosos de la universidades huamanguinas o institutos locales, las emprendan con el apoyo económico del gobierno local. Es urgente que reconstruyamos nuestra identidad cangallina para constituirse en la piedra angular que sirva para construir el futuro que está tornándose sombrío a causa de la decadencia que ha empezado a corroerla lentamente sin que nadie advierta o nadie tenga la valentía de denunciarla. Y es urgente también incorporar sus resultados en el currículo escolar y de formación magisterial, pues, quién no conozca por lo menos el entorno de su realidad social, es un ciego sin lazarillo condenado a tropezar y ser engullido por las fauces del abismo de la caducidad. Las estadísticas nos están advirtiendo a gritos; desgraciadamente la sordera y la miopía aldeana de nuestras autoridades tutelares no la perciben.

Por ahora, veamos solamente el tema de las familias fundadoras de la ciudadanía cangallina de la Época Republicana que dejaron de ser súbditas del monarca español Fernando VII que, en efecto, tiene más un valor anecdótico que estructural para los estudios demográficos y/o socio-históricos de la sub-región, ya que trataré solamente lo concerniente a la ciudad-capital de Cangallo, excluyendo  a las demás circunscripciones de la antigua parroquia o distrito de Cangallo reconocidas oficialmente en 1826, como las haciendas Ccanccalla, Uriguana, Tucsin y Huallchancca, y las estancias de Pantin, Pomabamba y Huallchancca. Las familias de las haciendas Qochapata y Saywapata que pertenecían también a la parroquia de Cangallo, habrían sido sumadas por su escaso número a una de las haciendas o estancias oficialmente reconocidas. Las familias de Putica y Wankarukma, consideradas por su cercanía como pertenecientes a la parroquia de la capital Cangallo (no siquiera a título de anexos, pese a tener Putica buen número de habitantes, denominadas en los padrones “almas de población”: 335 (160 hombres y 175 mujeres), fueron censadas separadamente,  y sus resultados también presentados independientemente. La hacienda Pariamarca que incluye ahora a tantas aldeas del Este cangallino, pertenecía a la doctrina de Vischongo. Transcribo entonces, únicamente el listado de las familias de la ciudad-capital:

NOMBRES Y APELLIDOS DE LOS CÓNYUGES, EDADES, ESTADO CIVIL:                          
Leandro Carrasco, casado con Bernardina Araujo.
Mariano Bellido            Francisca Velasco
Dionisio Muñoz            Melchora Molina
Julián Inostroza            Melchora Molina
Manuel Belarde            Pascuala Gonzalez (2 hijos)
Calisto Tenorio             María Velasco
Pascual Barbarán        Dominga Josefa (2 hijos)
Eusebio Barbarán        (……) Sota
Andrés Calderón          Josefa Zúñiga
Juan Gutiérres              Gregoria García (2 hijos)
Isidro (?) Calderón       Cotara (?) Peralta (3 hijos)
Manuel (ileg.)                Damiana Valencia
Luis (apellido ileg.)      (nombre ileg.) Velasco
Melchor Garayar           María Huallancca
Carlos Alvizuri              Escolástica Yuyali (2 hijos)
José Alvisuri                  Andrés Esquivel
José Velasco                Asencia Pullo
Atanacio Chávez         Encarnación Prado
Carlos Cuadros           Juana Palomino
Fernando Barbarán      (n. ileg.) Jibaja ?) (4 hijos)
José Garayar                Petrona Díaz
Mauricio Obregón        Alejandra Araujo
Pedro Obregón             Juana Velasco
Mariano Velasco         Jacoba Hijado
Julián Velasco              (¿Soltero?) (ileg.)
Matías Orosco               Ancelma Ochoa
Pedro Cusiccahua (ileg.)       Mauricia Martinez
Tomás Ochoa               Micaela Huillca
Juan Artiaga                  Simona Yuyali
Ambrocio Artiaga          (huérfano, sin hijos)
Martín Gonzales           (2 hijos)
Antolin Carriño             María Calderón (1 hijo)
Santiago Vega              (no tiene hijos ni bienes)
Matías Vega                  (no tiene hijos ni bienes)
Jacinto Vega                             (no tiene hijos ni bienes)
Pedro Vega                   (no tiene hijos ni bienes)
Man… Gonzales           (viudo sin bienes)
Mario Gonzales              (solo, sin bienes)
Andrés de la Cruz          (solo, sin bienes)
Enrique Artiaga              (solo, sin bienes)
Apolinario Artiaga        (n. ileg.) Quispe
José Agüero                  Manuela Calderón (2 hijos)
José Bojorquez             Josefa Medina (1 hijo)
Mariano Alvizuri             (solo y sin hijos)
Alfonso Prado               Agustina Cceccaño (4 hijos, sin bienes)
Pablo Aguirre                Francisca Inostroza
Esteban Cárdenas         (Sin bienes ni hijos)

