miércoles, 12 de febrero de 2014

PRESENTACIÓN





EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
                                                          

PRESENTACIÓN


Dilectos amigos:
Presento a vuestra consideración mi blog EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO, dedicado a la crítica social sana, a la información dialogante y, paralelamente, a explorar la historia regional ayacuchana, con énfasis en la historia subregional del Pampas. La coincidencia del título con el de la famosa novela de Marcel Proust ha sido fomentada deliberadamente entendiendo que la intención del escritor francés al redactar su obra fue también la de evocar subliminalmente su propia vida sentimental y la de los personajes de su entorno, leit motiv que se percibirá igualmente en mis escritos como una alegoría a mi final frustración experimentada con mi residencia a medio tiempo en la provincia de Cangallo durante ocho años con el propósito de contribuir a salvarla del marasmo que ha sustituido a sus épocas heroicas, y paralelamente obstinado en escribir su historia.
 Nadie es profeta en su propia tierra, reza un adagio bíblico. Sin embargo, armado de amor, racionalidad y disciplina me adentré en sus arcanos históricos para comprender y/o explicar los distintos momentos de su itinerario glorioso, ahora amenazado por las hienas de la decadencia inexorable. Abrí los ojos de asombro y sentí la misma admiración que experimentaron los ilustres historiadores Germán Leguía  y Virgilio Roel por esa casta heroica de antiguos cangallinos que iniciaron a construirla, pero luego experimenté profunda tristeza al constatar la injusticia con la que le había retribuido el Estado peruano por sus hazañas libertarias, mezcla de aflicción y desdén al ponderar el olvido secular como forma inmoral de ingratitud que casi ocasionó mi pérdida de fe a la condición de ser peruano por imperio de la ley (eslabón último que me liga con esta patria). Por fortuna, no me dejé ganar por el resentimiento, menos por la indignación procaz al constatar hoy que aquellos gallardos morochucos están siendo reemplazados por una nueva raza de hombres ponzoñosos salidos del útero de las musarañas, estériles para el debate civilizado pero geniales para murmurar con la sabiduría de las sabandijas. Pese a que sabía que eran solamente caricaturas postmodernas de las bandas ancestrales que recorrieron sus páramos urgidos por las fuerzas biológicas de la subsistencia, abrigué -con delicada cortesía- la esperanza de que habrían de cambiar por el bien de la provincia. Pero admito hidalgamente que estuve equivocado. Admito que no tengo la paciencia del arroyo que esculpe sin apuro las piedras más duras para convertirlas en ángeles del bien  (Para suerte nuestra, por ahora son pocos, como las plagas veterotestamentarias, pero peligrosos al fin. Ojo que nuevamente han conseguido hacer retroceder -como consecuentes cangrejos que se obstinan en la gimnasia del “saltopatrás”- la idolatría del 21 de junio como día jubilar de Cangallo, desconociendo las resoluciones del gobierno local y regional e ignorando las razones positivas que en tres publicaciones mías y dos pequeños foros se esgrimieron. En anterior oportunidad aprovecharon el hedor alcohólico de uno de sus miembros más connotados: un troglodita desorejado para intentar infectar con su tufo maligno de albañal la atmósfera de los cabildantes con el propósito- de mancillar la escenificación de la primera Jura de la Independencia de Cangallo. Lanzó el infeliz crustáceo denuestos célebres de sabiduría histórica, hasta que  fue expulsado por los patriotas como se patea a un ataúd redondo para echarlo en el estercolero. Finalizó la temporada de oposición porcina con una denuncia penal al burgomaestre por haber invertido en la fiesta cívica jubilar algo  de 24,000 nuevos soles en la adquisición de disfraces para el elenco teatral, el pago de una banda típica de chirisuyeros, hospedaje y alimentos para los estudiantes de la caballería morochuca, alfalfa para la caballada y otros adminículos que sería ridículo mencionarlos aquí). Es deber de los auténticos cangallinos evitar ser mordidos por estos feos reptiles del serpentario de Asnaqwayqo.
Decía que abrí los ojos de admiración para luego sentir tristeza, etc… Me autosugestioné adrede, repitiéndome como ejercicio catequístico, que aquel orden podía y debía ser modificado sustantivamente. La pobreza extrema en que se debate la otrora cuna de guerreros bizarros sigue lastimando mi sensibilidad espiritual; sus indicadores no nos engañan. El índice de Desarrollo Humano de la provincia, apenas frisa el de su par más atrasado del Perú (es el penúltimo); hasta territorialmente fue objeto de hurto por parte de una jauría de políticos hematófagos y de otros parásitos humanos que teniendo los órganos digestivos en el cráneo, hallaron el camino perverso de la arbitraria fragmentación infructuosa. No estaba lejos de la verdad cuando constaté en los documentos que los grandes culpables de esta situación eran: En primer lugar, España, por su tenacidad de borrarla de los mapas político y social. En segundo lugar, el Estado Peruano, renuente a reconsiderar su indiferencia con ella que había facilitado grandemente -a costa de la vida de sus hijos y sus patrimonios materiales- el triunfo final de la independencia del Perú. En tercer lugar, un grupúsculo de sus herederos étnicos que están satisfechos con el statu quo provincial, pero sobre todo con el de la ciudad capital de Cangallo de la cual se creen huamanis ancestrales y defienden, no sin jocosidad, el establishment parroquial.  Son los fieles de la Iglesia ortodoxa de la Maldición de Carratalá que esperan su oportunidad para fagocitarla definitivamente. No incluyo a los diputados de la provincia como Ángel Pacheco, Valentín Munárriz, José Mariano Alvarado y Pedro Cárdenas Orozco, que estuvieron a la altura de las circunstancias históricas; pero el resto: una retahíla de hemíonos carentes de fibra histórica, emolienteros de cañazo, ataqo y paiqo, gamonales frívolos y ramplones, asaltaron las curules de la patria sólo para calentar sus traseros cluecos con suculentos sueldos y fragmentar la provincia con la irresponsabilidad de los hampones ¿Quieren una prueba, una demostración, un argumento objetivo?  OK, Cangallo, cuna donde la Libertad mojó sus primeros pañales, es una de las provincias más atrasadas del país, igual que sus hijas clonadas con la alquimia clientelista del Divide y Reinarás. Invito a cotejar los indicadores suyos con las cifras de las demás provincias del país en las Estadísticas del INEI. ¡Y qué mejor si se dan una vuelta por sus aldeas donde el tiempo se ha detenido para curar las heridas de la pobreza extrema!
Dije que había que modificar el orden social imperante. En efecto, convencido de que las metas de desarrollo económico, social y cultural no alcanzarían niveles convenientes si previamente o simultáneamente no se reparaba o se reestructuraba la identidad de la subregión dañada por los eventos históricos, me puse a trabajar solitariamente eligiendo el camino de la investigación científica del pasado cangallino como contribución mía, cuando descubrí que la tarea podía también enriquecer mi propia identidad personal: explorar mi propio pasado, comprender sus claves sentimentales y dar respuesta a los enigmas que mi esfinge interior me interrogaba desde que fui promovido a la adultez. De aquí mi alusión a Proust.
Olvidaba decir que este blog tiene también como objetivo abrir los canales dialógicos con los amigos que quieran leerme y replicarme si así lo desean. Sólo les anuncio que escribiré –como quería Nietzsche- con mi propia sangre, seguramente enredándome en los hilos pegajosos de Ariadna o embelesado con las estrellitas escitilantes del Así Hablaba Zaratustra. Así, si deslizo algún yerro por algún intersticio de este bloque virtual –que como saben es imposible evitarlo- excúsenme firmando el acta de vuestra benevolencia. Pero en todo caso, procuraré tener como único mandamiento el axioma ético enunciado en dos formas: Como prohibición: “No hagas a otros lo que no quisieras que te hagan a ti”, o como autorización: “Has a otros lo que quisieras que hagan contigo”. En otras palabras, ejerceré mi genuina libertad, intentando evitar su desgracia: el libertinaje. Como comprenderán, es muy difícil percibir la línea que los separa. Como experimentaba haciendo poesía, estas visitas al infierno y al reino de la providencia, me serán no sólo lenitivos para mi alma insatisfecha; sino serán verdaderas catarsis, ensayos de liberación personal, aceptación de mis derrotas, prognosis de mi salud mental, profecías de mi vida interior, interpretación de mis sueños, triunfos de mi racionalidad, religión de mi soledad, parodia de mis angustias, conquista frustrada de mi felicidad. Recién puedo decir legítimamente que ejerceré mi derecho a la libre expresión, al libre pensamiento, con todos los peligros que la práctica de estas libertades supone. Espero escribir también sobre asuntos que contribuyan a la formación espiritual de los niños y jóvenes cangallinos, sin excluir por cierto –en plan de profilaxis pedagógica- los temas referidos a los peligros de vivir en la sociedad postmoderna, las grandezas y miserias del hombre global, aunque también hay necesidad de poner en la balanza crítica muchos tabúes nuestros, sobre todo los generados por nuestra insularidad provincial e impiden el desarrollo espiritual del colectivo regional.
Para finalizar, anuncio que en este blog también publicaré un sinnúmero de documentos producidos, para que los que deseen obtener algún dato para la historia reciente de nuestra provincia puedan apelar fácilmente a este archivo. Si encuentran inconsistencias, tienen que comprender que se deben a la razón de que fueron redactados en distintas fechas y circunstancias, y comunican en la mayor parte de ellos opiniones y puntos de vista.        


  maxaguirrec@hotmail.com.
Lima, 15 de julio de 2013





LA MALDICIÓN DE CARRATALÁ Y LA DECADENCIA DE CANGALLO

No dejaré ser viviente ni piedra sobre piedra
(Carratalá)

Premonitoriamente, en un modesto poemario, dedicado a nuestra tierra-madre, el 7 de octubre de 2012 por su DIA JUBILAR, y que lleva por título “Crisálidas Líricas” (adosado al trabajo “Cangallo, cuna de la primera jura de la independencia en el Perú), en el poema “¿Por qué el acíbar y los cactos florecen en mi alma?, yo escribía : “ el hombre en Cangallo tiene miedo a ser feliz”, “miedo de vivir esperando el alba que nunca llega”. Estos versos y los demás, expresaban un estado de ánimo colectivo que mi corazón había detectado como consecuencia de mi agónica residencia en la ciudad de Cangallo (agónica en el sentido de Unamuno: equivalente a una lucha dramática aferrada con tenacidad a la vida) Desde el principio sospeché que aquel miedo era una resultante histórica del injusto estado de postración al que había condenado a Cangallo la Colonia y la República. La primera por haberla sojuzgado hasta “reducirla a cenizas y borrado del catálogo de los pueblos”, cumpliendo los criminales propósitos del virrey La Serna y su cancerbero Carratalá (He bautizado esta condición existencial como el Síndrome de Carratalá o la Maldición de Carratalá); y la segunda por haberla privado de los recursos indispensables, tanto materiales y espirituales, que la redujeron a la condición de ser capital de una de las provincias más atrasadas del país. La primera, en venganza por la sostenida actitud libertaria de sus habitantes*; y la segunda por la miopía de nuestros gobernantes republicanos que impidió –que siquiera por elemental gratitud- reconstruyeran su modesta infraestructura productiva dañada severamente, o la dotaran de otra modernizada. Se limitaron a premiarla con medallas, títulos honorarios y algunas excepciones tributarias. Alguna vez intentaron reconstruir por lo menos la ciudad capital por gestiones del diputado Ángel Pacheco, pero el diabólico río Macro, haciendo honor a la mencionada Maldición de Carratalá, se empecinó en borrar sus vestigios. El pueblo colonial de Cangallo, otrora próspero al decir de Ruiz Fowler, sucumbió a las fuerzas de la adversidad muchas veces, pero como el Ave Fénix renació en múltiples ocasiones gracias al temple espiritual de sus hijos. Pero este elan heroico fue declinando lentamente en ellos anestesiado por la ingratitud del Estado, hasta la situación actual de lasitud y molicie. Pese a ello, pensé ingenuamente que la resiliencia social (control y triunfo sobre la adversidad) brotaría por algún resquicio de su antigua alma dionisíaca por el empuje viril de sus hijos. Estaba equivocado. Paradójicamente, muchos de ellos que alcanzaron a tener poder (fueron presidentes o vicepresidentes regionales, viceministros de Estado, conductores de la educación y la salud regionales; hoy mismo, otro de sus hijos es mandatario regional y no será objeto de nuestra evaluación mientras no concluya sus anuncios), cuando se trató del renacimiento de su lar nativo, ellos que surgieron de la nada y en nada se convirtieron, nada de nada hicieron, y con estas credenciales arribaron al puerto del olvido absoluto, más puros que la nada del día anterior a la creación del mundo, más impolutos que las huellas que no dejan huellas. Sin embargo, respetuosamente les digo que pudieron haber hecho algo más que su simple presencia honorable en los comandos estatales. Por ejemplo, estimular la conciencia cangallina para eliminar sus ateromas históricos que dificultan la circulación del elan renovador (energía espiritual positiva) y superar así la antedicha maldición. No es una censura destructiva, pues percibo que las puertas de la provincia todavía están abiertas para que emprendan un nuevo ciclo de liderazgo dirigido a superar el statu quo y engrandezcan su genealogía de prohombres ante el tribunal de la historia. Hasta tanto, sus sepultureros que últimamente han negado la legitimidad y grandiosidad valorativa del NUEVO DIA DE CANGALLO –reconocido ya por resoluciones del gobierno local y regional, y quizás por  el gobierno de la nación- seguirán danzando la qachwa primitiva y llenando sus buches de alcohol recordando ignorantonamente el 21 de junio como efeméride cívica que la piratería aldeana inventó como tótem de la provincia, es decir, auto-mutilándose sus racionalidades y sustituyéndolas con las fuerzas oscuras del instinto machista de oposición por la oposición.
Sospecho que todo esto gestó en el espíritu del cangallino, otrora contestatario y viril, una suerte de procrastinación en muchos de sus habitantes y francamente patológico en algunos. Este síndrome, entendido como la incapacidad para emprender los retos urgentes del presente sin decidirse por ninguna de las alternativas evolutivas del muestrario social, o como una incapacidad patológica que des-cubre una voluntad social debilitada que se revela en conductas individuales como la indiferencia, la oposición o negativismo a toda suerte de iniciativa creadora, el talento para ladrar como el lebrel del hortelano que no caza ni deja cazar, o del asno de Buridan que no decide cuál manojo de heno comer, si el del lado izquierdo o del derecho, y agota su tiempo tratando de elegir una alternativa que, teniendo con la otra igual conveniencia, le impide encontrar la inconveniencia, o encontrándola, convierte la conveniencia en inconveniente, y así enredarse indefinidamente en el círculo vicioso de la angustia; desde luego absteniéndose tercamente de tomar decisiones o realizar cualquiera de ellas con su consecuente trastorno de ansiedad crónico y sus secuelas neurológicas de distress o stress negativo. Domésticamente, en los casos leves no atribuibles a la pereza, se manifiesta en la tendencia de postergar las tareas para el futuro o encontrar un pretexto para eludirlas. Sin embargo, espero estar equivocado en mi diagnóstico y a lo sumo atribuir lo dicho a una suerte de hibernación histórica de un maqma volcánico que se retroalimenta para “conmover el mundo” como alguna vez profirió con altivez amenazante un líder de los morochucos cuando se le comunicó que el gobierno les restablecería la obligación de pagar los tributos eximidos por ley expresa.
Según la DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, son inherentes a nuestra condición el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad como persona, cualesquiera sean nuestra raza, color, sexo, clase social, religión, economía, característica étnica, régimen político, jurídico, geográfico, etc. El hombre tiene también derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, a la igualdad jurídica, a la protección contra toda suerte de discriminación, al amparo de sus derechos, vale decir, tiene derecho a la justicia. También son derechos suyos: la nacionalidad; el fundar una familia; la propiedad; la libertad de pensamiento, conciencia y religión; la libre opinión; la educación;  la salud; la protección moral y la cultura. La Constitución Política del Perú, reconoce como derecho supremo la defensa de la persona humana y su dignidad como tal. Corolarios de este derecho primigenio son los demás derechos.
En todo lo mencionado existe un derecho que las legislaciones citadas se inhiben de enunciarlo, supuestamente porque los derechos identificados párrafo antes, están dirigidos -directa o indirectamente- a realizarlo, o porque implican a él como meta, o porque él es un concepto gaseoso que enmascara una utopía. Nos referimos al derecho a la FELICIDAD. A mí me ha conmovido en mis jornadas de investigación en los archivos que casi todos los documentos antiguos hacen referencia explícita a este derecho. Y generalmente lo hacen postulando  el bienestar del conjunto social como derecho fundamental del que se deriva el resto, y no el derecho  de la persona humana que pone acento en la individualidad como lo hace, por ejemplo, la Constitución vigente del Perú. El rey legisla para buscar la felicidad de sus vasallos; las Cortes, igualmente, salvo los mandatos papales que trasladan el concepto de felicidad a la esfera de la residencia celestial divina, o los ukase a la esfera de la voluntad omnímoda del zar. Pues bien, ¿por qué el cangallino tiene miedo a ser feliz? ¿Es el derecho más difícil de encontrarlo y ejercerlo que los demás derechos? ¿Tiene miedo a realizar el mito? ¿Desprecia la utopía de la felicidad por irrealizable, porque como revela su etimología no tiene lugar o sitio en el mundo humano? El espacio que nos queda sólo nos alcanza para exhortar a la reflexión personal de cada cangallino en torno al tema, al cómo entender y definir la felicidad y al cómo conseguirla. Si las frases desarrollo humano, desarrollo económico social y cultural de Cangallo, les resultan caras, luchemos entonces por el mito de la felicidad de nuestra provincia. Yo estoy dando un paso a la felicidad porque puedo sostener que ella no es un estado de ataraxia metafísica inundada por la paz divina, sino un estado ético de equilibrio espiritual entre nuestros deberes y nuestros derechos, acechado continuamente por el mal que nos permite precisamente identificarla y entenderla. Y uno de mis deberes será próximamente difundir mis nuevos hallazgos sobre la vida de Valentín Munárriz, José Mariano Alvarado y Ángel Pacheco dentro del marco hermenéutico de los movimientos independentistas de Cangallo y Huamanga. Y con ello facilitaré la felicidad de muchos, pues a través de ellos, les ayudaré a conocer algo más del itinerario histórico de nuestra tierra y la identidad social de sus habitantes.   maxaguirrec@hotmail.com
                                                                                                        Lima, 1° de julio de 2013.
_______________
(*) Al parecer, los españoles no sólo confiscaron las propiedades de los morochucos, sino que desearon poner en práctica todo un programa etnocida. Ello explica la destrucción total de la ciudad de Cangallo y la quema de casi todos sus pueblos. Ricafort, en su Parte al Virrey, informándole de la muerte de cientos de morochucos en Chupascunca y la primera quema de Cangallo del 2 de diciembre de 1820, le dijo ufano: “De no haberme compadecido de estos infelices alucinados hubiera desparecido la población de Cangallo” (Gaceta del Gobierno de 27 de diciembre de 1820). Otro dato para reflexionar: Según Atanasio Fuentes, basado en la “Memoria de los virreyes que han gobernado el Perú… Cangallo tenía en 1802: 28,556 habitantes. En 1814 contaba solamente con 16,325.


                                       

                             EL RITUAL DEL MARCACHANCHO.

Max Aguirre Cárdenas    


Remembranzas de Cangallo”, así se titula el artículo de Miguel Gómez Calderón, publicado en el primer número de la Revista “Bicentenario”, editada por los cangallinos con miras a enaltecer la celebración del Bicentenario de la Jura de la Independencia de la heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo. Con el tráfago de mis problemas cotidianos, no había ponderado en su oportunidad la estirpe literaria del escrito embellecido por los manes de la nostalgia. Fue una tarde cuando masajeando mis fatigas empecé a releerlo y de pronto reparé que había sido atrapado en su lectura, más porque debajo del texto el diagramador había colocado -como un reclinatorio para los recuerdos- una panorámica de la pequeña Cangallo que, por esos trucos del registro fotográfico, nos permite percibirla instantáneamente en su global tamaño, no segmentada en dos pedazos como nos muestra habitualmente una fotografía tomada desde la misma distancia con una máquina carente de gran angular. Me sentí transportado al lar cangallino y algo de mi niñez frustrada afloró en mí. Digo frustrada porque salí de él a los cinco años y retorné a los sesenta para residir entusiasta en su suelo (como hijo pródigo de barba y cabellera otoñales, un poco apaleado  y envejecido por el destino, pero chino de risa como fonetizaban mis amigos con leve ironía). Como a Miguel, a quien no tengo la honra de conocerlo presencialmente, algo de la nostalgia atávica se apoderó de mi espíritu. Yo también había retornado con la imaginación varias veces, pero en una oportunidad estuve cerca de transponer la valla de la prohibición paterna,  cuando llegué hasta Huaqrabamba y me permitieron aspirar el aroma suave de las retamas y retozar en las aguas tibias de Huahuapuquio.  Divisaba a lo lejos emerger una partecita de Cangallo reverdecida por sus tunales y lamida por el Pampas de aguas turbias; las arenas blanquecinas del gran río le daba aire de modernidad; yo me limitaba a tocar sus puertas con los latidos de mi corazón. En otra, por fin arribé a ella luego de haber renunciado a mis estudios en el Cuzco y haberme emancipado definitivamente de la férula de mi padre. Fueron los años más felices de mi vida ya que después la fortuna me fue esquiva. Estuve refugiado durante dos años en el hogar de mi madre, dedicado por las mañanas a devorar ávidamente los libros de casa y los del club Lolo Fernández que empecé a dirigirlo sin ser hincha del Universitario de Deportes (creo que leí hasta los manuales de brujería de San Cipriano y el arte de vivir sin trabajar; los míos habían sido confiscados en el Cuzco por la dueña de la pensión, una mujer voluptuosa de encantos y muy generosa con los estudiantes), y de paso dar vida a un periodiquito mural donde escribía solitario para mí mismo; y por las tardes me entregaba a la timba jugando  póker con los notables del pueblo como el Dr. Fukunaga, el flaco Falconí, el “punto” Salcedo, el extinto gordo Galarza y un comandante de la policía cuyo nombre ya no recuerdo (más porque su estada fue breve y nos dejó con su impericia para el bluff suculentas ganancias). El doctor Fukunaga era más cangallino que las waqyas del Pampas, pues, de tanto identificarse con nuestra tierra, procreó chinitos ensamblados en una matriz autóctona. El flaco Falconí, pocra wallpasua hasta la coronilla, era tan alto de estatura que los amigos lo empleaban para ramonear las copas de sus eucaliptos (él había brillado –cuando mozo- como basquetbolista de la selección ayacuchana). El punto Salcedo, que llevaba su alias con orgullo huancasanquino, nunca se amedrentaba de nada, especialmente de las apuestas fuertes; el truco consistía en exaltar su ego y mirarle a los ojos para saber cuándo faroleaba. El gordo Galarza, ceremonioso en el caminar y dueño de una sonrisa dental de kututo destetado con jugo de zanahoria, era un huanca inteligente, rápido en sus decisiones en la faena pokerística. Y pensar que aquellos dos años mi madre me dejaba religiosamente en la mesita de noche unos tres soles diarios pensando que necesitaba para mis gastos  cuando en un mes ganaba con los naipes casi el equivalente a medio sueldo de su marido el Sr. Chenett. El póker (cuyas reglas las reinventábamos para hacerlo más interesante, no apto para los parroquianos que  en el garito del viejo Aronés jugaban al “golpeado de diez centavos”) también sirvió para cubrir en un año el  costo de cinco llantas del automóvil Simca del Dr. Fukunaga, según los cálculos del gordo Galarza que gerenciaba las ganancias y pérdidas en términos de llantas. En efecto, Fukunaga era tan avispado y metódico que se conformaba con ganar unos veinte soles diarios a expensas del aventado punto Salcedo, del bluffero comandante que apostaba fuertes sumas para hacernos correr, y de la inocencia del flaco Falconí. Galarza era muy hábil, pero le perseguía crónicamente la mala suerte como el sudor a su camisa blanca almidonada y que nunca le cerraba el cuello. Bueno, yo también era algo pendejerete en el juego y generalmente obtenía pingües ganancias que las gastaba en cigarrillos mentolados Paxton que los encargaba comprar en Ayacucho y en una que otra jornada cervecera. Cuando perdíamos, don Fuku, como lo llamábamos familiarmente  desde que llegó como médico jefe de la posta médica, lo hacía en el promedio de cinco soles, y yo, cuarenta al menos. Cuando perdían el punto Salcedo (que como dije era suicida en el juego) y el comandante, lo hacían en el orden de cincuenta a cien soles, pero las pocas veces que nos ganaban se llevaban hasta doscientos morlacos. Galarza, convencido de su parentesco con la mala suerte para los juegos de azar, se refugiaba en la letanía de sus venturas en el amor y apuraba el minutero del reloj para poner fin al encuentro, llegando a perder o ganar “chillpería de misa de difuntos” –como el solía motejar a su faena, comparándola con los óbolos que los feligreses dan después del kirieleisón.
        Recuerdo que al arribar a Cangallo sentí como un bálsamo las caricias de mi madre al tiempo que unos lagrimones se deslizaban por sus  mejillas de flor caucásica. Como Miguel (limeño mazamorrero, catalán rojiblanco y casi ciudadano del mundo, pero de ancestros cangallinos) experimenté emotivamente la vinculación ontológica con el microcosmos terruñero, que ahora lo describo como si Henri Bergson hubiera renacido y me hubiera llevado de las orejas para intuir in situ aquello que había intentado comunicarme en sus bellos y profundos libros de filosofía (increíblemente prohibidos por la jerarquía eclesiástica gazmoñera, mirando como siempre el mundo a través de los retrovisores bíblicos). Mi madre tenía los ojos profundamente negros, cabellera profusa del mismo color y la mirada nostálgica de una gitana andaluza. Entre mis numerosos amigos destacaban “Lavalle” Cupertino (mi primo y grácil compinche de aventuras, reputado  trompeador y vicioso lector de Selecciones del Reader´s Digest y las novelitas western que coleccionaba por decenas; primero profesor y hoy virtuoso ingeniero civil) y el famoso teniente de la policía apodado “Volsvaguen” por su apellido de origen germano: Von Wagner. Él, natural de Pozuzo, estuvo poco tiempo en Cangallo, pero sus historias satiriáticas son como para narrarlas interminablemente como la Sahrazad de “Las Mil y una noches”. Pero en síntesis era un auténtico homo erectus seductor, un peligro social que aprovechaba su carisma para cautivar con una sola mirada el instinto gregario de una mujer ¡Ojo, y sin lucirse con su uniforme de gala de botones dorados y charreteras churriguerescas!, porque si no te santiguabas y tenías novia…¡Uf! ¡Pobre de ti! ¡Ni con rezos a San Antonio la recuperabas!  A mí me incautó una linda marimoña en menos de lo que dura cantar el himno nacional, y pese a mis oraciones. Pero él también bebió de su propia medicina. Una guitarra, una voz romanticona y unas canciones “quitacalzón” (así bautizó a este género melódico mi amigo cuzqueño Ángel, apodado el Embajador de Bérgamo, no porque era natural de Lombardía, sino por una razón jerosolimitana que alguna vez revelaré), tienen efectos devastadores para las defensas sentimentales de ciertas preciosidades, que ni la “pinta” salvaje ni la coramina -siendo buenos antídotos- pueden contrarrestarlos; ¡claro!, salvo una nutrida billetera.  ¡Con la vara que mides, serás medido!, reza una temible sentencia bíblica. Ésta, se la repetía a menudo como martillo al yunque, hasta que la amenaza rindió sus frutos: una mañana quejumbrosa se marchó para siempre el outsider teutón. Ahora lo añoro una eternidad.
        En la época descrita, fue cuando bebí por primera vez el marcachancho cangallino, que me sabía al principio como panetela de madrastra, pero no donde la mudita sino en la pascana de doña Delfina. Era el ritual obligatorio después de los sabáticos partidos de fútbol en el antiguo Estadio, ahora local de la institución educativa María Parado de Bellido. Llegábamos sedientos, como camellos descascarados por el sol, a la modesta tiendecita de la primera cuadra del jirón Leguía donde la dueña nos atrapaba con su amabilidad y su agradable presencia. Nos sentábamos bulliciosos en un poyo angular largo, de piedras de canto rodado y mortero de barro pero suavizado por unos pellejos que olían a cortesía autóctona. Delante nuestro presidía la ceremonia una mesita cojitranca que exhibía escandalosa los nombres de algunas féminas que ciertos pincharratas habían garabateado en bajo relieve o con tinta indeleble, añadidos de sus despechos o sus declaratorias de amor. Nosotros, sudorosos por el calor inclemente del mediodía, pagábamos con docilidad los cincuenta centavos que costaba la botella de marcachancho fabricado a base de cebada tostada, canela, clavo de olor, un poco de azúcar rubia, y sometido a leve fermentación. El tema de nuestra discusión era naturalmente las incidencias del partido a veces aderezado con  las narraciones jocundas de los anecdotistas cómo el que mi queridísimo tío Donato Aguirre, aterido de tragos, había hecho marchar a sus hijas hermosas silbando una marcha militar coreana, o el haber realizado una visita nocturna a los naranjales del diputado Pedro Cárdenas con el permiso de su propio hijo, quien ahíto de las emociones de príncipe heredero derivadas de su primogenitura, exploraba sensaciones nuevas de teatral disgusto con los apuros justificatorios del cuidante y su “costilla”, quienes por entregarse a los delirios nocturnales del himeneo, no advertían la presencia de los “invitados” al banquete cítrico. Las paredes elevadas de los cercos (teóricamente insalvables) no eran un obstáculo, pues los aprendices de Caco ingresaban a medianoche por los portillos estrechos de la enorme propiedad inundados por aguas ruidosas que aparentaban ser infranqueables; ellos se deslizaban como unchuchukos, imitando el silbido de las paca-pacas para comunicarse sin ser descubiertos (Ojo, pese a que a nadie le faltaba en casa un huerto pletórico de frutales y dado que en Cangallo no había cine, ni televisión ni radio, salvo las linduras -como las hermanas Obregón- prohibidas por sus hermanos a escuchar una serenata. Además, hurtarle una docena de naranjas a don Pedro, era como arrebatarle a las playas del Pampas una cucharadita de arena). Nuestro local marcachanchero, a veces se convertía en un  vulgar chupadero berebere (en realidad debía decir abrevadero porque éramos unos verdaderos animales cuando desplegábamos sin freno nuestra jerigonza juvenil y nuestros modales de rústicos cow boys andinos), cansados de que el marcachancho sabía a desayuno de Baco menesteroso, menos a una chela Cristal o Pilsen remojada en agua fría; peor, porque siendo técnicamente una cerveza, no emborrachaba siquiera un poquito. De aquí el nombre marcachancho, asignado irrespetuosamente a esta sana bebida, es decir cerveza casera sin marca, sin lúpulo y sin alcohol, envasada en una vulgar botella que, a falta de corcho y etiqueta, se la sellaba con qoronta y ternura pueblerina.
       Cómo duele constatar la desaparición total de esta popular bebida de la dieta cotidiana de los cangallinos. Ni los más antiguos dipsómanos la reclaman pese a sus virtudes sanitarias. Uno que otro viejecito, doblegado por el peso de los años, la recuerda con una pizca de melancolía. Duele comprobar que ha sido sustituida por marcachanchos humanos de virtudes postizas y sangre turbia; para el colmo ni siquiera por ejemplares porcinos de marca, sino de los otros, sin marca: bípedos implumes que apuran la agonía de Cangallo y no su triunfal resurgimiento.  Son pocos, pero son, como decía Vallejo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                  Lima, 22 de julio de 2013





CANTO A CANGALLO DESDE LOS ESCONDITES DE MI INFANCIA

                                             (Poesía Experimental)*
                                                                                               Max Aguirre Cárdenas

Yo soy todavía un niño,
y por eso, Cangallo…
sólo puedo ofrendarte mis sueños
y mi gratitud panificada en el alba de mi infancia.

Mi corazón en capullo, pequeñito de corolas
y aún con el aroma tierno de la leche materna,
te dice en cada latido
lo mucho que los niños te queremos,
lo inefable de nuestro amor universal:
            un sentimiento no escondido
            mostrado a pecho transparente
            como el milagro diario de ver a Dios
            bendiciéndote desde el Tinkaylla
            y dándonos a libar en el biberón la ambrosía suya.

Qué puedo hacer por ti amada tierra
sino contemplarte volando en mi avioncito de papel,
jugando con las golondrinas que revolotean felices en tu cielo,
o en las noches de estío
-negras como el útero de la eternidad-
persiguiendo entre gritos alborozados las fogatas de las luciérnagas
queriendo tocar con el meñique sus brasas iridiscentes
confundiéndolas con las estrellas fugaces.

Y de pronto recordar
como una espada angélica en la memoria
lo mucho que hicieron nuestros abuelitos:
tus hijos como Miguel Escriba y Lorenzo Hinostroza,
Antonio Munárriz, Eulalia López y Andrés Bedriñana,
Nicodemo Chávez, Maximiliano Velásquez
y otros mártires que prefirieron morir para que nosotros vivamos
(abuelitos valientes que eligieron a la Libertad para nodriza nuestra).

Ya sé lo de Auqui, Quirós, Cáceres, Parado y otros demiurgos,
fueron los doctores que me dieron la bienvenida en la ceremonia del parto;
es que mi madre, también hija tuya,
me repetía en vida,
-en su ofertorio diario de besos mostrándome la eternidad-
¡Sed como ellos! ¡Y baja ahora del alero de tu avión!
¡no vayas a quemarte en el brasero de los cocuyos!

Lima, 7 de octubre de 2013

_________________                                                                                   
(*)  Es experimental porque para crearlo  intenté una regresión progresiva a mi niñez. Quizás sea necesario que el lector haga igual esfuerzo. Recuérdese que los niños tienen sensaciones, perciben, memorizan, piensan, hablan, se emocionan, tienen intereses y razonan en forma diferente a los adultos. Aún más, también sus identidades de género dejan su impronta diferencial: un niño y una niña no sólo se distinguen por sus cromosomas sexuales o sus equipos genitales, sino fundamentalmente por el funcionamiento de sus subjetividades. No son simples homunculus, es decir adultos en miniatura. Por estas razones, es difícil hacer poesía para ellos según su edad evolutiva, porque no se trata de hacer poesía por la poesía misma y sólo para los lectores adultos y cuidando de no disgustar a los censores del Parnaso; los niños tienen también el derecho de disfrutar de la literatura poética aprendiendo a aprehender sus valores estéticos, a gozar de los encantos de Polimnia la musa de la poesía lírica, y mejor todavía si ellos se ejercitan en la creación.  Y esto vale para todas las artes. No es lo mismo escribir para el gusto de un niño de 7 años y para uno de 10 ó 12, y análogamente para un púber de 13 años o un adolescente de 16 ó 18. Muchas son las barreras a vencer: una es la de la aduana léxica; otra es la de la canónica poética (usos del metro, rima, ritmo, verso libre, prosa poética, figuras retóricas, tropos, estilo). Es incluso necesaria la internalización de unas dosis de idearios poéticos (clasicismo, modernismo, surrealismo, vanguardismo, dadaísmo, etc.). Por ello propongo la regresión progresiva del creador adulto hacia su niñez como método inicial, complementaria a una breve alfabetización en psico-poética evolutiva. Además con el auxilio de las técnicas multimedia: audio y video, y las prometedoras 3D y 4D, se abre un campo relativamente inexplorado para la experiencia poética, tanto para las jornadas de creación como para la comunicación del producto. Pienso que un vate habituado a su cubil paleolítico o megalítico (al fin y al cabo, vocero honorable de la Edad de Piedra), de un salto puede transformarse en un genial aspirante al Parnaso postmoderno cuando al fusionar la palabra, la imagen y la música, consigue efectos estéticos sinérgicos (y a veces hasta la sublimidad), pero primaria o fundamentalmente cuando las palabras combinadas genialmente segregan el lubricante para vencer lo inefable y hacen brotar del alma con admirable naturalidad una nueva identidad y salud estéticas. Es increíble que las palabras contenidas como materia prima en un vulgar diccionario, sutilmente combinadas en el alma de un poeta predestinado (que son los menos) o un poeta-obrero (que son los más), pueden convertirse en una sublime obra de arte, análogo al milagro de cómo de un bloque ordinario de mármol de Carrara pudo emerger la belleza pura como La Piedad, tan sólo con las manos maestras y el cincel de Miguel Ángel. En un caso será, por ejemplo, un delicado madrigal de palabras convertidas en música, palabras que subordinan o eliminan sus significados y expresan sólo una necesidad interna del poeta por transfigurarse en un ser íntegramente emocional que rompe toda barrera lógica y/o semántica; en otro será un soneto cuyas palabras se articulan exactamente para convertirse en una deliciosa combinación de música, significado y leitmotiv (son las más difíciles de elaborar y generalmente revelan la vena genial de sus autores), o en una oda en que la palabra trasciende las reglas de la poética para aprehender la sustancia del dolor íntimo, la finitud y el misterio humanos, o quizás una alegría intensa que desovilla más alegrías.  Pero en todos los casos si y sólo si la divinidad le ha bendecido con el milagro de la INSPIRACIÓN, muy semejante al otro milagro llamado CARISMA. Los poetas-obreros por más estudios, disciplina o constancia tengan, por más acuciosos labriegos de la palabra sean, sin inspiración, sin ese elan vital de los predestinados que les permita romper las barreras metafísicas, pueden llegar a ser poetas mimados por los cenáculos mediáticos, pero únicamente convertidos en poetas cyber, sin alma, tecnólogos de la palabra domesticados por un softward y/o vigilados por los espías del prism (programa que puede vigilar el pensamiento y la intimidad mental de los ciudadanos presuntamente libres).  El auténtico poeta es inespiable, intraducible, indescifrable. Sólo es posible entenderlo o comprenderlo analógicamente comparándolo con nuestras propias experiencias. La lógica y la semántica nos aproximan, pero jamás nos identifican con su vivencia íntima. La intimidad del Yo, a nuestro juicio, está protegida por una barrera suprema, que si bien nos permite hasta simpatizar, lograr la empatía o amar, sin embargo no nos permite identificarnos absolutamente. La reducción fenomenológica de la que nos hablan algunos filósofos como método para llegar a intuiciones puras, encalla en esta barrera suprema y se ven obligados a inventar nociones como una conciencia pura, un yo puro y una intuición pura de las esencias. ¿Qué serían estas esencias? ¡No más que ideas puras! Pero la idea pura de lo bello no es bella si no está presente la sensibilidad; ni la idea de lo feo es comprensible puramente sin la idea de lo bello y sin la sensibilidad. ¿La sensibilidad es también una idea o puede llegar a ser una idea pura?