RESUMEN:
Madres de familia:       28
Hijos menores:              16
Hijas:                             20
Contribuyentes:            48
Almas de Población   112

Como se aprecia, la población mestiza de la ciudad de Cangallo era de 112 individuos, y los indultados de pagar tributos a inicios de la época republicana era de 48 individuos, quienes debían de haber abonado al fisco 144 pesos al año y 72 pesos al semestre, esto es sin sumar su población indígena urbana, que abajo presentaremos y que con ella alcanzaba a 358 individuos y 135 contribuyentes, cifras que, comparadas con sus estancias y haciendas, arrojaban importantes diferencias. La hazienda Ccanccalla (sic), según este primer documento, tenía 109 individuos y 34 contribuyentes; la estancia Hualchancca: 91 y 27 respectivamente; la hazienda Uriguana: 89 y 23; la hazienda Tucsin: 27 y 7; la hazienda Hualchanca: 50 y 14; Putica: 335 y 115 (160 hombres y 175 mujeres), Guancarucma: 200; Pomabamba 323; haciendo un total general para la doctrina de Cangallo, de 1104 personas: 556 hombres y 548 mujeres).

Como afirmamos en nuestro último libro sobre los morochucos, en estas listas no aparece Pampa Cangallo ni como estancia, hacienda o pueblo; en otras palabras, la estepa morochucana no estaba poblada como hoy, sino solamente dedicada a áreas de cultivo con algunas cabañas itinerantes salpicadas en la altipampa, y fundamentalmente al pastoreo de rebaños de ganado. Sus vecindades poblacionales estaban ubicadas en zonas ecológicas protegidas como Uriguana, Pantín, Tucsin y Walchanqa; pero también en Putica y la hacienda Ccanccalla. Ello explica por qué cuando los morochucos se reunían para guerrear en los años críticos de la emancipación, incluían en sus filas a muchos combatientes que vivían en estas dos localidades; y explica también el porqué el pueblo de Putica fue quemado por los represores españoles.