                Y adelantándome a la natural y lógica pregunta que soto voce me formularán por lo mío, me adelanto a responder con la más grande sinceridad que soy un mero gustador de la buena poesía; no he nacido ni desarrollado ningún talento sobrehumano, y si siento la necesidad de escribir algo lo hago más bien por motivos de terapia existencial, lograr la catarsis  liberadora de mis angustias existenciales, de la amenaza de no-ser, de la amenaza de la nada espeluznante. Dios no fue dadivoso conmigo; siempre me escatimó sus favores; ojalá me hubiera regalado media cucharadita de talento; por eso es que estoy casi cotidianamente en riña familiar con él tratando de que justifique por qué me creó con esta minusvalía; y por qué sí a otros ¿Acaso él no es justo por esencia? Es probable que mi karma sea densa y oscura como los ojos del misterio y no merezca su gracia. Pero no me resigno a mi suerte de carecer de talento. Para merecerlo estoy incluso tentado como el Dr. Fausto a vender mi alma al diablo, pero poniendo en práctica el ardid aprendido en una de las tradiciones de Palma: venderle al mismísimo don Sata, sólo mi almilla.  Para asegurarme el éxito leeré nuevamente a Goethe y Maquiavelo, y me haré asesorar con los parlanchines del “Hueco” expertos en vender gato por liebre, o los morenos chinchanos expertos en hacer comer gato por cuy. No lo digo por presumir de modesto. Esta palabreja es curiosísima, porque, como saben, quien dice que es modesto ya no es modesto; tiene algo del galimatías fatal del que dice “yo miento”, paradoja conocida como la del mentiroso, porque cuando alguien dice “yo miento” está expresando al mismo tiempo una verdad y una falsedad. Quizás por ello, curiosamente, en el español sólo existe el verbo mentir, pero no su antónimo. Invito al lector a inventar un término que indique la acción de decir la verdad e inscribirlo su autoría ante INDECOPI. El Guinnes lo pondrá en su listín de plusmarcas, aunque estoy seguro que nadie lo usará, porque el hombre por naturaleza teme decir la verdad.

                Retornando al tema de la exquisita fusión de palabra, música e imagen, creo con sincera convicción de que este arte postmoderno, será el ars poeticus del futuro cuyos precursores de hoy intuyen (como mi amigo el poeta Rodolfo Sánchez), pero que se resisten todavía a ser protagonistas conversos de la gran revolución alquimista que Clío promete (Hacer que Euterpes, Calíope, Polimnia y Vídeo (la nueva musa) formen una sociedad creadora). Así también nació la ópera, como una fusión de varias artes. Verdad es que la poesía es un género literario, y la palabra “literatura” sólo implica letras y palabras. El arte fusionado que proponemos ¿debe seguir llamándose p o e s í a? Yo creo que sí. Pues no se trata del nacimiento de un nuevo arte híbrido como la ópera en el que la palabra, la música, imagen (o escenario) tengan igual valor, sino del mantenimiento de la palabra como recurso primario fundamental. La música y la imagen únicamente serían los facilitadores de la mejor experiencia estética, ya sea en los momentos de creación o en sus momentos de comunicación. Sin embargo, el debate está abierto. Y nos urgen respuestas, porque con la era cibernética se pronostica la desaparición del libro como vehículo esencial para la difusión del arte poético. El libro se transformará en una tablet cibernética descartable, como ya está sucediendo hoy.

                Consecuente con lo dicho, ejercitándome en la poesía experimental, tratándose de poesía para niños, cuando leo en público poemas como éste que motiva el comentario, anticipo al auditorio adulto invitándolo a intentar previamente una regresión imaginaria en una suerte de psicoanálisis para vencer algunas vallas (tabúes) que operan como censuras.  El tema es amplio y complejo, pero una  idea de por qué llamo experimental servirá de explicación a mis limitaciones expresivas en los dos poemas que  publico en este blog, limitaciones derivadas de la dificultad de abstraerme de mi mentalidad adulta. Además ahora se entenderá mejor por qué mi último poemario dedicado a la historia de la Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo, lo he titulado “Crisálidas Líricas”, del cual estos dos debían haber sido sus integrantes (partes de una bitácora personal de cuatro composiciones más, hechas para niños y jóvenes, aparte de las dos publicadas), pero que por esos azares infaustos los extravié (me hurtaron) cuando me dirigía a mi refugio serrano para pulirlas cariñosamente. Lima y su famoso cielo “panza de burro” hizo que mis borradores tuviesen un acento sombrío; necesitaba capturar el éthos festivo del Pampas y allí me dirigía. Además, mi salud disminuida por una compleja cirugía cardiológica, me daba y me da el pretexto obligado a retirarme en el invierno a mis cuarteles de la serranía. Lima (por la maldición de Pachacamac que tenía la forma de una zorra oscura y que daba sus oráculos en silbotenorio desde un rincón tenebroso del templo) es una ciudad donde la vida es muy difícil, sobre todo en invierno, donde todo parece infectarse de pesimismo, niebla, cultura de la corrupción, dengue, tuberculosis y AH1 N1. Por suerte, me quedaban los escarceos de los poemas en forma de borradores con los cuales los recompuse aproximadamente en mi laboratorio lírico, adivinando sus leitmotiv originales y persuadido que a veces se hace poesía con un 90 % de transpiración y un 10% de inspiración. Pero solamente dos. Los cuatro restantes probablemente jamás los recupere, tragedia que se suma a la pérdida de casi un millar y medio de fichas de investigación (agrupadas en seis gruesos tomos), que estoy volviendo a rehacerlas sin entusiasmo. Con ellas había redactado los primeros libros sobre la historia de Cangallo que han servido hasta ahora sólo para asegurarme un nicho  en los mausoleos de la indigencia.   
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         DISCURSO DESDE EL ALBA DE LA INOCENCIA


                                                                                  Max Aguirre Cárdenas

Y llegó, viejos patriotas del Pampas,
la hora del verbo inmaculado,
verbo exprimido como zumo de corazón,
verbo que Dios exuda como elixir en el alma:
yo te amo,
         nosotros te amamos,
                   ellos también te aman.
Así conjugan en sus plegarias
nuestros corazones jóvenes.

Sí, gloriosos moradores de la inmortalidad,
gracias a ustedes erigimos esta patria
en los pedestales de las ternuras,
patria humilde que nos besa siempre en silencio, 
grande antes como el señorío del misterio,
pequeñita ahora como el fruto del capulí.

Gracias por legarnos este pedazo de cielo
donde revolotean felices nuestros sueños
como una bandada de ángeles labriegos.
Gracias gladiadores de la paz por darnos este suelo,
hogar fragante que nos estremece la sangre
húmeda tristeza que a veces nos duele
                        en no sé qué rincón del alma.

Sí, guerreros invencibles de ojos glaucos
y barbas ennoblecidas de valor,
indios de aromas celtíberos y músculos quechuas
déjennos evocarles con la jactancia de los Andes,
cabalgando ya en las estepas de Paras,
ya en los arenales de Caravelí;
rampando en la Quiapata costera,
ya en los fangales de Seqchapampa,
en Huanta, Matará y Chaquiqochapampa,
en las sabanas de Lucanas y Parinacochas,
en el Arco, Qatunwana, Qatunqoqto y Rucumachay,
en Chupascunca , Qollpaquayqo y Quikamachay,
ya en los breñales del brujo Cáceres,
ya pateándoles las nalgas a los leones de Iquicha.
o nutriendo de balas los pompis chilenos en San Juan de Miraflores,

Gracias abuelitos de oro macizo
por inventar este hogar de trinos y ternuras,
de frutos con la fragancia del Paraíso,
donde el Cristo de las bondades
se desclava cada noche de su cruz celeste
para honrar sus albas y nocturnales
en el evangelio de la libertad.

Reciban pues jinetes del Apocalipsis
el ofertorio de nuestros besos juveniles,
nuestros corazones vitorean vuestros nombres
y encienden sus fogatas íntimas
en esta fiesta cariñosa de campanas y palomas.

Salve José Mariano Alvarado,
            fausto capitán de la libertad,
Valentín Munárriz que hiciste del Evangelio
            el silabario de la justicia,
Oh grande Cayetano Quirós,
            Lord de las Termópilas andinas,
grande también María, tu mujer guerrillera,
            capitana de los humildes
                        que murió hundiendo la espada fatal
                                     en el sucio vientre de Iberia.

Oh, María Parado de Bellido,
con mi dolor reclinado en los oratorios de la eternidad,
sólo puedo hoy día evocarte
            entonando el himno de las gratitudes,
                         musitando la plegaria de Tomás, tu hijo.
                                    Madre nuestra que estás en los cielos,
                                                 bendito sea tu nombre.

Y tú, Apu Basilio Auqui
¡qatun illa teqse wiraqocha!
morochuco celta de las eternidades
te despedazarán como al Tupac Amaru de Romualdo
y te harán cada vez diminutas partículas de espejos
donde el dolor se mire cara a cara con la infamia
            pero no podrán nunca matarte.
Y te sacarán la humedad de tus lágrimas
te hundirán mil espadas en el vientre,
harán de tus nietos, de tus hijos y de tus hermanos
             un amasijo de dolor sobrehumano;
te convertirán en un camposanto
            donde  en cada segmento de tu dolor emerja una cruz,
                        pero no podrán nunca matarte.

Nuestras pupilas de niños jardineros
            se ornan invencibles de orgullo cangallino,
pero debemos incinerar nuestras lágrimas en las brasas del honor
            y pronunciar como un trueno altivo
                        ¡Que viva Cangallo!
                                   ¡Que viva el Perú carajo!


Lima, 7 de octubre de 2012,

           

LA HISTORIA DE CANGALLO EN SUS INICIOS

¿Cuándo ingreso Cangallo a la historia?

Max Aguirre Cárdenas

Se suele distinguir corrientemente entre historia como realidad histórica e historia como estudio o conocimiento de esta realidad. La primera, que tiene como protagonista al hombre como ser social, político y cultural, transcurre como una sucesión de acontecimientos entramados en un escenario espacio-temporal, del pasado hacia el futuro, y es aprehendida existencialmente en el presente aproximadamente como un continuum o como una articulación indetenible de eslabones de una cadena, en una experiencia que llamamos duración y  es evanescente, ¡claro! mientras exista el hombre y su subjetividad. La segunda, es un discurrir cognoscente en torno a estos hechos y sintetizador por vocación o, mejor dicho, es una reconstrucción discursiva de los acontecimientos del pasado que otorga inteligibilidad a la primera, observando ciertos paradigmas teóricos sobre lo histórico y su acceso metodológico a él. Como tal, está compuesta de proposiciones descriptivas y explicativas consistentes, y verificables lógica o documentalmente. La primera transcurre, por lo menos en apariencia, con diversas velocidades, como una amalgama de causas, efectos, azares, motivos o finalidades, con independencia de la voluntad humana y de que sea objeto de estudio por cualquier ser cognoscente, mientras que la segunda se funda necesariamente en la primera en cuanto pasado y, de algún modo, pasado registrado, aun cuando se vea invitada u obligada, a veces, a realizar prospecciones futurológicas y verificaciones presentistas para mejor explicar, comprender o interpretar los acontecimientos históricos, y, asimismo, con los mismos objetivos, utilizar recursos metodológicos que le permitan “surcir” el tejido histórico, hacer hablar a los silencios, des-cubrir lo oculto, o sencillamente -como dice Marrou- para seleccionar, simplificar, organizar y hacer que un siglo quepa en una página. Pero no sólo invitada a estos procesos, sino que condicionada por las concepciones del mundo o weltanschauung  y/o las ideologías epistemológicas del historiador. Sin embargo que el hacer ciencia histórica es también un acontecimiento que se inserta en el devenir histórico y por eso lo de historia de la ciencia construida por abstracción como un discurso y a veces como un metadiscurso, tiene o debe aspirar a tener un estatuto ontológico diferente que trascienda la  temporalidad evanescente y que se expresa como búsqueda y descubrimiento de la verdad objetiva. La historia de Cangallo, bajo estas consideraciones, no está, por tanto, exceptuada de nada.
Realizada esta necesaria digresión, formulemos la pregunta que sirve de motivación a este breve artículo: ¿Cuándo ingresó Cangallo a la historia como realidad histórica?; es decir: ¿Cuándo se convirtió en sujeto histórico?
Si asentimos que el hombre trasciende su ser biológico para convertirse en sujeto histórico desde el momento en que fabrica su primera herramienta, no como expresión de una respuesta instintiva o una alternativa derivada de ensayos y errores propios de su inteligencia animal que le obliga a resolver un problema, sino de una expresión cultural, socialmente creadora e identitaria en términos de aprehensión de algún valor que, a su vez, promociona nuevas conductas creadoras, expandibles socialmente a través de cadenas de aprendizajes que se retroalimentan; …y, por otra, admitimos como teoría verosímil que los hombres que llegaron a América y al espacio andino habrían sido todavía entidades biológicas para-culturales que apenas estaban cruzando el limbo de acceso a la edad de piedra, por analogía -que llamaremos retrógrada- a las conductas que describen los especialistas para los hombres de Guitarrero, Piquimachay, Lauricocha y Toquepala, …entonces la historia de Cangallo como realidad, que tuvo como escenario geográfico la parte central de la cuenca del río Pampas, se habría iniciado en algún momento del período identificado por Luis Lumbreras para el escenario provincial huamanguino (sumados Huanta y algunas pinceladas de Pillucho, Totos, Paras y Vilcashuamán en Cangallo) como el Lítico (con más precisión en el paleolítico), datado entre los 20,000 años a. de C., hasta los 6,000 a. de C. Este período, seguido de otros propuestos por el mismo Lumbreras, como el Arcaico, el Formativo, el del desarrollo Regional Warpa, el Imperial Wari, el del Estado Regional Chanca y el Imperial Incaico, y que en conjunto son presentados también como épocas del Cuadro Cronológico de Ayacucho, constituirían, por extrapolación fundada en la vecindad o inclusión geográfica, también los estadios de la historia prehispánica de Cangallo (Ver su libro “Las Fundaciones de Huamanga”, 1974, págs. 31, 32 y 47). Sin embargo, los estudios realizados en la región del Pampas, no han sido –hasta donde conocemos- lo suficientemente densos ni integrados en una arquitectura cronológica diseñada en función a sus especificidades culturales como para legitimar sin observaciones esta extrapolación analógica o esta inclusión. Por esta razón, la historia cangallina del período prehispánico (sobre todo de sus épocas matinales) está todavía por escribirse, pese a los valiosos aportes de los arqueólogos extranjeros y los de la Universidad de San Cristóbal y otros del país, como William Isbell y Arquímedes Villavicencio (Es obligatorio ver de este último el trabajo de tesis “Investigaciones Arqueológicas en la Provincia de Cangallo” UNSCH, Ayacucho 2012). El lector cangallino se sorprenderá cómo muestras ubicadas en las puertas de su ciudad capital provincial como Aya Orqo (yacimiento funerario y cerámico), Qocha Orqo (aldea que descubre una probable ocupación chanca), Wawapuquio (centro ceremonial de culto al agua), Pariawanka (considerado el calendario solar más antiguo de América, superando al Maya y al de Changuillo, y datado en unos 5,000 años a. de C.), Cuchimarca, Quichkapata, Campohuaringa, Ayamachay y otras 300 diseminadas en la hoya del Pampas (desde Paras a Ocros), no han sido todavía organizadas sistemáticamente en un cuadro cronológico-descriptivo que explique el proceso evolutivo del conjunto como Lumbreras hace para las culturas huamanguinas o Luis Barreda para las culturas cuzqueñas locales, para poner dos ejemplos. En este sentido, las contribuciones de tesitura más bien paleontológica de Cardich, Larco Hoyle, Ravines, Matos, Steward, Strong, Willey y Mac Neish, siguen prometiendo ser valiosas hojas de ruta para la investigación de los estadios tempranos de la prehispanidad cangallina, como lo son  las contribuciones estrictamente arqueológicas de Tello, Lumbreras y los científicos cristobalinos, para los estadios intermedios y tardíos  de la misma: todas dirigidas, a proporcionar luz a la presencia del hombre en los Andes centrales del Perú.
Como habrá advertido el lector, la debilidad de nuestra respuesta a la pregunta formulada consiste en que sus premisas son discutibles y elude la cuestión de cuándo y en qué grado de desarrollo cultural llegó el hombre a la cuenca del río Pampas y, fundamentalmente, sí en efecto llegó en el tiempo y exhibiendo los patrones culturales de su homónimo Guitarrero que se reputa como la más antigua para los Andes Centrales, ergo para el extenso valle huamanguino. Como el valle del Pampas es contiguo inmediato al de Huamanga, se presume que así ocurrió y entonces la respuesta que ensayamos sería relativamente consistente. Pero, para estar seguros, necesitamos de pruebas empíricas que comprensiblemente nosotros no estamos en capacidad de desplegar. Nos queda entretanto esperar escuchar la voz autorizada de los científicos especializados, aunque nos queda también –como un rescoldo- el temor de estar desinformados sobre los recientes avances en razón a nuestro aislamiento provincial y haber, por tanto, expuesto deficitariamente el Estado de la Cuestión.
En el interregno, formulemos entonces una pregunta más modesta compatible con la distinción de las historias hecha al inicio y atendiendo a nuestro interés de conocer la génesis de la historia cangallina y sus desarrollos tempranos: ¿Cuándo ingresó Cangallo a la historia occidental como sujeto de la realidad histórica y no solamente a la historia peruana y/o regional? ¿Cuándo cruzó el umbral de lo desconocido para convertirse en objeto del discurso científico?
A nuestro juicio, ello habría sucedido en la sesión ordinaria del Ayuntamiento o Cabildo huamanguino celebrada el 9 de junio de 1543. El acta de la fecha, redactada por el escribano público Hernando de Saavedra, lo registra del siguiente modo:
En la villa de san Jouan de la frontera a IX de Junyo de 10DXLIII años entraron en cabildo segund (sic) que lo an de huso e de costumbre de se ayuntar los magnificos señores Justicia e regidores conviene a saber lorenzo de aldana tenyente de gobernador e Capitan enesta dicha villa e hernando de villalobos alcalde ordinario enella e Jouan de berrio e garcia martinez e vasco xuarez regidores y en presencia de my  el dicho escribano del ayuntamiento sus mercedes según dicho es entraron en Cabildo e hizieron e ordenaron las cosas siguientes. este dicho día  el dicho señor tenyente de Capitan pidio a sus mercedes le hagan merced de estancias pa pastos e asientos de vacas ovejas y puercos y otros ganados e yeguas desde pinagua hasta el rio questa de aquel cabo de cangallo desde la cordillera de la syerra hasta el rio grande questa entre los yndios del dicho señor tenyente lorenzo de aldana de los yndios de pedro diaz e asy mysmo pidio a sus mercedes le manden dar en chupas y en pinagua asyeno (sic) de sus yndios a donde les quysiere treinta hanegadas de tierra en sembradura” (Raúl Rivera Serna: Libro del Cabildo de la Ciudad de San Juan de la Frontera de Huamanga 1539-1547; 1966: 126 y 127) .
Ignoramos si este registro es el más antiguo; es altamente probable que así sea. Lamentablemente, el Primer Libro del Cabildo que habría corrido entre enero y setiembre de 1539, es decir, entre el mes de la segunda fundación española de San Juan de la Frontera (la primera –sostiene Alfredo Alberdi- fue efectuada por Juan de Berrío, en 1536, en Quinua, por encargo de Francisco Pizarro y con el nombre de Villaviciosa de Huamanga, o como aparece en uno de los primeros Libros del Cabildo de Lima: Villarrica) y el mes de inicio de las Actas del Segundo Libro, se ha perdido y, por tanto, no podemos confirmarlo indubitablemente. Existe la posibilidad de que en ese primer lapso de tiempo, alguien haya recibido como merced –aparte de los solares repartidos en Quinua- una o varias encomiendas en la zona de Cangallo. Pero, pese a que existe esta posibilidad, sea cual fuere la fecha, lo cierto es que el nombre de Cangallo se registraba escrituralmente por primera vez, como acontecimiento de la historia hispano-peruana, ergo de la historia occidental. La importancia del suceso radica en que Cangallo fue reconocida como una entidad existente tangiblemente, no como un simple flatus vocis (emisión de voz); era, pues, develado y legitimado su ser histórico como posteriormente lo serían otros pueblos del Pampas, excepto Putica que ya había ingresado el 2 de marzo de 1543. El actorazgo de Cangallo –pese a que ahora sabemos que tuvo un protagonismo preincaico- recibe pues su primer baño histórico como efecto de no ser más sujeto de una cultura oral ágrafa. Quizás sea ésta la razón por la que se admite todavía que el hito que divide entre la llamada prehistoria y la historia como macro-períodos de la historia humana sea la invención de la escritura.
Retornemos al texto transcrito párrafo antes para realizar un análisis que nos procure algunas certezas para la reconstrucción de la historia cangallina. Para facilitar este propósito presentemos brevemente las biografías de dos de los personajes involucrados en el texto como Lorenzo de Aldana y Pedro Díaz de Rojas, y añadamos algunos comentarios en torno al lugar denominado Pinagua.