Es importante señalar que en las estancias morochucanas registradas en los documentos de 1826 (no de los morochucos, conocidos también como tales, combatientes de la antigua provincia de Cangallo y sus pueblos por la independencia del Perú) abundaban los apellidos hispanos como Prado, Cuadros, De la Cruz, Contreras, Marmolejo, Salvatierra, Contreras, Velasco, Inostroza, Gómez, Alarcón, Bargas, Cerda, Garamendi, Galindo, Orosco, Escalante, Sisneros, Castro, Zúñiga, Gonzales, Tenorio, Roca, Berrocal, Barrientos, Moreno, Espinoza, Palomino, Barrientos y otros; en Putica, apellidos como López, Fernández, Sánchez, Calderón, Cerda, Salvatierra, Gómez, Marquina, Baygorrea, Alarcón, De la Cruz, etc.; y en la hacienda Ccanccalla otros tantos, pero que, lamentablemente, los datos no los he registrado por negligencia mía o los he extraviado en los avatares de ir a los repositorios limeños que me consumían cuatro horas diarias de colectivos extenuantes durante dos meses. Lo dicho para los morochucos, no sucedía en los pueblos, haciendas y estancias de la provincia como Canchacancha, Huarcaya, Sarhua, Auquilla, Totos, Paras, Anus, Espite, Vilcancho, Cocas, Urancancha, Sancos, Lucanamarca (que esa vez caía en la jurisdicción de la provincia de Cangallo y no en la de Lucanas), Sacsamarca, Carapo, Manchiri, Huamanquiquia, Alcamenca, Huancapi, Quilla, Colca, Chuschi, Pacomarca, Vilcashuaman, Vischongo, Pomacocha, etc, donde la población y los apellidos identificatorios eran casi totalmente indígenas, salvo la ciudad-capital Cangallo y Ocros donde destacaban los Delgado, Castillo, Asencio, Rojas, Luján y De la Cruz (Hasta en Huancarucma, población considerada tradicionalmente como de mitmas indígenas chillq´es y yungas, encontramos apellidos hispanos como Mendoza, De la Cruz, García, Pareja, Salvador, entre otros ininteligibles). En 1826, era Gobernador Intendente de Cangallo don Miguel García, en su condición de Teniente Coronel del Ejército Libertador en Cangallo que habría reemplazado seguramente a las milicias realistas que se hallaban destacadas allí hasta poco antes de la batalla de Ayacucho para reprimir a los bravos morochucos cangallinos. Los padrones con los datos transcritos fueron elaborados por orden del prefecto de Ayacucho, general de brigada don Juan Pardo de Zela, siguiendo todavía los patrones coloniales con predominio de la demarcación eclesiástica.

Aparte de los cangallinos citadinos eximidos de tributos por haber sido arrasados  sus hogares por los incendios realistas de 1820 y 1821, en la ciudad de Cangallo fueron registrados en la revisita señalada de Manuel Valdivia el mismo año de 1826, un conjunto de individuos etiquetados como “originarios y forasteros con tierra” que vivían en la ciudad, en su mayoría habitantes de apellido indígena que indican que en Cangallo también, pese a que estaba en vigencia la efímera Constitución de 1826, la división social por pequeñas castas seguía todavía teniendo algún cuanto de  observancia. Y ello era comprensible, porque las clases sociales no se forman ni se definen por decretos. La tenencia y/o posesión de tierras o la carencia de las mismas, la procedencia o el lugar de nacimiento de los individuos, las actividades artesanales y/o domésticas; las migraciones forzadas por los desastres naturales, acontecimientos políticos y económicos de cariz nacional; el forasterismo generado en la capa indiana más pobre imposibilitada de pagar contribuciones; la ocupación en actividades arrieriles y la de pequeños comerciantes locales; pero fundamentalmente el desempeño de funciones encargadas por el poder político como el de subprefecto, juez, gobernador, alcalde, cura y, mucho más tarde, el de maestro de escuela y  el de gendarme, ayudaron a definir rápidamente la pertenencia de una familia y sus miembros a la clase alta, media o baja, que, en el caso de la ciudad de Cangallo, fue casi imperceptible o de fronteras muy borrosas y efímeras, o, dicho de otro modo, no constituyó una pirámide social de estratos nítidos. No olvidemos que Cangallo como ciudad-capital, fue declarada tal, por exigencias políticas de gratitud a su participación decisiva en las gestas emancipadoras del Perú; no precisamente por el volumen de su población ni por el tamaño de su asiento físico ni por su liderazgo económico productivo; se ganó el título a pulso guerrero de sus heroicos ascendientes indios y morochucos que la elevaron desde su condición modesta de aldea, pueblo y villa. El asunto reclama más estudios analíticos y críticos documentados, de los que carecemos hasta ahora por falta de fuentes fidedignas que nos permitan realizar verificaciones y comparaciones, y principalmente por la tacañería procaz de las entidades oficiales llamadas a promoverlos.