Lorenzo de Aldana.- Este personaje de agitada vida política que para obtener poder y riqueza no escatimó lealtades y fidelidades al mejor postor, nació en Cáceres en 1508; es decir, fue extremeño como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Francisco de Orellana y Pedro de Alvarado. Precisamente con este último arribó al Perú desde Nicaragua. Desembarcó en Puerto Viejo, conociendo en Ecuador a Diego de Almagro y haciéndose su partidario. Con él viajó al Cuzco y luego a la conquista de Chile (1535), ocasión ésta que le permitió conocer la que sería su futura encomienda: la de los Soras de Paria en Charcas, riquísima como pocas. En 1537 retornó al Cuzco y se pasó a las filas de Pizarro. Fue nombrado su lugarteniente en Quito y Popayán. Fundó con Robledo, Medellín, y en 1539, Pasto. Siendo encomendero en Quito recibió al Gobernador General del Perú, Vaca de Castro (1541), convirtiéndose en su protegido. Ya muertos Almagro (1538) y Pizarro (1541), en 1542 intervino contra Almagro “El Joven” en la batalla de Chupas y, por ello, fue nombrado Teniente de Gobernador de Huamanga y Capitán General de la misma (1543), y obtuvo asimismo una rica encomienda en Jauja y las dos mencionadas en el texto: una entre Pinagua y el río Pampas, y otra entre la “cordillera de la sierra” (¿la cadena de picachos que va al fondo de Huancapi y Alcamenca?) hasta el río Pampas y donde se encuentran Huancapi, San José y Pitagua, A éstas se agrega las tierras de 30 hanegadas en Chupas y Pinagua (que estimamos en algo más de 16 hectáreas actuales en total, o quizás 33 si recibió independientemente).
Como el primer virrey Blasco Núñez de Vela encarcelara a Vaca de Castro, se hizo –como criado de éste- adversario del virrey, quien fue depuesto en 1544. En este estado de cosas, la Audiencia de Lima comisionó a Lorenzo de Aldana ir al encuentro de Gonzalo Pizarro que venía como cabecilla insurrecto de los encomenderos cuzqueños contra Lima. Fue capturado en Pariacaca por aquél y condenado a muerte; pero antes de ejecutarlo le condonó la pena como efecto de captar su fidelidad y nombrarlo luego como su Teniente de Gobernador. Trasladándose a España como emisario de Gonzalo Pizarro conoció en Panamá a la Gasca que venía al Perú como Presidente Pacificador. Como éste le prometió importantes encomiendas, se le unió y retorno con él al Perú, convirtiéndose en su gonfaloniero. Difundió las ideas lagasquistas en Trujillo, haciendo que Pizarro lo buscase para liquidarlo por traición, pero Aldana declaró su lealtad a la Corona y evitó la venganza de Gonzalo. En 1547, La Gasca le nombró Justicia Mayor de Lima y al año siguiente fue muerto Gonzalo Pizarro en Jaquijahuana. En el reparto de dinero, bienes e indios de Guaynarima, Aldana fue uno de los favorecidos. En 1553 ya tenía la encomienda de Paria, con sus pueblos Capinota, Cliza, Yanachi, y sus indios Soras, aparte de casas, yanacones y otros bienes en La Plata y Potosí. También Aldana luchó en La Paz contra el rebelde Hernández Girón, quien finalmente se entregó en Jauja en 1554. En 1557, gozando de sus encomiendas charqueñas, enfermó gravemente de gota y empezó a quedarse ciego, razones éstas que le obligaron a marcharse a Arequipa, donde hizo su testamento y los codicilos del caso (ocho en total), hasta encontrar la muerte en 1571, pletórico de riquezas y esclavos.

Pedro Díaz de Rojas.- Nuestra cosecha biográfica en este caso no ha sido abundante en razón de que nuestro personaje tuvo muchos homónimos. Se sabe que este encomendero  fue uno de los fundadores de Villaviciosa de Huamanga en 1536 y San Juan de la Frontera de Huamanga en 1539, lugar donde se hizo partidario de Vaca de Castro. Inicialmente fue regidor del ayuntamiento huamanguino y luego, en 1541 y 1544, su alcalde; primero electo y luego nombrado por el Rey junto a Vasco Xuarez. En 1545 fue Procurador Síndico del mismo Cabildo. Tenía en Huamanga una espléndida residencia que sirvió de hospedaje a los personajes más relevantes de la época que pasaban por ahí como Francisco de Caravajal (el Demonio de los Andes, conocido como Carbajal) y el mismo La Gasca. En 1561 y en 1565, seguía siendo encomendero  de Quinua, gracia concedida por Francisco Pizarro. Tenía dominios por el valle de Yucay, cerca de la ciudad de Huamanga, con los que sostenía una capellanía dedicada a San Juan de Letrán en la iglesia de la Merced  de Huamanga. Se cuentan entre sus propiedades: dos corrales en el río de Huamanga (Piñawa o Tenería); cuatro pedacillos al término de la villa de Huamanga y cabeceras del valle de Yucay; tres solares en Huamanga; la estancia de Juan Palomino que le fue adjudicada y 30 hanegadas de tierra de sembradura (posiblemente en Pinagua). Murió en Huamanga en 1570, enterrándose en la capilla construida por él en el templo dicho. Alfredo Alberdi (antropólogo peruano que profesa en Berlín y dedicado a investigar los misterios de la historia regional huamanguina) en un trabajo paciente y sesudo sobre los solares de la antigua San Juan de la Frontera ha elaborado dos muestras cartográficas muy útiles para precisar las propiedades asignadas por el Cabildo a Lorenzo de Aldana y a Pedro Díaz (Ver “Civitas Guamangensis: Los hombres, espacios y solares de la villa de San Juan de la Frontera de Huamanga (1540-1547. Rev. Virtual Runa Yachachiy, 1910: 16 y 28). Las estancias de vacunos para Díaz están numeradas con 64, 65, 66 y 67, y la de Aldana con el 72. Los demás solares de Díaz con los números 24, 50, 51, 57 y 61 (ib. 2010: 28).

Pinagua.- En el antiguo Perú, dos lugares tenían esta denominación: Uno quedaba en el valle del Cuzco como asentamiento pre-inca, vecino a los Ayarmacas, y otro en Parinacochas, cerca al distrito de Chumpi. Hemos intentado encontrar otro lugar con este nombre entre Huamanga y el río Pampas, y entre éste y Parinacochas, exigidos por lo expresado en el texto transcrito y otros tres textos complementarios del Libro de Actas del Cabildo huamanguino (págs. 130, 179 y 182 de la edición de Rivera Serna) donde se le alude, empero sin resultados plausibles, salvo la pág. 179 que nos da una pista. Aparte de haber buscado el topónimo y su ubicación geográfica en las crónicas de Guaman Poma, Pachacutec Yamque Salcamaygua y Garcilaso de la Vega, en las cuales se habla más bien del héroe Pinahua Cápac, antecesor mítico de Manco Cápac, hemos apelado a fuentes más modernas como el de Luis Carranza y Víctor Navarro del Aguila, con los mismos resultados negativos. El primero hizo una descripción minuciosa de la zona de Chupas en su “Apuntes de un Viajero. El segundo, en su “Las tribus de Ancko  Wallockrefuerza lo que ya dijimos al inicio del párrafo y señala que Pinahua -que significa según él balsas de río- se ubica en el distrito de Pullo, provincia de Parinacochas, y fue sede del ayllu histórico Chumpi. Disconformes, hemos apelado al famoso Documento de Chiara: “Y no hay remedio…”, atribuido a Guamán Poma, donde se inserta, al parecer de puño y letra de él, un mapa de sus antiguos dominios en el valle de Huamanga, también sin éxito alguno.
La Pinagua del Cuzco debemos desestimarla por su no pertinencia. La de Parinacochas nos obligaría a admitir que Aldana tuvo una encomienda tan extensa, quizás la más grande del Perú colonial, y que habría abarcado desde la “cordillera de la syerra” (¿la cadena del Sara Sara en Pausa?), hasta las orillas del río Pampas cangallino y que, por esta razón, un documento afirma de que Pitagua (una aldea próxima a la ciudad de Cangallo), en 1543, era ya de  Aldana, cuando en 1541 era de Juan de Berrio. Esta posibilidad la dejamos en salmuera por ser poco verosímil, asintiendo que tuvo que haber una frontera (hito o línea) llamada Pinagua, como sugiere el Acta del Cabildo de 9 de junio de 1543, o un  lugar del mismo nombre, como sugiere el Acta de 3 de enero de 1546, pero ambos en las cercanías de Huamanga o Chupas. La primera sugiere una extensión de  dominio que “empieza en…” al utilizar la preposición “desde”. La segunda habla de “exidos” (lugares próximos a la entrada y salida direccionales de la ciudad de Huamanga a los Reyes, Cuzco, Quinua, ofrecidos para el descanso y donde había pasto para las acémilas). En medio párrafo se dice: “…y como salimos a pinagua desta ciudad señalaron por exidos hasta un asyento de unos caçerones do pedro diaz tenya sus vacas e poniéndose en los dichos cacerones vuelto el rostro hacia…chupas derecho hazia unas tierras de una quebrada questa a las cabezadas del llano grande entrel camyno real que va al Cuzco e por el otro camyno queva a quinua. Aparte de esta referencia, no hemos hallado documentos que lo aludan al otro lado del río Pampas (en las actuales provincias de Fajardo y Lucanas).
Para dar razón a nuestra expresión dicha en el párrafo precedente: “tuvo que haber habido una frontera o un lugar llamado Pinagua en las cercanías de Huamanga o Chupas”, hemos insistido en su búsqueda pensando en que si la primitiva villa de San Juan de la Frontera estuvo ubicada en Pucaray (más precisamente en la zona lindante con Andamarca)  y las primeras casas y la plaza estaban en el actual barrio de Santa Ana, además de que el recurso hídrico era tan importante para la agricultura y la vida de los habitantes de la villa refundada, y que el riachuelo llamado Tenería y sus pequeños afluentes eran claves para satisfacer dichas necesidades,… entonces había que dirigir la lupa por las afueras de Andamarca (extremo sur de la actual ciudad de Ayacucho). La fortuna, esta vez no nos fue esquiva. Gracias al trabajo de Alfredo Alberdi mencionado párrafo antes, logré ubicar primero la frontera. Se llamaba Piñahua y era el riachuelo que corre de Sur a Norte por el lado Este de la refundada San Juan de la Frontera, desde las estribaciones del cerro Campanayoq hasta su desembocadura en el río Huatatas y que ahora se llama Tenería. El lugar llamado Pinagua debió ubicarse entre el pie del Campanayoq y el Akuchimay y a orillas del riachuelo del mismo nombre que sirve de frontera Oeste y donde Aldana habría tenido su primera estancia de ganado, muy cerca a los caserones de Pedro Díaz y al ejido del camino que se dirigía al Cuzco. Sin embargo existe una pequeña duda: Piñahua*: ¿Es el riachuelo “que atraviesa Almoray, Andamarca hasta Utkupata donde se ubican los andenes de los Pokras”  como afirma Alberdi en un primer trabajo de 2007: IX “La negación de los pokras o la tergiversación de la Historia de Huamanga”? (Ver, Rev. Virtual Runayachachiy),  ¿O es el nombre pocora (pocra) del llamado ahora río Tenería o Chorrillos (Civitas Guamangensis, 2010: 28 y otras)? Pese a que no hemos logrado ubicar Utkupata (o las terrazas dedicadas al sol), no hay duda de que se trata del mismo riachuelo, aunque por Aymorayniyuq que era en parte propiedad de Aldana y se ubicaba al frente mismo de su estancia Pinagua de algo más de 16 hectáreas, bajaba por el lado izquierdo un riachuelo tributario, seco la mayor parte del año. Piñawa, como nombre del riachuelo principal, significa en aimara “colgajo”, o sea “colgajo del Campanayoq”, cerro tutelar al Sur de la ciudad de Ayacucho. Pero en quechua significa “bravísimo”, que aludiría al hecho de que en el período estival este riachuelo puede convertirse ocasionalmente en una riada brutal. Pinagua como nombre de la estancia que suponemos venía por su ubicación al lado del río extendiéndose hacia Chupas y colindando de costado con Marcawalli, y hasta quizás –como dijimos líneas antes- fronteriza con las estancias de vacunos de Díaz de Lluchallucha y Pocora, no ha sido considerada por Alberdi, seguramente porque la estancia de 16 hectáreas o 30 hanegadas no la consideró un solar, sino “tierra de sembradura” como dice el Acta del Cabildo transcrita páginas antes (Ver, Alberdi, “Cartografía de los Solares de la Primigenia Huamanga”, op. cit., 2010: 28 ).
Como consecuencias de todo lo expuesto podemos afirmar:
A.- Si Piñahua es la Pinagua mencionada dos veces en el Acta del Cabildo de 9 de junio de 1543 (aparte de las tres más que se registran en el Libro de Actas), entonces el primer repartimiento de Lorenzo de Aldana habría sido una franja que se extendía desde este río hasta el actual río Pampas (en cuya orilla izquierda se ubica la ciudad de Cangallo) y en la que se encontraba su estancia de Pinagua y, más allá, sus chakras de Chupas. El segundo repartimiento, si nuestra lectura es correcta (el texto habla de “estancias” recibidas) habría sido otra franja irregular que se extendía desde el río Pampas o Pitagua hasta las punas altas de Huancapi, aproximadamente; y a ello aludiría la frase cordillera de la syerra del texto que analizamos. Pero se puede interpretar también que la palabra “estancias” aluda a un solo gran repartimiento al que se suman las tierras de sembradura de Chupas y Pinagua. Lo importante, cualquiera sea la interpretación, es la inferencia de que Lorenzo de Aldana fue el primer encomendero de Cangallo, incluso en el caso de que la Piñahua de marras no sea la Pinagua del primer texto, en razón de que en éste se dice “hasta el rio questa de aquel cabo de cangallo”, llamado popularmente hasta ahora Río Grande. Se refuerza con lo dicho a continuación: “desde la cordillera de la sierra hasta el rio grande questa entre los yndios del dicho señor tenyente Lorenzo de Aldana”. La frase “de los yndios de pedro diaz” tiene sentido si admitimos –como dice el texto de los exidos- que Diaz tuvo que tener unos caserones con sus indios cerca de la estancia Pinahua que miraba hacia Chupas y donde criaba vacas, no muy lejos de donde empezaba los dominios de Aldana con sus propios indios. Como sabemos, Díaz fue encomendero de repartimientos ubicados entre Huamanga y Huanta (En 1561 y 1565 –como dijimos- seguía siendo encomendero de Quinua). Y hasta donde conocemos, no tuvo más intereses agropecuarios por el sur de la ciudad de Huamanga, aparte de lo identificado en Lluchallucha y sus aledaños de Qarmenqa, Marcawalli y parte de Pinagua, salvo que documentos ignotos lo desmientan. Una de las causas por la que Lorenzo de Aldana se habría  marchado a Charcas, concretamente a la Paria que había advertido en su viaje a Chile con Almagro como de gran potencial agropecuario, habría sido el haber constatado que sus encomiendas huamanguinas no le garantizaban el nivel de riqueza que él perseguía. En efecto, cuando se fue, sus encomiendas fueron repartidas nuevamente, pues en 1574, Cangallo ya pertenecía a Juan de Mañueco igual que Putica, Huancarucma, Rasohuilca, Quilla y Pitahua; y también Chuschi, Cancha Cancha y Moros (Auquilla), como revela la inspección hecha a la provincia de Vilcashuaman, por Juan de Palomares. Mañueco, antes de 1590, era vecino del Cuzco y allí recibió al parecer solamente el solar de la calle Guaxacar y, por ello, habría decidido migrar a Huamanga. El  “Primer Libro de Actas de Cabildos de la Ciudad del Cuzco”, no nos revela más noticias.
B.- Que el primer español que mereció del cabildo huamanguino un repartimiento en el pueblo de Putica (en este caso, una chakra de 10 hanegas, equivalente a un poco más de 5 hectáreas actuales) fue Martín de Garay, primer Procurador Síndico General y, en tres oportunidades: Regidor del Cabildo de Huamanga. En consecuencia, en virtud a la misma lógica esgrimida respecto a Aldana, podemos inferir que Putica ingresó a la historia occidental tres meses y una semana antes que Cangallo, pues Garay recibió dicho bien el 2 de marzo de 1543.
C.-  Que Cangallo y toda la sub-región del Pampas, necesita más luces sobre su historia prehispánica temprana, todavía en marcada penumbra.
                                                                                              maxaguirrec@hotmail.com
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(*) Alberdi lo escribe correctamente con la notación moderna como Piñawa. Los cronistas españoles casi siempre escribían la sílaba hua como gua: v.gr.: Guamanga, Vilcasguaman, Pitagua, etc.




VALORES DE LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 Y LA INDEPENDENCIA DE CANGALLO.


Max Aguirre Cárdenas

A puertas de la celebración del Bicentenario de la Revolución del Cuzco de 1814 y la  Independencia de la provincia ayacuchana de Cangallo, es necesario someter los dos acontecimientos a la criba de la reflexión histórica, para comprender –a la luz de los nuevos tiempos- el significado fundamental de los mismos.
   La exigencia de una nueva interpretación se funda en el hecho de que el conocimiento histórico ha sufrido sustantivos cambios tanto en su enfoque teórico como disciplina científica como en sus herramientas metodológicas. Al enfoque positivista de la historia le ha seguido otros como el de los Anales, el Estructuralismo, el Sistemismo, a veces identificados con gentilicios como: la escuela francesa, la inglesa, la norteamericana, etc. La llamada historia tradicional del Perú ha seguido los parámetros del enfoque positivista. La nueva historia del Perú ha asimilado las nuevas tendencias, dando como resultado que el cambio de los paradigmas epistemológicos y metodológicos ha producido sorprendentemente diversos resultados como en el caso de las interpretaciones hechas al proceso de la independencia peruana. Decimos sorprendentes, pues las conclusiones a las que ha arribado son muy diferentes o, en muchos casos, diametralmente opuestas a las que antes se habían obtenido. Ello ha invitado a una nueva reflexión en torno a la Revolución cuzqueña de 1814 y consecuentemente a la hija de ésta, la Independencia de la Provincia de Cangallo, ocurrida el 7 de octubre de 1814. ¿Y por qué precisamente estos dos hechos? Porque, aparte de que están profundamente vinculados en el tiempo y el espacio, ellos son inobjetablemente momentos precursores y/o componentes de un largo proceso de luchas por la independencia del Perú que concluye el 28 de julio de 1821 y se consolida definitivamente el 9 de diciembre de 1824. Tradicionalmente se ha llamado a este proceso como el período o época de la Emancipación Peruana.
            Nosotros, no estamos totalmente de acuerdo con esta denominación de inspiración auxológica (ciencia del desarrollo humano), que recuerda a un momento ontogénico de la evolución bio-psico-social del hombre, en que el adolescente adquiere la mayoría de edad y se libera legalmente de la tutela o la patria potestad de sus padres y le capacita, por ejemplo, para ejercer la ciudadanía, contraer matrimonio, o solamente para marcharse de la casa paterna y optar por su independencia domiciliaria, como sucede corrientemente en  sociedades como la norteamericana o la europea. Generalmente es concebida convencionalmente por la Psicología del Desarrollo como un momento final de la adolescencia y no como un proceso como lo sobreentiende la Historia del Perú. Y como proceso está segmentado y articulado a una cadena cronológicamente establecida por el historiador. Por ello, el término es preferentemente más usado por los abogados en cuanto la emancipación es un acto jurídico que otorga a un individuo, a una edad determinada convencionalmente por ley, derechos y capacidades sociales. Es lo que llamamos familiarmente alcanzar la mayoría de edad. En el Perú antes era a los 21 años, ahora es a los 18.
            Nuestra disensión aumenta cuando advertimos que la necesidad libertaria del Perú (necesidad social de toda sociedad oprimida por otra), es un proceso que se inicia desde el momento mismo en que se produce la invasión de los españoles al Perú que, en sus inicios, comprendía gran parte del territorio sudamericano. En otras palabras, el proceso comienza desde 1532 con la toma de Cajamarca hasta 1824 con la Batalla de Ayacucho. Es cierto que este proceso no fue continuo; tuvo treguas, silencios, preparaciones ideológicas, resistencias culturales, etc., pero la intención recuperadora del indio de su lar nativo o la inquietud separatista del peruano andino de su contraparte ibérico, siempre estuvo en su agenda social en forma latente o como el orden del día dispuesto a aprovechar cualquier coyuntura favorable del devenir histórico, como lo había advertido en su momento el famoso extirpador de idolatrías: Cristóbal de Albornoz. Y por eso no sorprende que los cuzqueños hayan, en agosto de 1814, complotado para tomar el poder local formando una Junta Gubernativa protectora y cambiar de autoridades amparados por la careta constitucional gaditana y el reconocimiento fervoroso, al parecer estratégico, del Rey cautivo Fernando VII y, de paso, de la Regencia Real y las Cortes. Cuando la dimensión de sus decisiones, trascendió el escenario local, se obligaron a zambullirse a fortiori en una revolución reivindicadora nacional que comprometió a gran parte del mundo andino, como lo había querido antes el gran Túpac Amaru y sus émulos de La Paz (Túpac Catari) y Huarochirí (Velazco). Y por lo mismo, no sorprende que los cangallinos hayan decidido jurar su independencia antes de lo previsto. Se dice en una fuente oral local que incluso el pedido de independencia fue formulado en un Cabildo Abierto convocado por los propios pobladores y realizado cuando llegaron los cangallinos supervivientes de la batalla de Huanta acompañados por los estudiantes cristobalinos comandados por Alvarado y Munárriz. Esta noticia es poco verosímil comparada con las escasas fuentes escritas que responsabilizan de los hechos a la embajada guerrera y sus dirigentes.
            ¿Qué nos depara la lectura de las nuevas fuentes que van apareciendo paulatinamente en los repositorios documentales (aparición paralela al cambio de paradigmas en la heurística y la hermenéutica históricas) en torno a los dos eventos revolucionarios? Tratemos de ensayar sintéticamente sus resultados:
            Primero: La Revolución de 1814 es uno de los movimientos insurgentes insuficientemente conocidos por la historiografía peruana. Peor aún, la Independencia de la provincia de Cangallo, nunca fue estudiada menos mencionada en los textos de enseñanza de ningún grado o nivel educativo. La historia tradicional peruana cultivó sus conocimientos con fuertes ingredientes aristocráticos, convirtiendo la ciencia histórica más bien en pariente de la literatura y seleccionando sus objetos cognoscitivos a algo parecido a una historia militar del Perú o a una historia de la aristocracia peruana: vida y obras de los incas, virreyes, relato de batallas, etc. O como diría Bacón de Verulam, amarrada a sus eidolas epistemológicas  (ídolos o falsas nociones, prejuicios), incapaz de liberarse conscientemente de ellas. Cuando se liberó de ellas por el influjo de las corrientes extranjeras, se empezó a escribir historias con ingredientes económicos o con componentes culturales como la historia de las ideas, empero ignorándose entre sí. Hasta que por fin llegó la liberación consciente de sus amarras y en ello estamos. En nuestro caso: alfabetizándonos primariamente.
            Segundo: La revolución cuzqueña y su segmento levantisco cangallino fueron productos típicamente peruanos. Aun cuando fueron estimulados ideológicamente por la propaganda de los revolucionarios del Plata (Belgrano, Castelli, Moreno, Posadas, etc.) y, en el caso cangallino, adicionalmente por las noticias de los  levantamientos huanuqueños de 1812, los actores -desde los líderes hasta la soldadesca guerrera-  fueron todos peruanos, excepto alguno que otro como Manuel Hurtado de Mendoza, el santafecino, y el cura Ildefonso de las Muñecas, también del Plata. El Perú todavía no se había constituido en el escenario de las luchas internacionales al cual debían de venir obligatoriamente, argentinos, chilenos, ecuatorianos, colombianos y venezolanos a conseguir el reconocimiento fáctico y jurídico de sus respectivas independencias declaradas desde 1809 y que hasta 1824 se hallaban en la condición de hermosos gestos libertarios de saludo a la bandera, mientras los poderes militar y político de los españoles se hallaban intactos en el Perú.
            Tercero: La idea-fuerza que predominó en la matriz cuzqueña en su momento triunfal fue la restauración del imperio inca con su capital el Cuzco. Idea promocionada también por los revolucionarios platenses e indicada por la presencia en segundo plano del líder Pumacahua. Los ingredientes de esa restauración, no muy claramente deducibles, habrían sido los modelos de las instituciones españolas con las novedades de que en lugar del rey, debía ser el inca quien encabece el gobierno. En el caso cangallino –al no haber ningún indicador documental expreso- se presume que tuvieron simpatías al modelo monárquico-republicano similar al de los huanuqueños.  En realidad, en la voluminosa documentación existente solo existen trazas de lo dicho. La intención separatista no se distrajo con discursos sobre lo que deseaban ser al obtener la separación del poder español. El plan era eliminar a los blancos para que los indios y mestizos gocen con la tierra recuperada como legítimos dueños. El mito fue el incario, pero la realidad les jalaba a replicar el modelo español de organización política con reminiscencias de la mita, el ayni y algunos órganos de gobierno autóctono. El pasaje del incario hacia la colonia habría sido inconmutable en los hechos. Quedaban pues las únicas alternativas: O se declaraban gobiernos monárquico-republicanos o elegían la forma republicana de los teóricos de las luces. Es por esto que la Constitución gaditana de 1812 se convirtió inadvertidamente en el pretexto obligado para luchar contra el opresor español, y las Juntas de Gobierno, en los organismos transitorios que definirían el futuro político: monarquía, aristocracia, plutocracia, democracia, y la trampa mortal que amenazaba a todas: la anarquía. Y ello sucedió: En el período 1809-1824 se hizo patente una coyuntura política favorable, lo que estructuralmente ya lo había advertido el Conde de Aranda siendo todavía ministro de Carlos III, quien en un famoso informe secreto le pronosticaba al monarca que muy pronto, Norteamérica separada de Inglaterra, iniciaría sus conquistas de expansión apoderándose de Florida y México, y que España también perdería sus colonias americanas si no tomaba precauciones oportunas. Aranda que conoció a los filósofos franceses de la ilustración, no hizo más que confirmar la inevitabilidad de los procesos libertarios. Como habrá advertido el lector, esta parte la hemos construido tomando como herramienta la historia contrafáctica, recurso metodológico útil postulado por la moderna historiografía.
            Cuarto: Dijimos que los actores de la Revolución de 1814 y los de su sucursal independentista cangallina fueron peruanos. Pero peruanos fueron también los criollos que además conservaban su identidad española en virtud a la Constitución gaditana lamentablemente derogada el mismo año de la Revolución por el mismo Fernando VII que la promulgó ¿Qué papel les cupo en este movimiento subversivo?  La respuesta es que muy poco. Incluso en la revolución huanuqueña estaban en la lista de los que debían ser eliminados. Aparte de la función de algunos de ellos de ser promotores ideológicos a través de las universidades, colegios-seminarios y el púlpito, pero de quienes se desconfiaba mucho, la gran mayoría de los actores lo constituyeron los indios y los mestizos, con predominancia aplastante de los primeros. En el caso cangallino, el desbalance entre estas castas era menos notorio, porque si bien es cierto que los morochucos constituían una etnia de rasgos fenotípicos más próximos a los españoles que a los miembros de la pluralidad de descendientes de indios mitmas, ellos –que vivían formando comunidades- se sentían indios por exclusión social, calidad a la que se agrega su membrecía a la cultura indígena, rural, oral y analfabeta. De los demás indios sólo se diferenciaban por el color de la piel relativamente blanca. En otras palabras constituían una suerte de mestizos-indios (mestizos racialmente e indios culturalmente). Representantes de las demás castas no existían en la zona en número representativo como lo indica el censo de 1796. Pues bien, si la condición de ser protagonistas centrales de la historia de la  independencia del Perú fue atribuida por la historia tradicional a los criollos y regateada casi hasta la minusvalía a las demás castas, generalizándola al mismo tiempo como paradigma interpretativo de todas las revoluciones liberadoras, la nueva hermenéutica de la revolución cuzqueña nos permite reivindicar el papel protagónico principal de los indios como sujetos de la misma, coadyuvados por los demás estamentos sociales de la sociedad colonial peruana, por lo menos en los casos de la Revolución de 1814 y la Jura de la independencia del Perú en Cangallo. Y claro, está como antecedentes la conjura prototípica abortada de los indios desde Chile hasta Quito quienes planeaban levantarse el jueves santo de 1566 (Noticia que se halla en un documento no estudiado, pero declarado auténtico por Odriozola y publicado por él en el tomo tercero de la colección de sus documentos Históricos),  el de Túpac Amaru, Túpac Catari, sin contar los ejemplos huanuqueños de Juan Santos Atahuallpa, la conjura de los indios del Cuzco en 1805, la revolución de los indios Huánucos, Huamalíes y Panatahuas, el movimiento huamanguino del Corpus Christi de 1812, o más adelante el levantamiento post Umachiri de los indios de Checa, Pichigua, Yauri y Coporaque, dirigidos por Anselmo Andía, en abril de 1815, y el de Francisco Monroy y Tomás Carreri por mayo de 1825, entre otros. Vicuña Mackenna, también reveló que antes de 1780 se produjeron en Lima varias rebeliones de indios: una en tiempos del conde Lemos, otra en el gobierno del Conde de Castellar, la del 22 de julio de 1750, y las muchas de la provincia de Huarochirí. La mayoría de estos movimientos insurgentes, es cierto, tuvieron en alguna medida, la colaboración de mestizos, criollos y curas, intentos todos fallidos o desarticulados por infidencia.
            Quinto: Finalmente ¿fueron los intereses económicos, los factores que explican los dos eventos históricos? Desde nuestro punto de vista parece que a medias un sí y un no satisfarían la pregunta. Si bien es cierto que el fenómeno del coloniaje tiene por definición una identidad económica, sabemos que en el caso de la invasión española, esta imagen puramente material de los hechos tuvieron su contraparte en el fuerte argumento religioso de la cristianización. A nombre del catolicismo apostólico romano se ocupó el Perú, aunque inicialmente, tanto la invasión al Perú como el descubrimiento de América fueron totalmente empresas económicas. La primera: en busca de oro para la corona; y la segunda: buscando una ruta hacia las especias de la India. Pero después a nombre de la religión se privó de derechos a los nativos indios incluyendo el de poseer alma; se destruyó la cultura andina que colisionaba con las creencias de la ideología religiosa católica; se destruyó obras valiosísimas a nombre de la extirpación de las idolatrías; se implantó la inquisición; se convirtió a la explotación, el abuso y demás taras del coloniaje como compensaciones de la educación cristiana de los infieles; se obligó a tributar, ofrecer primicias, obvenciones, donaciones testamentarias fraudulentas, capellanías, tasas suculentas por los servicios religiosos, sobre todo para los que aspiraban a tener un lugar en el cielo y/o tenían manchas pecaminosas inconfesables que les condenaba por toda la eternidad,  etcétera. Esto nos conduce a la conclusión de que los factores económicos y religiosos se alternan, retroalimentan y/o se condicionan dialécticamente. Reducir la historia a un esquematismo economicista o a una estructura de relaciones puramente lógicas, como lo hacen el marxismo y el estructuralismo francés, es admitir que la historia y todos los hechos humanos en el fondo son inconscientes y que solo se hacen conscientes cuando los estudiamos científicamente. Yo, por lo menos, soy espíritu libre que no se deja atar por ningún ismo, excepto aprovecharlo, digerirlo y criticarlo, sin constituirme en miembro predicador de ninguna secta gnoseológica. Y respondiendo concretamente a la pregunta diríamos que los dos eventos fueron productos también de algo que hemos llamado aprehensión de los valores cívicos, expresada hasta por los analfabetos como la causa justa ¿Alguien creerá que fueron intereses puramente económicos los que obligaron a construir en una ciudad colonial, pequeña de tamaño y de población como Huamanga, 32 templos? Según Cosme Bueno, por 1771, Huamanga tenía 18,500 almas, 5 conventos, 2 monasterios y 3 hospicios; y según el censo de 1796, del millón setecientos mil habitantes que tenía el Perú colonial, 2018 eran clérigos, 2217 eran frailes, 1054 monjas y 217 beatas; aparte de 115 conventos erigidos en él.

maxaguirrec@hotmail.com




CANGALLO: VICTIMA DE LA INGRATITUD DEL ESTADO PERUANO.

                                             (El problema de las Vías de Comunicación)