Los aproximadamente 246 individuos originarios y forasteros con tierra (incluidos 24 de sus hijos menores de edad), cuyos miembros no aparecen en el primer registro presentado párrafos antes, deben incrementar el número de personas que vivían en la ciudad de Cangallo, haciendo un total aproximado de un poco más de 358 individuos, quizás algo más de 370, si se suman a yanacones, empleadas de hogar, desocupados y cimarrones sin tierra que no aparecen expresamente en los documentos tomados como fuentes para este artículo. Las familias originarias constituidas, empadronadas como indígenas, a las que se suman los forasteros que habían adquirido tierras, y que estimo deben agregarse a los mestizos originarios presentados en la lista precedente, son:

Enrique Mitma, casado con la viuda Irimana.
Mauricio Guamani         Casilda Mitma
Raymundo Guamani      Antonia Chumbili
Alejo Guarancca             María Chaucca
Alberto Díaz                     Ventura Tinco
Lucas Andrade               Eulalia Guallancca (1 hijo)
Esteban Mitma               Dionisia Anchayhua
Eusebio Mitma                Juana Arimana
Encarna Ccaulla             (Viuda ?, ilegible, manchado, 2/hijos ?)
José Bautista                  Petronia Cceccaño
Cayetano Ayala               Rosa Pizarro
Manuel Ayala                  Pascuala Ugosi
Alexo Yuyali                     Juana Castro
Atanacio Yuyali               (manchado, ilegible)
Matías Tanta                    Leandra Guamani
(Federico ? Mitma           Isidora Guamani ( 1 hija)
Teresa Guamani              Viuda de Carlos Ugosi
Marcelo Chaucca            Martina Ugosi
Francisco Ccahuana “      Paula de la Cruz
Gregorio Yucra                Dionisia Ccahuana
Sebastian Blas                María Tanta (3 hijos)
Esteban Guallancca “       (viudo, 1 hija)
Juan de Dios Guallancca “ Barbara Peralta (2 hijos)
(…………………)             Inocencia (…)
(Isidoro ? (…. ...)             Cecilia Chaucca (1 hijo)
Juan de la Cruz               Estefa Guallancca
Miguel Peralta                 Francisca Pillaca
Ignacio Yuyali                  Josefa Guallancca
Carlos Yuyali                               Isabel Huallanca (1 hija)
Eugenio Rojas                 Rufina (?) Mitma (1 hijo)
Manuel Rojas                  Juana Mitma (2 hijas)
Pablo Guallancca           Teresa Guancasaca
Mariano Guallancca       (Soltero, hijo del anterior, Pablo)
Ancelmo Blas                  María Mucha
Leonardo Guallancca “    Josefa Blas
Agustin Chaucca            Toribia Vilcamanta
Ilaria Rojas                        (Viuda de Mariano Tipsa)
Juan Chaucca                 Victoria de la Cruz
Lorenso Chaucca           Ignacia Tanta
(………………….)           Dominga Chaucca
Pedro Ccespe                  Mercedes Guamani
Gavino Chaucca             Sebastiana Guallancca
Manuela Inostroza, viuda de Baltazar Palomino (1 hijo)
Francisco Mocha            Juliana Mitma (2/hijos)
Bernardo Esquibel          Paula Guacausi
Basilio Chaucca              Lucía Chate
Domingo Mocha              Magdalena Mitma
Lorenzo Salbatierra                    Martina Mocha
Dionicio Blas                   Felipa Mocha (1/hija)
Pedro Peralta                   Tomasa Inostroza (1 hija)