Max Aguirre Cárdenas

A través de nuestros trabajos de historia regional hemos mostrado nuestro agradecimiento al Estado Peruano por haber premiado a la provincia de Cangallo con muchos títulos honrosos, reconociendo lo mucho que dio a la Patria que pugnaba por lograr su independencia del yugo español y posteriormente contribuir a la defensa de la patria contra la angurria geopolítica de los chilenos, y también velar por la seguridad interna conmovida por los iquichanos y los caudillos que ambicionaban la presidencia de la nación. En efecto, Cangallo dio la vida de miles de sus hijos, alimentos para los combatientes; soportó la destrucción de muchos de sus pueblos; fue víctima del hurto de sus obras de arte, abandono de sus tierras, deterioro severo de su capital agropecuario, migraciones forzadas, fragmentación de su territorio, descalificación de su imagen moral, etc. Sin embargo, así como hemos reconocido los justos premios, también hemos censurado su reticencia a gratificarle con obras de infraestructura para su desarrollo, su tacañería para librarla de la pobreza extrema, su desdén crónico por las provincias y el postergar indefinidamente la necesidad de promover el desarrollo armónico, sostenido y sustentable de éstas.
Para el caso cangallino, la historia muestra documentos de cómo el Estado le ofreció reconstruir su ciudad capital aniquilada muchas veces, reconstruir su Plaza Mayor y dotarla de un monumento significativo que no podía haber sido sino el dedicado a la LIBERTAD, perdonarle o rebajarle los tributos, indemnizarle dinerariamente por sus sufrimientos; empero sin hacerlos realidad hasta el presente. Ahora se sabe cómo en la época de la bonanza del guano se compensó a los que contribuyeron al logro de nuestra Independencia, pero en ellos fueron incluidos los granujas, usureros y paniaguados que fueron compensados a manos llenas sin jamás arriesgar nada por la Patria, pero no los morochucos para quienes su altivez y su orgullo de raza les impidió practicar la mendicidad y el pedigüeñismo. Aconsejo al lector a poner en la balanza de los valores los negociados de militares como Echenique, Torrico y La Fuente. Una ayuda para su comprensión puede ser la Historia de la Corrupción en el Perú  de Alfonso Quiroz, págs. 136 a 180. Y es importante leerlo, aunque con pinzas en casos como el del Libertador San Martín, porque olfatos finos han detectado que, en el problema que vamos a tratar episódicamente, las viejas endemias de sobornos, turbidez, gangrena moral y pendejada sucia, han infectado con sus bacterias también nuestra región.
            Todos los que habitamos la hoya del río Pampas, río que ha configurado una región característica, sabemos que uno de los factores que agudiza nuestra pobreza extrema es la PÉSIMA INFRAESTRUCTURA COMUNICACIONAL. La región carece para su desarrollo de vías de comunicación modernas. Mientras que Lima todavía está en el siglo XX, nosotros acabamos de salir de las cavernas en este tema. Telefónica y Claro, empresas abusivas que han actualizado los viejos métodos de explotación colonial, pero no sus equipos, gracias a la magnanimidad del Sr. Humala que había prometido no renovarle el contrato a la empresa española y por la cual los cangallinos votamos masivamente (y hasta nos declaramos nacionalistas, vendiendo para ello nuestros pescados fritos para agenciarnos de fondos para la lucha electoral con sus adversarios, ya que jamás nos auxiliaron con un centavo los miembros del staff financiero), nos tienen desesperados porque han puesto en cuestión nuestro derecho a la comunicación, derecho que nuestra Constitución Política lo formula muy al soslayo, lamentablemente. Muchos hemos decidido retroceder al uso del humo apache para vincularnos mejor, y otros a los chasquis prehispánicos. La prometida banda ancha y su conexión a la red de fibra óptica nacional parece que tendrá que esperar hasta que las manos negras que impiden su arribo, sean cortadas sin misericordia por la decisión revolucionaria de los auténticos cangallinos. Y en cuanto a los caminos, ni qué decir. Mejor estaríamos en la época de las carretas si la topografía de la provincia nos ayudase o si hubiesen todavía piaras de mulas como animales de locomoción. Seguimos transitando en viejas unidades combi donde la mugre, la contaminación por el CO2 vehicular e intestinal, el polvo, la incomodidad y el irrespeto de los conductores, son el pan de cada día. Nuestras carreteras siguen siendo las hechas manualmente por nuestros valientes ascendientes. Ahora nos han anunciado que reconstruirán ellas y que las asfaltarán. Las primeras muestras y los técnicos consultados nos hacen advertir que vamos a un inminente desastre, pues no se trata de vías dignas, ni siquiera de las anunciadas BICAPAS, sino de una tecnología inferior en calidad cuyo nombre en inglés no logro evocar en este momento que redacto la nota de alarma (creo que la llaman Larry). La corrupción pretende persuadirnos de que es la mejor solución para nuestro problema de comunicación, convencidos de que los pueblos del Pampas han perdido su capacidad de INDIGNARSE. En otra daré más precisiones. Pero escarbemos algunos antecedentes:
            El testimonio que presento como denuncia ha sido uno de los tantos al que se suma la nueva hazaña mentirosa del gobierno: la construcción de una carretera asfaltada entre el abra de Toqto y la ciudad de Cangallo. Unos atribuyen al gobierno regional y otros al gobierno nacional. Lo cierto es que de acuerdo a las pancartas sembradas al borde de la actual vía afirmada, anunciada en la cita política de Pausa como de mantenimiento, las transferencias de dinero publicitadas en los diarios y haber prometido públicamente su ejecución en la ceremonia de escenificación de la Jura de la Independencia cangallina llevada a cabo el 7 de octubre de 2012,  la responsabilidad recae en el conductor del gobierno regional. Construir una ridícula vía para un solo vehículo, y garantizada para durar dos o tres períodos pluviales del calendario climático, invita a pensar que seremos nuevamente engatusados (osqorimados –que significa aproximadamente lo mismo) ¿Recordarán los cangallinos que el presidente regional anunció la iniciación de la obra todavía para noviembre de 2011? ¿Cómo admitir –con mínima racionalidad- que Provías prefiera asfaltar una carretera por las punas de Qoriaywina, donde no hay un solo centro poblado ni centro productivo, cuando bien se pudo haber conectado directamente Andahuaylas vía Vilcashuamán? ¿Simple descoordinación entre los gobiernos regional y nacional? ¿Sabrán que en las riberas del Pampas y el Sondondo existen numerosos pueblos que necesitan y merecen ser articulados con el Sur ayacuchano como Pampa Cangallo, Cangallo, Huancapi, Cayara, Chinchero, Hualla,  Canaria, Sucre, Apongo, Taca, Asquipata, Huacaña, Morcolla, Aucará, Sondondo, Andamarca y otros pueblos que se me escapan de la memoria? ¿Sabrán que estos tienen un gran potencial turístico, agropecuario y minero? Por supuesto que sería ingenuo pensar que ignoran. En el Perú, son los intereses subalternos e individualistas que tienen primacía sobre el bien colectivo.
            El documento que publicamos es la ley N° 24995, gestionada por los recordados parlamentarios apristas Fernando León de Vivero, José Oliva Sotelo, Marcial Cappelletti, Héctor Vargas Haya y alguno más, promulgada todavía el 19 de enero de 1989 por el presidente Alan García Pérez. Este último incumplió grotescamente su ejecución en sus dos períodos de gobierno. Pese a ser un presidente  constitucional, que tiene la obligación fundamental de cumplir y hacer cumplir las leyes, se zurró en esta ley que perseguía “el desarrollo socio-económico de la región” y traicionó a sus correligionarios que la promovieron. Yo descubrí por casualidad la existencia de esta ley cuando investigaba la historia de Cangallo en los archivos de la Biblioteca Nacional. Dos ciudadanos cangallinos, el suscrito y el odontólogo Máximo Ayala Aguirre, hemos realizado gestiones para su cumplimiento. Privados de poder político, económico y electoral, conseguimos que nuestra demanda presentada en la Mesa de Partes de Palacio el 2011, llegue al Ministerio de Transportes, hasta la mesa de PROVIAS, donde duerme el sueño de los justos, igual que dos peticiones hechas este año –apoyadas por sendos memoriales, documentos y libros- para obtener una cita con el presidente. Si bien es cierto que la ley sigue vigente, con la “grandiosa” obra vial que el Gobierno Regional ha amenazado realizar o patrocinar, nuestras esperanzas de ejecución de la citada ley serán postergadas hasta nunca. Deberemos acostumbrarnos dentro de poco a las cotidianas colisiones de vehículos, a la invasión de lodo y torrentadas a la vía por la falta de “cunetas” ad hoc, a ser sacudidos por los hoyos de la pista hecha de un material emulsionante para los pordioseros, a ver en la vera vehículos accidentados por fallas mecánicas producidas por la vibración brutal de la “carpeta asfáltica” convertida en superficie lunar y choferes lamentándose por el costo de los repuestos y las volcaduras. Una vez más deberemos convencernos que la vía institucional y legal es improductiva en el Perú, país generoso para apañar la corrupción, pero no para promover la decencia y la ciudadanía responsable.
            El abogado García que cobra por una conferencia académica de 40 minutos la bicoca de 150,000 dólares, igual que su émulo el ex presidente Alejandro Toledo, concentró su interés en temas más suculentos e ignoró la demanda de los pueblos que –como hemos dicho- dieron todo por el Perú y se debaten hoy en la pobreza extrema. Si gana tanto en una cita académica ¿por qué quiere ser presidente por tercera vez? ¿Siendo mandatario obtiene mayores réditos? ¿Por honor y/o para servir al país? Si es este último, el honor no se mide por el número de presidencias que se logre, sino por su eficiencia y el sentido de justicia que se imprima a la gestión; y si se trata de vocación de servicio, es necesario obtener la lección de que ella nunca será dirigida a reivindicar al pueblo empobrecido por sus acciones heroicas: la genuina gratitud a Cangallo no fue nunca un valor fomentado por los parlamentos y los conductores del gobierno peruano, como acertadamente ponderaba el eminente historiador Germán Leguía y Martínez, todavía en 1972 (Ver su “Historia de la Emancipación del Perú: El Protectorado”, Tomo V: 567) . Personalizar la gratitud de la nación en García es pedir peras al olmo, hacer que su moral adquiera el señorío del hombre superior. Y ello es imposible en un orate infectado de vanidad y/o vacuidad espiritual. El calificativo no es nuestro; así lo denomina un agente privilegiado de la corrupción fuji-montesinista, Oscar López Meneses, en un audio recientemente difundido que revela que sus tentáculos siguen enredadas en las más altas esferas del poder.
             A través de esta nota deseamos alertar a los cangallinos y a todos los habitantes de la región del Pampas a tomar las precauciones del caso. Debemos hacer hincapié en el hecho de que la ley 24995 previó construir UNA CARRETERA PAVIMENTADA, es decir hacerla con material noble (cemento, fierro y piedra chancada). Hoy nos  quieren meter gato por liebre con una obra asfaltada, pero de engaño, creyéndonos estultos o estúpidos. En aquella oportunidad, las obras de esta magnitud, eran financiadas por préstamos del Banco Interamericano (BID) ¿Qué habrá ocurrido con ese dinero si tuvo lugar el crédito? Habiendo disfrutado García el poder, es legítimo sospechar por su transparencia, pues, “la plata que viene sola” pudo haberse refugiado en algún bolsillo de la corrupción. Y no lo digo yo. En su primer gobierno, el mismísimo presidente de la Cámara de Diputados, el respetado hombre público don Héctor Haya, dignísimo aprista, lo denunció por sus inconductas. Cuando llegó al poder se abrigó la esperanza de que el APRA SALVARÍA EL PERÚ, pero todos saben que hizo el peor gobierno que la historia peruana recuerde. Muchos pequeños empresarios y comerciantes de las provincias del Perú como Cangallo quedaron en la más grande miseria por la hiperinflación, la imposibilidad de refugiarse en el dólar a falta de bancos y la ignorancia en temas económicos. Los que supervivieron de algún modo recibieron el tiro de gracia con la devaluación a su octavo valor del sol peruano que decreto su émulo Alberto Fujimori. Pero he aquí una de las paradojas de la miseria, la ignorancia y el aprovechamiento por la corrupción del lodazal moral gestado y retroalimentado por ella misma. Volvieron los peruanos a reelegirlos como mandatarios.   
            Propongo para cualquier eventualidad que las fuerzas vivas de la región del Pampas y Sondondo, fomenten reuniones de vigilancia y preparación para reencontrarse con la viril personalidad social contestataria que las caracterizó en las etapas heroicas de nuestra historia.  Es deber nuestro realimentar nuestro espíritu con los valores que hizo que los pueblos del continente nos admirasen. Es momento de volver a indignarnos, sentir la sana costumbre de nuestros ascendientes cuando la injusticia y la inmundicia humana sentaban sus reales en nuestro suelo. Propongo también que en lugar de la carretera prevista por la ley 24995, gestionemos ante el Gobierno Central la alternativa compensatoria de hacer realidad la carretera asfaltada correspondiente al segmento Ayacucho-Puquio-Pausa de la Carretera Longitudinal de la Sierra promovida por el presidente Humala y que debe articular las regiones Junín, Ayacucho y Arequipa. Pero la GRAN carretera deberá ser digna de satisfacer el adjetivo apocopado, es decir observar los estándares de calidad internacionales y garantizar su mantenimiento. Esta será la mejor herencia que dejemos a nuestros descendientes y recién podremos decir que la gratitud es una voluntad que por fin se hace realidad, por lo menos parcialmente. A continuación, transcribimos la ley citada y algunos documentos que demuestran nuestros asertos:




            SAUDADE, O LA PUREZA METAFÍSICA DEL DOLOR


Max Aguirre Cárdenas

Según el pequeño Larousse, saudade es una voz gallego-lusitana que significa nostalgia. Sí, ello debe ser cierto, pues la palabra nostalgia que se origina en la unión de las voces griegas nóstos (que equivale a regreso) y -algía (que viene de la raíz álgos y equivale a  dolor), significaría estrictamente  dolor por regresar,  o dicho de otro modo: dolor de verse  separado. Hoy, en horas matinales del 16 de octubre de 2013, me senté para escribir algo parecido a una defensa de mi propuesta hecha apuradamente vía Imel sobre el monumento a la Libertad que debería erigirse en la Plaza Mayor de Cangallo honrando lo dispuesto todavía por el decreto de 27 de marzo de 1822 firmado por el Supremo Delegado del Libertador San Martín, el marqués de Torre Tagle. Mi coterráneo, el abogado Marcelino Hinostroza, me había inducido ayer –con acento de sutil enojo envuelto con una cofia de sindéresis- a cotejarla con la alterna formulada por el antropólogo Dr. Alfredo Alberdi y con la cual él estaba totalmente de acuerdo. Desprendí de sus expresiones que la mía pecaba de obsolescencia plagiaria y que la otra era la más conveniente por su inspiración incaica. Por la pésima comunicación telefónico-celular de la que es víctima nuestra provincia, no pude replicarle sus observaciones y me limité a responderle que la propuesta suya sea formulada en una imagen como hice con la mía a través de Internet que, a su vez, aclaraba y/o simplificaba la sustentada en mi último librito “Los fundamentos históricos del sistema simbólico identitario de la heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo”. Me asaltaba un sinnúmero de razones defensivas de mi posición que temía se convirtiesen en un alegato extenso. Y aunque me bullía en el cerebro el famoso dicho de Voltaire que se anunciaba como algo parecido a la frase “no estoy de acuerdo con tus razones, pero daría la vida porque las expresaras libremente”, más pudo una nostalgia repentina que me invitaba a  otear en la lejanía la presencia imaginada de una angélica mujer vestida con su tutú de amabilidad y sensualidad, y renuncié a redactar el alegato. Pero este sentimiento no era como una cardialgia (aunque aseguran algunos galenos que nunca duele el corazón) o una gastralgia (dolor de estómago que a veces es ocasionada por la transgresión de alguna regla alimentaria), o una algia molar (que me describieron como una espada diabólica que calentada al rojo vivo penetra en las encías fracturando hasta el deseo de vivir). Era una sensación de extrañamiento en una bolsa existencial vacía, donde sólo la lógica del sufrimiento tenía sentido, más no la explicación racional de que debía huir del laberinto kafkiano donde me sentía un insecto aplastado por el dolor: una saudade pura de espiritualidad que jamás había experimentado antes pero que me hacía daño, pesadumbre  ajena a toda consideración fisiológica que más se parecía a una expiación de amor derivada de una separación impuesta por una voluntad ajena a la mía, o a un descontento moral de comprobar de que la felicidad (esa efímera sensación de sentirse parte del gozo terrenal y a veces del gozo divino) tiene sus límites y sus primeras piedras fundadas en el sufrimiento, o por lo menos, constantemente hostilizada por él. No tengo duda ahora que la esencia irreductible de la vida humana es, como decía Schopenhauer, la lúpe (lýpe) griega o dolor en latín y dolore en italiano, inexplicable en sí mismo, excepto como carencia o separación de algo, pero que nos da la prueba cotidiana de nuestra existencia en el mundo. Hay razones del corazón que la razón ignora, o mejor dicho, el corazón tiene su lógica que la razón no entiende, predicaba Pascal. Y pensar que en el pasado de mi drama personal, de divertissement o divertimento, no había advertido que la tristeza tiene profundidades inmensurables, fosos de sufrimiento perpetuo donde no hay socorros posibles y que únicamente podemos des-cubrirlos al romper las barreras de nuestro ser social y nos declaramos incapaces de soportar toda compañía humana y nos refugiamos en la soledad pura en una suerte de Robinson Crusoe metafísico. Hoy que formo parte de la iglesia de los que esperan resignados su turno para disolverse en la nada, apenas puedo entender esta dolorosa verdad. ¡Gracias amiga por ayudarme con tu hechizo de novia celestial a comprender algo de la condición existencial del hombre como depositaria en su ser más íntimo de la soledad y la muerte y que las percibimos o experimentamos indelebles (“invívitas” es la palabra que propongo al diccionario para describirlas como una aprehensión fenomenológica pura) al trasponer los límites de nuestra esencia social y nos enfrentamos con la separación del ser querido, separación que se convierte en angustia, en mera posibilidad de todo, en disminución de ser o hasta en pérdida total de ser o condena a la nada! Somos, como diría Kierkegaard, angustia pura que no nos permite ser ángel o bestia, o como diría Heidegger- un ser hecho para la muerte, acosados o amenazados constantemente por la nada como diría terciando Sartre. Pero esta suerte de pesimismo ontológico que no debe confundirse con el temor psicológico, paradójicamente, puede ser des-cubierto a través del amor, estado del alma placentero pero evanescente y siempre efímero, calidad de la que emerge la obligación de mantenerlo a través de una moral basada en una voluntad de poder superior: vencer estoicamente la angustia y el dolor, la nadidad o la vanidad; y para ello, quizás la razón nos pueda ser útil convirtiéndose en un antídoto de aquéllos declarándose un servidor o el elector principal de la fe vital, pero de una vida plena de valores superiores, no de una anémica ni derrotista ni  subalternada a la muerte, como habría deseado el gran Nietzsche al hablar de transmutar los valores decadentes de la vida por otros afirmadores de ella.    maxaguirrec@hotmail.com