Asencio Peralta               Manuela Yuyali
Santiago Conchoa         Lucía Tomayro
Vicente Rojas                   (Soltero de 30 años)
Marcelo ? (…)                  (…) Ccespe    
José Medina                   Isidora Guamaccto
Pedro Roa                        Rosa Medina
Cristóbal Ccahualla        María Mocha
Sebatian Ayotiu (?)        Toribia Alfaro
Asencio Aguace (?)       Gerónima Tanta
Pascual Chaucca           Manuela Aynace
Mariano Ccespe              Tomasa Sarasa (?) (1 hijo)
Santos Tanta                   Juliana Vilcamonte
Juan Tinco                          Petrona Díaz
Narciso Achmoccasa “     María Medina (2 Hijos)
Casimiro Aynace              Petrona Guallancca
Mariana Ccespe               Ildefonsa Tipse
Andrés Esquivel               Eugenia Cceccaño
Miguel Ayala                     (Martina ?  Cceccaño
Agustín Ccespe                  (…) Arango
Mariano Blas                                Casimiro Ccasapaico (1 hijo)
Abelino Blas                       María Garamendi
Teobaldo Chaucca          Santusa Yuyali
Juan Romero                    Cecilia Diaz (1 hijo)
Juan Mitma                       Martina Chaucca
Mariano Pizarro                María Bautista (1 hija)
Andres Chaucca              Cayetana Mitma
Juan Mitma                         Tomasa Guallancca
Balerio Mitma                     Antonia Chumbi
Fermin Guamaccto            Petrona Medina
Ambrocio Losa                    Estefa Orosco (3 hijos)
Francisca X. de la Cruz “   Evarista Mocha
Felipe Tumbay                   Bartola Bautista
Santiago Yuyali                 Ana Mocha (1 hijo)
Pasqual Tipsa                  Antonia Mucha (1 hijo soltero 20 años)
Alberto Cárdenas             Agueda Guacausi
Agustín Cárdenas            Melchora Tumbay (1 hijo)
Jacinto Mitma                    Juliana Chaucca (1 hijo)
Gabriel Peralta                  Manuela Inostroza
Simón Chate                                Andrea Chaucca (1 hijo)
Dionicio Ccahualla          Juana Chaucca
Manuel Chaucca             Asencia Pullo
Tomás Bautista                  Simona Ccahuana
Juan Mitma                       Alfonsa Bautista
Florentino Pizarro            Lorenza Rojas (1 hijo)
Juan Chaucca                  Agustina Reyes
(……………….)                Manuela Mitma
Fulgencio Cusiccahua “    (Eugenia? Tanta
Esteban Guallanca          Viudo
Anselmo Bera de?          María Mocha (1 hijo soltero)
Juan Yuyali                         Soltero, hijo del anterior (…)
(…) Guallancca                   Soltero, hijo de Juan Yuyali
Pedro Apaico                       Soltero, hijo del finado Joaquín
Marcos Blas                       Escolástica Ayala
Alejo Ccahuana              Hijo de Francisco
José (Bautista ?)              Soltero
Julián Yuyali                                Paula Quadros
Mateo Ccespe                     Soltero, hijo de Mariano
Mariano? Guallancca        Hijo de (…)
Mariano Peralta                   Hijo de (…)
Toribio Peralta                     (Sin datos, 10 años)
Mariano Chaucca              Gertrudis Cerda
Justo Esquibel                    Hijo de Andrés.
Fabian Tinco                                Josefa Mitma (1 hijo)
Francisco? Sullca            Francisca Tinco (4 hijos)