              PROLEGÓMENOS A UNA DEFENSA DEL MONUMENTO A LA LIBERTAD DE CANGALLO

Max Aguirre Cárdenas

La cercanía del 7 de octubre de 2014, día en que se celebrará el Bicentenario de la Jura de la Independencia de la  Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo, elegida también como Día Jubilar de la misma, me ha inducido a proponer la conveniencia  de apurar las gestiones para la construcción del grandioso Monumento a la Libertad en la Plaza Mayor de la ciudad de Cangallo. Las razones de por qué debe erigirse tal monumento las expongo en mis dos libritos: “Cangallo: Cuna de la Primera Jura de la Independencia en el Perú” y “Los fundamentos históricos del sistema simbólico identitario de la heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo”. Sin embargo, a guisa de síntesis, puedo mencionar cuatro de las más importantes: 1. El cumplimiento de la voluntad del Libertador San Martín expresada en el decreto de 27 de marzo de 1822 promulgado por su delegado supremo Bernardo de Tagle; 2. Por haber ocurrido en Cangallo la primera jura de la independencia peruana acorde con el debido proceso establecido por la legislación española de entonces; 3. Como recordatorio cívico del título otorgado a Cangallo por el presidente don José de La Mar el 28 de mayo de 1828, es decir el de Heroica provincia de Santa Rosa, como premio a su lealtad a la Patria luchando por matricular su libertad en los registros de la perpetuidad; y 4. Como expresión simbólica del despegue de la provincia a un nuevo ciclo histórico que esperamos se inicie con la innovación de la Hoja de Ruta que la aleje del hoyo negro de la decadencia.
La propuesta de erección del Monumento a la Libertad enfrenta, sin embargo, serias dificultades que las enumeramos rápidamente: 1. Carecer el gobierno local de los fondos y el tiempo necesarios para convocar a un Concurso Internacional para que los arquitectos y los artistas decidan su conformidad simbólica y estética. Los costos se tornarían aún más onerosos si se impone el criterio de su perezosa ejecución. El monumento de la Plaza Dos de Mayo de Lima, fue diseñado y materializado en Francia como resultado de un concurso convocado por el Estado peruano en 1866. Finalmente, fue instalado en la llamada Plaza de la Reina de Lima en 1874, después de un tiempo más o menos dilatado, por haber sido exhibido previamente al público europeo frente al Palacio de la Industria de París en 1872 y donde fue calificado como “hermosísimo”. 2. Por enfrentar la oposición irracional de un grupúsculo de vecinos cangallinos que prefieren rendir culto al statu quo decadente. Para que se tenga una idea del cacumen disparatado de estas raras avis, y a manera de anécdota, digo que el ex burgomaestre que diseño y ejecutó el actual monumento a los héroes cangallinos (conjunto devaluado por el material utilizado; carente de una concepción semántica que se descubre en sus componentes privados de simbolismos y que hacen imposible una lectura histórica; plasmado sin una concepción estética de base y revelando un  gusto dudoso; y carente de un mensaje cívico-pedagógico para el porvenir: es decir no acreditar un recuerdo valioso para el futuro), al ser consultado opinó que el Monumento a la Libertad sea construido en la Av. Luxemburgo, rúa fantasmal de los extramuros que además él ayudó a surgir y que ahora sirve como un espacio árido donde de día pacen equinos y cerdos en artículo mortis, y de noche como muladares de cagones urgidos de evacuar sus turgencias intestinales de mote y tuna. Al término de la consulta me preguntaba -como queriendo descubrir por mí mismo la fórmula matemática que me permitiera comprender la cuadratura del círculo- por el porqué de haber bautizado dicha vía con el nombre del ducado europeo de la Benelux. Incluso barajé la posibilidad de que podía haber sido un cazurro homenaje a la revolucionaria francesa Rosa Luxemburgo dado que en Cangallo existen todavía numerosos simpatizantes de las distintas sectas del comunismo extraviado, incluyendo los senderistas mimetizados en el olvido con el candor de mosquitas muertas. Finalmente mi decepción fue más grande cuando interrogados diez parroquianos revelaron no tener ni una idea remota de lo que designaba la voz Luxemburgo. Alguno identificó con la luxación moral del ex burgomaestre, y otro con la luz que dispara nuestros ojos al amparo de la discreción cuando descubrimos una nena bonita con ubres burguesas de fabulosa lozanía.
La propuesta que lancé por Internet en el círculo de cangallinos y algunos amigos ilustres dedicados a la actividad histórica: Dres. Tamayo, Sánchez, Alberdi y Hampe, fue precisamente lo dicho: una PRO-PUESTA, una sugerencia que ciertamente ahorraría tiempo y dinero si a través del diálogo arribamos a un consenso por lo menos relativo. No pretendió ser una “imposición” como califica gratuitamente mi amigo Marcelino, pues si se tratase de ella sería hasta cándido (por no decir inconsistente o contradictorio) difundir entre el colectivo un componente de “la plaza futurista” pidiendo opiniones, calificativo que, si así llegó a vuestra bandeja por el apuro de enviarles, admito, fue un dislate mío, pues, el objeto de mi propuesta sólo fue el monumento y no la plaza; además el término futurista (atingente y/o pertinente a la filosofía estética de Marinetti y más precisamente al arte de Gaudi) no se adecua a mi pensamiento y excede a mi deseo de referirme solo a la dimensión temporal que está por venir; en todo caso, más perdonable habría sido calificar la muestra difundida como “monumento pasadista” y no como “plaza futurista” que suena a audacia descalibrada. Si la imagen difundida hubiera sido una imposición no habría consultado a nadie y me hubiera limitado a escurrirme al despacho del alcalde para obligarle -con una pistola de calibre cien en la sien (sabemos que no le entran balas de diámetro menor) a cumplir su inmediata realización. ¿Imponer a Oscorima, el camarlengo de Belcebú, el zorro viejo de dineraria mirada hipnótica? ¿Imponer a “Wachi” Cárdenas, el ducho loquero que apacigua cualquier crisis bipolar de delirios de grandeza? ¿Imponer a Marcelino, cinturón negro en artes decapitatorias, fúlgido pistolero de balas candentes en las cananas, además de ser un magistrado submorosus?... Yo sólo soy un modesto trabajador intelectual y no tengo poder ni para prohibir el maullido de un gato. Mi enojo es que me sobreestimen y me consideren un taumaturgo que puede fundir el bien y el mal en una sola sustancia antimaniqueísta, o me subestimen como a una jaqueca que no mata ni de risa ¿Por qué no un justo medio aristotélico?  ...  La finalidad de mi consulta solamente fue ésta: Un intento por abrir las cortinas de un espacio dialógico cuyo resultado quizás jamás se plasme en la realidad como sucedió con el mandato del decreto sanmartiniano que aludí al inicio o la ley 24995 que mandaba construir la carretera Ica-Cangallo-Ayacucho. ¡Nuestra tierra es proclive a engordar caníbales con las calorías que producen los hachazos al prójimo¡ ¡generosa en cañutazos de comadronas menopáusicas! Yo me permití formular al apuro sólo una idea directriz del proyecto sin las especificidades arquitectónicas ni simbólicas pertinentes como apunté párrafo antes al referirme en negrita al monumento que soporta actualmente nuestra Plaza Mayor. El caro amigo Marcelino dice después de acusarme de plagio: “Hay que arribar a consensos constructivos y no imposiciones que solo va ganar opositores destructivos, de los que ya conocemos” ¿La sugerencia del Dr. Alberdi con la cual el Dr. Marcelino “coincide totalmente” evitará que los fieles de la Iglesia de la Maldición de Carratalá (como califico a la asociación corpuscular de opositores a las celebraciones del Bicentenario de la Jura cangallina y su adopción como Día Jubilar simbólico de la provincia) organicen la fiesta gentílica del becerro de oro y disfruten de sus orgasmos de ganado mular?  ¿Permitirá “el lavado de cabezas” de sus paganos, desinfectarlas y bendecirlas para la recepción de la flama pentecostal de la sabiduría y el milagro de la sindéresis? ¡No, por supuesto! Estos politeístas que hieden a pécoras sulphídricas, no tienen horror al vacío ni a su metástasis   cerebral. Si el miedo a los “opositores destructivos” gobernara el progreso de las ciencias, la tecnología y la cultura artística, mejor entonces convirtámonos en anacoretas y cultivemos –adormilados entre el aullido monótono de las ventiscas del desierto- sólo la historia y la ciencia salvíficas, es decir, únicamente los saberes de salvación que nos permitan satisfacer nuestra natural inclinación a jugar con el fuego del conocimiento, como decía Aristóteles en su Filosofía Primera. O mejor, involucionemos ontológicamente hasta obtener la dignidad entomológica de una mariposa que parece diseñada por Dios para no hacer daño a nadie y dedicada solo a polinizar las flores. Claro, esto no es posible, así contratemos los servicios del Dr. Fausto de Goethe que tuvo las agallas de engañar a un inocentón diablejo: Estamos condenados a seguir hurtando a Dios los frutos del árbol prohibido, aunque sabemos que hacerlo conlleva el riesgo de la muerte, tarde o temprano.  A mí, por lo menos, no me dan miedo los opositores ni me generan enuresis. A veces los disfruto socarronamente, porque gracias a ellos puedo afilar mis palabras para eviscerarlos fácilmente, aun cuando incomoden mi olfato y mi paladar no preparados para soportar el olor y el sabor de sus carnes shanshos. ¡Guardarse los “disgustos” hace daño a la salud!, decía un puñetero profesor mío apodado el “Chifla Bedoya”, genio matemático que, a veces, exhalaba sus gases de viejo zorrino, con el retumbo brutal de un cohete Saturno de la NASA, con licencia indiscutible de su autoridad rectal (el abusivo, era ¡carajo! Director de Estudios).
Si reduzco el significado del término “copia” a la “mera reproducción total de algo preexistente” o “la reproducción exacta de un original”, entonces me rehuso a aceptar la acusación de que mi propuesta sea una mera “copia de lo mismo que ya se tiene en otros países y en Lima”. Pero si yo admito que en la comprensión del término se incluye sus grados y matices semánticos, entonces mi propuesta es relativamente una “copia” y es relativamente “original”, y ello no me molesta. Según las reglas de la lógica proposicional bivalente, esta última afirmación sería falsa, pues no puede ser cierta que A y ~A sean verdaderas (Esta es conocida en la literatura lógica como el  principio de contradicción). Pero, según las reglas de la lógica proposicional polivalente A y ~A pueden exhibir ciertos grados de verdad o falsedad simultáneamente, y entonces algunas combinaciones de éstas pueden ser verdaderas y otras falsas. Todo depende de los valores veritativos que se les asignen según sean series finitas o infinitas de números que representen sus grados de verdad o falsedad. Por ejemplo, si para A asignamos cuatro valores veritativos: A=1 (es verdadero); A=2 (es más verdadero que falso); A=3 (no es verdadero ni falso; A=4 (es falso), entonces, si conjuntamos A y ~A resultará que las únicas combinaciones que resulten ser falsas serán aquellas en que aparezcan el valor 4; mientras que las demás oscilarán entre ser verdaderas y no ser verdaderas ni falsas. Y así, para todos los operadores o functores lógicos. Aplicando al caso de los monumentos, si hay dos exactamente iguales como los ecuestres de Sucre que se halla uno en la ciudad de Ayacucho y el otro en Lima, si el Monumento A de Ayacucho es el original (A=1), el monumento B de Lima es la copia (B=1), y viceversa. Las afirmaciones en este caso serán verdaderas; pero en los otros casos: o serán más verdaderos que falsos, o ni verdaderos ni falsos, y únicamente en aquellos casos en que aparezca el predicado “es falso” serán falsos (perdonen el intríngulis o quizás los errores, no puedo evitarlos exigido por la recomendación del Dr. Marcelino que delata el tufillo de una orden castrense o la de un jefe henchido de furia biliar y noradrenalina: “Por respeto, es preciso que se dé una respuesta a las otras opiniones y sugerencias, más si viene de un académico de la talla de Alfredo Alberdi” ¡No me concedió ni una piadosa tregua para la reflexión, sabiendo que tenía un cúmulo de deberes que cumplir simultáneamente en mi calidad de miembro responsable de la Comisión de Escenificación de la Jura de Cangallo y no existir en esta tierra el servicio de internet privado y ser el servicio público -brindado en un establecimiento comercial multipropósito- expresión de una de las calamidades más severas que revela la presencia entre nosotros del Anticristo apocalíptico!)… La mayor parte de los monumentos tiene algún grado de originalidad y de imitación o plagio, ya sea por inspirarse -como conjunto estructurado de elementos- en otros precedentes estimados arquetípicos o por las variaciones impuestas en algunos de sus elementos arquitectónicos o en su simbolismo que se les asigna a veces arbitrariamente o a veces con arreglo a reglas universales consensuadas por la tradición. En este sentido mi propuesta es poco original y más copia como probablemente sea el porcentaje mayoritario de monumentos que existen en el mundo y que representan un motivo determinado (algo parecido a los eccehomos esculpidos en distintas épocas y por distintos artistas). De esta regla escaparían sólo las obras maestras personales y singulares que no tienen réplicas y evocan motivos únicos, pero también principalmente los ejemplares ultraístas, del collage, del cubismo, del pop art, y otros plasmados al amparo de filosofías estéticas vanguardistas que, paradójicamente, NO SON ENTENDIDOS POR EL PUEBLO, y por ello NO SUGIEREN, NI PARA EL HOY NI PARA EL MAÑANA, NINGÚN MENSAJE CIVICO, NI VALORATIVO NI ESTÉTICO, QUE SUS AUTORES CREEN PLASMADOS EN SUS OBRAS DE ARTE. Por tal, las categorías estéticas ORIGINAL y COPIA (A y ~A en nuestra notación) son totalmente relativas, medibles sólo referencialmente con respecto a un modelo, sólo nombres que se asignan probabilísticamente para ponderar su valor estético. En el caso de los monumentos a la libertad, son casi copias respecto al primero erigido que al parecer fue el de Lima, seguido por su “gemelo” del Callao que iba a erigirse antes de la guerra con Chile, y robado por los chilenos en 1881 cuando todavía se encontraba encajonado e instalado en Talca por 1900. Le habría seguido el de Ciudad México en 1902, el de Riga en 1935 que es uno dedicado a evocar la Guerra de la Independencia de Letonia. El gemelo de la libertad del Callao instalado en Talca se llama Monumento de la Victoria erigido en una columna actual (la precedente fue destruida por un sismo) que recuerda al estilo románico o gótico. Claro, como conjunto es menos estético que el de Lima por donde se lo mire, lo que nos advierte que un monumento supone un complejo arquitectónico y es como tal cómo hay que apreciarlo, y no sólo por la escultura que como en los casos de Lima y Talca son de formas idénticas, aunque el de Chile es más grande que fue el originalmente construido para Lima, pero que -como he dicho- fue hurtado por los rotos en la Guerra del Pacífico. Y por esto (como visión de conjunto) podemos afirmar que aquellos no son iguales, a diferencia de los ejemplares ecuestres de Sucre en Ayacucho y Lima que sí son idénticos. Como sucede con los monumentos artísticos en el que el original vale más que la copia, en el caso de Sucre es difícil establecer su valor en términos de originalidad, salvo si se averiguan las respectivas cronologías. ¿Y si se da el caso de que se hizo simultáneamente los dos, o se fabricó en serie? ¡Vaya, menudo problema!, aunque no tanto como reproducirlos en serie las copias de la gran pirámide de Keops, la Gran Muralla China o la inefable Machupiqchu.
Aplicando las expuestas consideraciones lógicas (no sé si con fortuna), la propuesta del Dr. Alberdi, a la que se adhiere totalmente el amigo Marcelino, sería relativamente original y relativamente copia. Por eso la sentencia popular de que no hay nada nuevo que antes no haya alumbrado el sol. Y decimos que la propuesta es original desde cierto punto de vista y copia desde otro, pues las columna incas, revestida con sillares incas (¿?), y en las que se han esculpido en alto relieve amarus o simples machawayes (que se exhiben en la Casa Velarde, en Ayacucho, ahora Centro Cultural de la UNSCH) ), tienen ya una émula en la ciudad del Cuzco, en la última cuadra de la Av. de la Cultura (a 50 metros del puente San Sebastián, y ella sí verdaderamente revestida con piedras al estilo incaico), rematada con un cóndor andino de alas abiertas, significativamente similar al proyecto histórico frustrado de hacer una representación de la Libertad en las playas de Arica recordatoria de la llegada al Perú del general San Martín para proclamar su independencia. La columna del monumento proyectado remataba también en su cima con un cóndor con las alas abiertas y mirando al norte. No sabemos si su capitel era de inspiración incaica (como propone el Dr. Alberdi) o sugerido por uno de los órdenes: jónico, dórico, corintio, románico, salomónico, bizantino o gótico. La diferencia de la Propuesta Alberdi con este proyecto y el realizado en el Cuzco está en lo que llama un basamento circular Marka Tunán con vanos y escalinatas, sobre el que estaría el “torreón pentagonal u octogonal” y encima del cual descansaría “una columna estilo inca” (¿Por qué octogonal y no pentedecagonal?). Después de representarme imaginariamente lo que quiere comunicarnos Alfredo Alberdi, sospecho que mi propuesta coincide en lo fundamental con la suya en un 80 ó 90 %, salvo los decorados zoomorfos en el capitel y el tapizado inca del fuste de la columna. Es cierto que en mi propuesta aparece el capitel corintio, pero se debe a que no he podido trasladar todas mis ideas a la composición informática por falta de tiempo, no saber diseño gráfico y el escaso tiempo que disponía el artista que me hizo el favor de hacer la apurada composición, sobre todo encimar en la columna clásica la aclla vilcaína que constituye para mí el elemento más significativo del conjunto. Por ello, para un debate más objetivo, sería interesante que el Dr. Alberdi pueda –si dispone de tiempo y paciencia- regalarnos una composición gráfica, o una imagen en 3D si no le es onerosa. Yo también desearía limpiar mi propuesta de elementos extraños si consigo un experto en diseño gráfico que no me cobre. Pero en Cangallo, me será muy difícil. Pero el debate está abierto para los historiadores del arte, arquitectos, urbanistas, humanistas, peruanistas, etc. Estoy seguro que aprenderé mucho de sus contribuciones y Cangallo ganará lo mejor de los dividendos ya que su futuro está columbrado en el turismo cívico.
Lo que sí quiero comunicar es lo relativo a mi renuencia al abuso en el decorado del Monumento a la Libertad con elementos incaicos o preincaicos (¿Por qué no también los elementos identitarios de los períodos formativos y/o intermedios preincas, que todavía perviven en la subregión del Pampas, o de los contemporáneos subculturizados* con las modas occidentales?). En los casos de los monumentos cuzqueños: del “Cóndor Apuchin”** de la avenida de la Cultura, el Pachakúteq del óvalo de Ttío, el Manko Qápaq de Salizar en una ladera del presunto cerro Wanakauri, y a los que sumamos el Pachakúteq de la plaza de Vilcaswamán (que no son monumentos a la libertad, sino evocatorios a sus pasados gloriosos) entre otros, son comprensibles, conducta que no se observó sin embargo en el  Tupaq Amaru de la plaza cuzqueña del mismo nombre en el distrito de Wanchaq. Pero, en el caso del Monumento a la Libertad en Cangallo, pienso que no serían pertinentes por las siguientes razones:
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(*)  Utilizo el término subculturizar para designar a las conductas sociales que introducen irreverentemente cambios arbitrarios en los patrones culturales como los tradicionales del vestir, alimentarse, hablar, socializarse, etc. sustituyendo inarmónicamente uno o algunos de sus elementos con otros extraños a su cultura original que el mercado les oferta a precios bajos y terminan siendo distintivos degradadores de su identidad cultural. Por ejemplo, los sombreros típicos morochucos de alas amplias y doblables por delante que han sido sustituidas por los sombreros negros cortos y que se difunde como una plaga de mal gusto por toda la subregión del Pampas. O el blue jean que asimismo está reemplazando a sus típicos pantalones, y así sucesivamente. En estos casos, el vestir y las prendas sustituidas han sido subculturizadas.

(**) Ignoro exactamente por qué el ilustre ex alcalde cuzqueño, abogado Daniel Estrada Pérez, acuñó el monumento con este nombre. Según el diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quechua, el término apuchin significa: autoridad, jefe supremo. Vendría de apu que alude al espíritu tutelar de un pueblo o un cerro que vive en éstos o en una waka (v. gr.:  una roca gigantesca llamada wanka).