RESUMEN:
Originarios forasteros sin tierra    87
Total de indígenas                          87
Hombres                                        122
Mugeres                                        124
TOTAL:                                           246 personas

Como hemos dicho, si se suman los 112 individuos de la primera lista y las 246 de esta segunda lista, obtendríamos el total de 358 personas, operación que podemos realizar en virtud al supuesto verificado de que en las dos listas no se duplican el registro de ningún habitante que reside en la ciudad de Cangallo, salvo algunos casos de homonimia: Los componentes podrían considerarse, por tanto, como el total de habitantes que tuvo la ciudad-capital de Cangallo en 1826. Infortunadamente no podemos saber si estamos totalmente en lo cierto, porque no disponemos de otros censos específicos de referencia. Pero si la suposición es verdadera, entonces habríamos dado un paso importante para responder en alguna medida al manojo de preguntas formuladas anteriormente. Al parecer la primera lista es de los mestizos y quizás algunos blancos residentes en la ciudad-capital, eximidos de pagar tributos por la causa anotada de los incendios, y la segunda es la lista de los indígenas que también residían en la misma ciudad, avecindados con los numerosos mestizos y que, grosso modo, representaban el 66% del total de habitantes. Una pista consistente es la identidad de los apellidos.

Comparado el total de 358 habitantes obtenidos en la sumatoria del hábitat de la ciudad-capital, con otros pueblos y simples haciendas de la antigua provincia de Cangallo, las diferencias de población total y por lo tanto de tributos, emergen fácilmente. Así, el pueblo de Canchacancha albergaba 288 personas, Tomanga: 97; Auquilla: 78; Quispillacta: 569; Paras: 542; Anus: 88; Espite: 99; Vilcancho: 33; Cocas: 164; Urancancha: 139; Lucanamarca: 522; Sacsamarca: 248; Carapo: 163; Manchiri: 252; Huamanquiquia: 153; Totos: 569; Espite: 90, Vilcanchos: 33; Cocas: 164; Urancancha 139; Sancos: 432; Lucanamarca: 522; Sacsamarca: 248; Carapo: 159; Taulli: 163; Manchiri 252; Huancaraylla: 168; Llusita: 172; Sircamarca: 86; Alcamenca: 201; Guambo: 117; Colca: 429; Guancapi 413; Quilla: 194; Pitahua: 77; Umasi: 72; Gualla: 859; Tiquihua: 629; Ccayara: 529; Mayobamba: 155; Hazienda Chinchero: 208; Canaria 32; Pueblo quemado de Morcolla: 133; Pueblo quemado de Asquipata: 116; Pueblo quemado de Apongo: 174; Racaya: 121; Tacas: 151; Guambalpa: 301; Guamanmarca 149; Accomarca: 120; Guarcas: 185; Estancia de Occo: 161; Ccocha: 201; Hacienda Raymi: 24; Hacienda Upiray: 37; Hacienda Huallhua: 14; Vilcas: 69; Pujas: 3; Vischongo: 313; Umaro: 126; Concepción: 193; Hacienda y obraje de Ccaccamarca: 91; Hacienda de Pomacocha: 262; Hacienda de Chanin: 93; Pueblo quemado de Ocros 205; Chumbes: 32; Hacienda de San José y La Colpa: 50, etc.
                                                                                                          
Esta segunda lista, obtenida penosamente por las condiciones precarias del material documentario reproducido (destruido por los insectos, manchado por el agua, tachados o perforado por la tinta), puede ayudarnos aproximadamente a señalar quiénes eran las familias originarias de la ciudad de Cangallo y quiénes las familias forasteras con tierra que, generalmente, adquirían este estatus social por matrimonio o por concubinato con una nativa. Este criterio se puede extrapolar para la lista principal presentada inicialmente, reitero, con las precauciones del caso. En el ejemplo, la mayoría de forasteros habrían sido todos los que tenían apellidos de origen español o los cangallinos de padres españoles o mestizos naturalizados en casi 283 años de coloniaje. Obsérvese que todas las mujeres habrían sido originarias de la quemada ciudad-capital de Cangallo o, a lo sumo, de las aldeas vecinas. Pero tampoco este criterio es absolutamente inequívoco, pues, por mandato de uno de los concilios limenses muchos nativos fueron cambiados de apellidos obligados por sus curas en el momento del bautismo si ellos indicaban alguna remembranza idolátrica a sus deidades aborígenes o, al no tener identidad conocida, adoptaban el de sus patrones o el de sus padrinos o el de sus atribuidos padres siendo realmente hijos suyos; además que desde el 9 de junio de 1543, fecha en que Cangallo existió oficialmente como un lugar geográfico para los españoles digno de tomarse en cuenta (por iniciativa de Lorenzo de Aldana, el primer encomendero de las tierras cangallinas que precedió a Juan Palomino), las combinaciones entre nativos/as y españoles/as por matrimonio, concubinato o casual encuentro sexual que dieron origen a los mestizos predominantes en nuestra ciudad, fueron panes del día, habiendo sido más  frecuentes las relaciones de varones españoles o mestizos en sus distintos grados con mujeres nativas y/o mestizas pero con apellido español. Entre 1543 y 1826 habían transcurrido 283 años de libre producción demográfica en perjuicio de nuestros indios, como anotaba −todavía por alrededores de 1600− con nostalgia y cierto acento racista de molestia, el cronista huamanguino indio Guaman Poma de Ayala.

Estos resultados censales de originarios y forasteros con tierra, pueden presentarse también organizados por doctrinas componentes de la antigua provincia de Cangallo. Así, Chuschi, tenía 1454 habitantes; Totos-Quispillaqta: 1625; Sancos: 1199; Carapo: 716; Guancaraylla: 804; Colca: 1187; Gualla: 2440; Canaria: 1042; Guambalpa: 1264; Vischongo: 1365; y Cangallo: 1104. Estos parciales reunidos daban un total de 14,200 personas para toda la provincia: 6,844 hombres y 7,356 mujeres.  Las fuentes mencionadas otorgan también otros datos parciales para las mismas circunscripciones que hacen extraviar por momentos al investigador; por ejemplo se dice en otros folios que debo organizarlos mejor que Totos tenía 16 almas de población, Chuschi y Quispillaqta: 390; Sancos: 138, Colca: 18, Huancapi que era anexo de Colca: 19, Quilla y Pitagua: 17, Hualla: 11, Canaria: 156, Huambalpa: 122, Huamanmarca: 221; Vilcas; 341, Vischongo: 80, Acomarca: 68, etc. En cambio la hacienda Carampa tenía 62; la hacienda Huallhua: 82, Moncua?: 171, Pujas: 173, Ocros; 111, Saurama: 47, Ccaccamarca: 51, etc, tratándose probablemente de pueblos concretos y no a circunscripciones más amplias como las doctrinas y repartimientos. El que he presentado líneas arriba, por doctrinas, requiere también afinarse en pequeñísimos detalles que espero realizarlos con nuevas confrontaciones en los repositorios para publicarlos en otros medios. Me urge entregar este regalo a los cangallinos también por sus fiestas patronales de este año 2018. Ellos tendrán ahora una mejor idea sobre sus orígenes familiares y una oportunidad para sentirse orgullosos de sus raíces telúricas y aspirar los aromas del porvenir sin minusvalías.
               
ALGUNAS CONCLUSIONES:

1.- Hubo una mestización indiscriminada entre las familias de origen indígena y la española; principalmente de varones o mestizos o castas con nuestras indígenas locales. Ello explica que los apellidos se repliquen no sólo en el ámbito provincial, sino que ocurran en casi todas las circunscripciones geográficas de la sub-región del Pampas y el departamento de Ayacucho.
2.- Como la ciudad-capital de Cangallo, tiene un reducido espacio habitacional, hubo corrientemente uniones incestuosas en distintos grados de consanguinidad. Ahora mismo, casi todos son parientes de todos.
3.-  La desaparición de ciertos apellidos explica los cíclicos procesos de migración de los cangallinos principalmente a la costa central y a la capital departamental, diferente a la migración contemporánea obligada por motivos de educación y trabajo y que está generando la decadencia inexorable de la mayor parte de los pueblos de la subregión del Pampas, pero, principalmente, la pérdida de nuestra mejor riqueza espiritual: el ser de nuestros apellidos indios que identifican parte sustantiva de lo peruano original. Perdonen, pero concluyo este modesto escrito, sollozando sin más testigos que los violines del silencio; mis lágrimas desean verse ante su propio espejo terruñero, humedeciendo con parvadas de amor esta tierra-madre: mensajera cariñosa entre lo efímero y la eternidad.

                                                                       Cangallo, 28 de julio de 2018.
                                                                            Max Aguirre Cárdenas.
  
Fuentes:
 A.-Padrón de Contribuyentes del Pueblo y Ciudad de Cangallo indultado por supremo decreto respecto a ser  quemado que empieza a rejir desde el 1ro. de julio de 1826”.
 B.- “Revisita de indígenas de la Provincia de Cangallo hecha por don Manuel Valdivia. Año de1826”