A.- El ciclo libertario huamanguino entre 1812 – 1827, al que dedicaré mi próximo libro, es un movimiento gestado ideológicamente por las corrientes racionalistas, iluministas, empiristas y criticistas que aportaron sinérgicamente los fundamentos de lo que se lla-ma la modernidad. Si bien la idea-fuerza que motivó la liberación fue la nostalgia del incario, ésta no hubiera tenido ninguna posibilidad de éxito si las ideas modernas de libertad,  nación, patria, estado, democracia, igualdad, fraternidad, etc. no se hubieran iniciado a internalizarse en el alma de los criollos, mestizos y aún en la franja social de las castas como en el caso de los indios cangallinos. Por tanto, si un monumento es una alegoría al recuerdo de un suceso valioso del pasado (en latín la palabra monumentum significa recuerdo, testimonio solemne), es congruente representarlo con elementos evocadores de la época en que tuvo lugar el suceso, o con símbolos que tenían vigencia en la misma. La segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del XIX fueron adalides de la restauración de los elementos del arte clásico (el arte neoclásico plasmado sobre todo en la arquitectura), pero no para ponerlos al servicio de la pasión y la exaltación como el arte barroco, sino para ponerlos al servicio de la razón y el equilibrio. Nuestro modelo pretende recoger este espíritu pero privado del barroquismo que todavía se divisa en el monumento a la libertad (o a la Victoria Alada) de la plaza Dos de Mayo de Lima. Por eso, quizás el capitel y el fuste que corresponden a la columna de estilo corintio, sean mejor sustituidos por los de la orden jónica, más sencilla y nada recargada, o simplemente de fuste lisa como las columnas de la Casa Velarde de Ayacucho. No digo lo mismo de la base que me gusta más la de la orden corintia descansando en un pedestal-torreón en cuyo rededor se colocarían las esculturas de los héroes cangallinos y el Guerrillero Morochuco Desconocido, protegidos en su base por una verja elegida cuidadosamente para no contrastar estéticamente con el conjunto monumental: esculturas, columna y pedestal. Las escalinatas del 2 de Mayo serían ad hoc para la muestra cangallina.
B.- Es innegable y plausible reconocer el papel director de los criollos, pero no a expensas de ignorar a los mestizos y los indios como protagonistas del movimiento independentista huamanguino como lo hacía la historia tradicional. Por ello, en mi modelo se incluye junto a los héroes clásicos de Cangallo (El Mariscal Cáceres, María Parado de Bellido y Basilio Auqui) a Valentín Munárriz y al Guerrillero Morochuco Desconocido con las mismas características escultóricas de los otros héroes. La medalla que -por facultad concedida por el Consejo de Gobierno- tributa compensatoriamente Juan Pardo de Zela a Valentín Munárriz por su ejemplar participación en la Emancipación de la República, al que se suma el calificativo de respetable  héroe que le endilga oficialmente el 30 de noviembre de 1825 comunicándole el premio,  y cuyo original transcribiré en mi próximo libro, más su protagonismo en la Jura de Cangallo el 7 de octubre de 1814 y los infinitos servicios prestados a la Patria hasta la Batalla de Ayacucho, e incluso hasta la época de la rebelión de los iquichanos, amerita que este patriota olvidado esté en la cima de la gloria. Además en la placa evocatoria de los gestores de la independencia de Cangallo deberán ser grabados –acatando lo dispuesto por el mismo decreto de 27 de marzo de 1822- los nombres de los mártires morochucos y algunos líderes que comandaron sostenidamente las luchas de liberación para mostrar inobjetablemente que el indio cangallino fue el protagonista clave de las luchas independentistas en el Perú y debe compartir la gloria con los criollos, con la misma dignidad reconocida.
C.- Pero la patria peruana no se inicia a configurar sólo desde el siglo XIX. Como sostenemos en nuestros trabajos, la lucha por la libertad fue un proceso que se inició desde la misma invasión española, preñado de ciclos de lucha armada sostenida, de silencios, de resistencia cultural (como el taqui onqoy), de luchas jurídicas, etc. Y los hombres que respondieron a estos retos fueron los indios como en la gran revolución de Tupac Amaru y en la del Cuzco de 1814. Nuestro país sería incomprensible sin las tradiciones culturales incaica y española. Por ello ponemos encima del capitel de la columna que sostiene el monumento a una aclla vilcaína, una virgen del sol que representa a la República Peruana naciente, y que empuña una antorcha que simboliza la luz de la razón y la libertad, sin renunciar a su componente identitario inca. Qué mejores elementos como una aclla del sol vestida con su traje característico y la montera sagrada en la cabeza para evocar nuestras raíces geográficas, sociales y culturales heredadas de los incas. Una columna “inca” que no forma parte de los códigos constructivos como una orden arquitectónica reconocida, no abonará más identidad a lo reconocido en el conjunto… Es parte del código semántico cívico de occidente representar a la República con una mujer. Por esto sorprende cómo el monumento a la libertad de los trujillanos es representado por un efebo que de lejos pareciera que ha levantado grotescamente una pierna para miccionar levantando su diestra que empuña una antorcha, ambas de dimensiones desproporcionadas. Algunos dicen que de lejos parece un púber jugando al “mundo o tejas” que se ejecuta saltando en un pie. Personalmente, esta “obra de arte”, pese a ser rica en simbolismos, no me gusta en absoluto. No entiendo cómo pudo haber vencido a 104 rivales, casi todos europeos, en un  concurso internacional ganado por la maqueta del alemán Edmundo Moeller que fue premiada con 1000 libras de la época y cuya realización costó finalmente la friolera de 250,000 soles de 1929, año en que fue inaugurado.
Espero haber demostrado que mi propuesta –privada todavía de muchos de sus elementos esculturales y especificidades simbólicas derivada de mis carencias y problemas que aclaré- no es una mera copia, pero también espero haber mostrado que no es absolutamente original. Una descripción del monumento de Lima, publicada en “El Comercio” puede finalmente zanjar el debate: “Su base inferior es de mármol azulado y tiene 23 m. de circunferencia, en forma como de una fortificación. Sobre esta base se levanta otra circular de más de 12 m. de circunferencia adornada con bajos relieves en bronce representando los hechos principales del combate y el nombre a sus héroes. Al frente del pedestal de la columna hay una estatua colosal de bronce que presenta al Perú irritado y con espada en mano defendiendo su pabellón; y en derredor del mismo pedestal otras estatuas de bronce que representan las repúblicas aliadas de Chile, Ecuador y Bolivia: al pie de la estatua del Perú hay otra de tamaño natural que representa a don José Gálvez, ministro de la Guerra exhalando su último suspiro en defensa de la patria. Sobre el pedestal se eleva una columna de mármol blanco de carrara de 1 m. 20 de diámetro, adornada con palmas y otros signos de triunfo, y á la cual van ajustadas cuatro proas de buques: sobre el chapitel de la columna y a la altura de 22 metros, se encuentra una soberbia, elegante y colosal estatua de la victoria, en bronce dorado, con grandes alas desplegadas, y con espada en una mano y una palma en la otra”.
Mi propuesta jamás sería descrita así. A lo sumo, su parecido podría consistir en la correspondencia armónica entre el pedestal, la columna y la estatua de la libertad, haciendo un conjunto plástico, y en el cual predominaría como materia prima para su revestimiento la famosa “Piedra de Huamanga” (el alabastro de Chaqolla o Pujas) en lugar del mármol de Carrara. No deja de sorprender que las numerosas maquetas que concursaron para el monumento del 2 de mayo eran muy parecidas entre sí, como salidas de las mismas manos y plasmadas con el mismo leit motiv estético. Se diferenciaban solamente: o en los volúmenes y estilos de los pedestales, o en los órdenes de las columnas utilizadas, o en las esculturas  dedicadas a representar el recuerdo de la victoria obtenida en el combate del 2 de mayo de 1866 (la Victoria Alada o la Libertad Alada). Los expertos dijeron que eran de gran similitud pero diferentes. Incluso, el monumento de Talca que se considera “gemelo” de Lima es distinto: Para empezar por un elemento simbólico, el ángel de Chile lleva un gorro frigio (símbolo de la libertad), el de Lima lleva una corona de olivo (símbolo de la paz).
Como comprenderá el lector, el tema es ampuloso e infinitamente opinable. Ello se refleja en el hecho de que en las fuentes de Internet existen –sólo hasta hoy- más de cinco millones de artículos dedicados al asunto de los Monumentos de la Libertad en el mundo, y seguirán incrementándose exponencialmente en el futuro. Si nos interesamos y urgimos por el tema del monumento a la libertad de la heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo, es por el hecho de que la celebración del Bicentenario de la Jura de su Independencia –idea de libertad que promovió indirectamente a la Jura de Lima y consecuentemente a la del Perú- se acerca raudamente. Además, los actos celebratorios -que espero sean realizados con pompa y acompañados ya con la inauguración del monumento- convertirán paulatinamente a Cangallo en otro núcleo del TURISMO CÍVICO, porque la libertad y su historia es un tema absolutamente sensible para todos los pueblos. La Estatua de la Libertad de Nueva York recibe al año CINCO MILLONES DE TURISTAS ávidos de contemplarla ¿Cuántos recibe la maravillosa Machupiqchu? Algo más de dos millones en 2013. A través de estas líneas deseo transmitir la necesidad de fumar la pipa de la paz con mis coterráneos y emprender la realización del proyecto monumental. El actual de la Plaza Mayor de Cangallo, dedicado a los héroes cangallinos, podría ser trasladado a otro parque de la ciudad o a la de uno distritos que participaron en la primera jura de la independencia ocurrida en el Perú. De no aceptarse este temperamento, entonces tampoco privemos el derecho de ejecutar el proyecto en la localidad de Pampa Cangallo, algunos de cuyos ciudadanos me han transmitido su voluntad de realizarlo, lucirlo y tomarme como su asesor histórico. Un ciudadano de  Cangallo, preñado de ignorancia y con ínfulas de máximo líder de Uran o Hurin Cangallo, cuya identidad no revelaré por ahora, cuando le comuniqué la noticia, me espeto la frase ¡QUE SE LO LLEVEN, PUES! Por supuesto, dicha conducta de procaz indiferencia me causó profunda lástima. El alcalde Sr. Alfredo Alarcón tiene la última palabra y la posibilidad de pasar a la historia. Si es retenido en sus aduanas por incompetencia o ceguera a los valores cívicos, entonces el orín (por el acaso, me refiero al hidróxido férrico, no a las excreciones vesicales) corroerá su nombre hasta hacerlo desaparecer de la memoria de Clío.
 Abrigo la esperanza de que nuestras expectativas no sean incineradas por los devotos de la Maldición de Carratalá. Que este diálogo no sea el equivalente al “remar y remar por el océano tempestuoso, tan sólo para morir exhaustos en la orilla del mar”. Recuerdo con lástima la conducta de nuestros gobernantes que pese a que Simón Bolívar había decretado todavía el 27 de diciembre de 1821 la erección de “una columna consagrada a la gloria de los vencedores de Ayacucho”, con el busto del general Sucre en la cima, recién por Decreto-Ley N° 18921 de 3 de agosto de 1971 fue cumplido el deseo del Libertador, con el nombre de “Monumento a la Victoria de Ayacucho”. No fue una columna, sino una bella pirámide escalonada (concebida paradójicamente por el escultor español  Aurelio Arias), luego de muchos intentos de variar el escenario de su erección, la forma y el material lítico de la misma. En el intervalo de los ciento cincuenta años de demora, se promulgaron las leyes de cumplimiento del decreto bolivariano: una del 10 de setiembre de 1870 que no fue acatada, otras del 27 de agosto de 1935 (Ley N° 9702), 26 de enero de 1946 (Ley N° 10367), 29 de noviembre de 1963 (Ley N° 14733), 21 de octubre de 1966 (Ley N° 16263), que tuvieron la misma suerte (La última norma significó para la provincia de Fajardo una pérdida adicional a su tenaz indiferencia, pues, para levantar el monumento de Quinua, se transfirió el dinero presupuestado para la construcción del Instituto Industrial  de Mujeres de Huancapi). Lo anecdótico de estas demoras es que el prefecto de Ayacucho, el patriota coronel Pedro Portillo, cansado de los iniciales vaivenes y la pobreza a la que nos había reducido la guerra con Chile, manu militare, ordenó, en 1897, construir  en el escenario de la célebre batalla lo que llamó con propiedad Monumento a la Libertad Hispanoamericana que, en la parte superior del pedestal cuadrangular de 8 metros y medio de altura, rematado en una suerte de cuatro brazos de pulpo confluyendo, poco estético, sostuviese la Estatua de la Libertad. El mamotreto, protegido por una cerca abominable, fue inaugurado el 28 de julio del mismo año, pero no con el busto de Sucre en la cima, sino con la Estatua de la Libertad representada por una mujer obesa que plasmaba el ideal de belleza corporal femenina de la época. Ante ella se reunieron los países bolivarianos y sanmartinianos, y otros de todo el mundo, el 9 de diciembre de 1924, celebrando el centenario de la epopeya libertaria. En una placa lateral se había escrito un hermoso discurso poético, cuyo fragmento inicial decía:
Aquí al pie del altivo Condorcunca se decidió la terrible
contienda entre la Libertad y la Servidumbre.
(Ver Geraldo Arosemena Garland “El Monumento a la Gloria de Ayacucho. Lima 1974).
 Para concluir, no quiero dejar de formularle amicalmente al Dr. Hinostroza los siguientes interrogantes: ¿Por qué no mostró nuestro Cid Campeador igual celo cuando antaño erigieron en la Plazuela ayacuchana de Santa Teresa un monumento al prócer Basilio Auqui que de monumental tenía sólo el adjetivo HORRIBLE, y que más parecía una roca donde los gallinazos se posaban para deyectar, aislados en ese rincón colindante con la vergüenza? ¿Por qué solicitó al burgomaestre huamanguino la sola restitución del busto hurtado bienhechoramente por los recicladores de fierros y no su total remoción y erección de uno digno? (Ver al pie las fotografías comparativas entre los pedestales que sostienen al rapaz carroñero y al que insultaba la memoria del mártir cangallino). Pero no cierren el boliche: Todavía debo pedir perdón por los argumentos bizantinos formulados por la necesidad expositiva de transmitir mis pensamientos con la mayor honestidad y claridad posibles. Hay días en que la bilirrubina se me sube a la cabeza pigmentando mis neuronas por cuyos axones fluyen los aceites de la sindéresis y me condena a respirar los aires delirantes de la paranoia, sobre todo cuando hablo con mis paisanos (¿?) de temas multívocos, polisémicos, opinables, colindantes con nuestra subjetividad de gustos, apetitos, preferencias, simpatías, o con sus opuestos. Pero al fin y al cabo, también los intelectuales necesitamos acometer periódicamente el mantenimiento de nuestro equipo mental, desarmándolo, “aceitándolo” y ejercitándolo; ¡claro!, además de someter los bienes producidos a un exigente control de calidad. Hasta pronto.  maxaguirrec@hotmail.com

                                                                                   Cangallo, 20 de octubre de 2013.





 

RESPUESTA DEL HEROICO PUEBLO DE SANTA ROSA DE CANGALLO AL BRUTAL DESAIRE DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA.

Cuando el 19 de enero  de 1989 fue promulgada por el presidente Alan García la ley N° 24995 que mandaba construir la carretera  pavimentada Ica – Córdoba – Quimsacruz – Huancapi – Cangallo – Ayacucho, creíamos los cangallinos que había llegado a su fin la infraterna exclusión de los pueblos de la región del río Pampas causada por la ingratitud histórica del Estado Peruano. ¡Qué equivocados estábamos! La mencionada ley que había sido gestionada por los ilustres parlamentarios apristas Fernando León de Vivero (diputado por Ica) y Marcial Capelletti (diputado por Ayacucho), fue incumplida pertinazmente por el Sr. García, el actor principal del peor gobierno que la historia peruana registra. Ni memoriales ni súplicas orales tuvieron frutos; ni plegarias ni amenazas, ablandaron la tozudez del susodicho mandatario ¿Acaso la Constitución no le obligaba a cumplir y hacer cumplir las leyes? ¿Acaso, siendo él mismo abogado, aparte de presidente de todos los peruanos, no debía ser el primer promotor de la legalidad y ejemplo de probidad moral? Pese a que se ordenó a Provías Descentralizado priorizar su ejecución dentro del Plan Vial de la Región, mediante Memorando N° 1491.2010-MTC/09.02, la misma sigue siendo una aspiración burlada de los pueblos del Pampas (Véase el Informe N° 741-20|0-MTC/09.02 de 3 de setiembre de 2010), porque la estrategia de soplar la responsabilidad a los subalternos es una sucia estratagema de los cobardes, como es aquella de enviar a las calendas griegas los proyectos de ley incómodos. El admirado tribuno don Víctor Raúl Haya de la Torre, amado por gestos sinceros como el desplegar su talento por el Perú y redimirse por ello un sol por toda remuneración, debe estar entristecido en su morada celeste por haber sido traicionado por discípulos obesos de vanidad y obsesionados por embolsarse la plata que viene sola.
            El 20 de setiembre de 2013, el Congreso de la República, se supone institución tutelar de los valores democráticos, hizo una penosa demostración de improbidad, y con pretextos vacuos, rechazó la petición del pueblo de Cangallo que sólo quería legalizar el 7 de octubre de cada año como Día Jubilar suyo y como símbolo de reconocimiento del Perú por sus sacrificios en el logro de nuestra Independencia. Similar petición había formulado el Cuzco en 1944 para oficializar su “Semana Jubilar” en el calendario cívico de la nación. Cuzco que fue declarada por el gobierno virreinal como “Fidelísima”, igual que la aristocrática Lima, adoptó el Día del Indio (o de la Raza) como símbolo de su grandeza histórica, haciendo del Inti Raymi su fiesta jubilar. El presidente Manuel Prado y Ugarteche, que había asistido a la primera celebración ocurrida el 24 de junio de 1944, comprendiendo la justicia de su causa, apuró la ley y la promulgó el 7 de abril de 1945 con la signatura N° 10196 ¿Acaso se cuestionó aquella vez la legalidad y la legitimidad soberana de la decisión cuzqueña? ¡Nunca! ¿Acaso ahora se impuso la ignorancia aleve y se mezquinó la honra de gratitud? ¡Todo indica que ello sucedió, pese al pedido razonablemente fundamentado de reconsideración que sigue durmiendo el sueño de los justos!
            En el caso de Cangallo, el 7 de octubre, no constituye, sin embargo, una arbitraria elección. Fue el día en que por primera vez juró su Independencia, exactamente igual a como Lima lo hizo el 28 de julio de 1821; por supuesto, como expresión de la estrategia libertaria de hacerlo “pueblo tras pueblo”, fomentada por los ideólogos de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el marco de la Revolución del Cuzco de 1814. Las pruebas de este suceso se encuentran por doquier, desde “El Álbum de Ayacucho” de José Hipólito Herrera (1862), los libros del gran historiador de la Emancipación y el Protectorado don Germán Leguía y Martínez (Ver Publicaciones de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Tomos V y VI fundamentalmente), incluidos los trabajos de los consagrados Basadre Grohmann y Roel Pineda, hasta la decena de títulos que comprenden monografías, artículos expresos en revistas, diccionarios, enciclopedias, portales de Internet y otros textos, que necesitaríamos dedicarle algunos tomos sólo para presentar el inventario bibliográfico y transcribir sus contenidos más relevantes referidos al tema (Ver Max Aguirre Cárdenas: “Ayacucho, Vilcashuamán y Cangallo”, “Cangallo: Cuna de la Primera Jura de la Independencia en el Perú” y “Los fundamentos históricos del sistema cívico identitario de la Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo”, aparte de otro que está siendo preparado para honrar al Bicentenario de la Jura cangallina, titulado “El ciclo independentista de Huamanga: 1812-1828 y otros trabajos del mismo autor que pueden hallarse en la Biblioteca Nacional). Últimamente los prestigiosos historiadores Domingo Tamariz Lúcar y Teodoro Hampe Martínez, se han referido elogiosamente a la efeméride (Ver Revista “Caretas” N° 2293 y 2294). Mostremos para mayor objetividad y en orden cronológico los tres primeros testimonios  descubiertos hasta ahora: a) La referencia de José Pardo de Zela al gobernador del partido de Vilcashuamán, José Bellido, hecha en un oficio de 30 de diciembre de 1821;  b) El fragmento del decreto del Congreso Constituyente de 1828 promulgado el 28 de mayo del mismo año por el presidente La Mar, y c) El aporte del capitán de caballería del Ejército Peruano, José Hipólito Herrera, hecho en 1862.
El coronel Juan Pardo de Zela, Jefe del Comando Sur del Ejército Libertador con sede en Ica, al conocer el holocausto de Cangallo ocurrido el 17 de diciembre de 1821, le expresó conmovido al gobernador del Partido de Vilcashuamán, José Bellido, en los siguientes términos: “Cangallo destruido por las voraces llamas de las manos sacrílegas que no perdonaron el santuario de su templo, inmortalizará su nombre, y honrará la memoria de sus habitantes que la abandonaron por conservar su libertad y sostener su Independencia del Gobierno Español, y de toda otra potencia extranjera [] La Patria jamás olvidará este heroísmo de sus hijos y le dará un lugar muy distinguido en los fastos de la historia de su gloriosa revolución. Cangallo vuelvo a decir eternizará su memoria, se levantará sobre sus ruinas, y será pueblo famoso en la posteridad” (Ica, 30 de diciembre de 1821. Archivo General de la Nación, Ministerio de Hacienda, Sta. 0406).
El presidente don José de La Mar, promulgó el decreto de 28 de mayo de 1828, aprobado previamente por el Congreso Constituyente el 27 de mayo, en cuya parte considerativa se lee: “I.- Que los naturales de la Provincia de Cangallo desde el año 1814, se decidieron por la independencia del Perú, y que por sacudir el yugo opresor pelearon con varias divisiones del ejército español, hasta quedar casi consumidos, sin que por esto dejasen de contribuir y hacer otros sacrificios  para el sostén de las tropas…etc.” (JustinoTarazona, 1968, “Demarcación Política del Perú, Tomo I: 654).
Y finalmente, el capitán de caballería del Ejército Peruano, en su libro aludido de 1862, sintetizó en pie de página el probable relato de su camarada José Mariano Alvarado del siguiente modo: “A consecuencia de la derrota que en Huanta sufrió la división independiente mandada por D. Mariano Angulo y el Santafecino el año 1814, los jóvenes de Ayacucho, comprometidos en la causa santa  de la Libertad se refugiaron en la provincia de Cangallo apoyados por los famosos Morochucos, decididos cual otros Pelayos á permanecer en el país haciendo la guerra a sus dominadores. En efecto, capitaneados por D. José Mariano Alvarado y el Dr. D. Valentín Munarriz juraron la independencia solemnemente, suscribiendo la acta con la sangre de sus venas, que tuvieron la heroicidad de estraerse; por cuyos hechos, irritado el Virey, decretó el incendio de Cangallo, que se arrojasen sus cenizas al Pampas, que se borrase aquel nombre del catálogo de los pueblos, que se esterminase á sus habitantes, y que sus tierras se arasen con sal” (“El Album de Ayacucho”, 1862, pág. 186). José de Herrera habría sido compañero de José Mariano Alvarado en el cuerpo de caballería cuando éste decidió asimilarse. El título que Alvarado recibió de José Bernardo de Tagle, el 23 de enero de 1824, graficaría esta verdad. Poco antes, el 3 de enero, Herrera había recibido el despacho de Teniente de Caballería. Su nombre, si no se trata de un homónimo, al igual que el de Alvarado, se halla en la lista de Oficiales y Jefes Veteranos del ejército del año 1824. También están el comandante Antonio Gutiérrez de la Fuente, el coronel Clemente Althaus, el general José de La Mar y otros 46 militares más (Ver Archivo General de la Nación, 1824, O.L. 111.3).
            Argumentarán los enemigos de Cangallo, principalmente los del cogollo fujimorista, (salvando las distancias honorables de los parlamentarios cuya integridad moral y conocimientos están fuera de toda duda), que sólo se ha aprobado su retorno a la Comisión de Educación para el perfeccionamiento formal y justificación histórica del proyecto de ley, y saber adicionalmente si aquel día de fiesta cívica es laborable o no. Nosotros le replicamos afirmando que la cercanía del glorioso bicentenario de la JURA DE LA INDEPENDENCIA DE LA HEROICA PROVINCIA DE CANGALLO, a celebrarse el 7 de octubre de 2014, pero principalmente las ceremonias evocatorias del año 2013 con la anunciada presencia de un alto dignatario del Estado, urgían una respuesta patriótica a título de gratitud simbólica de la nación peruana al pueblo cangallino. ¿Y por qué gratitud? Pues, porque la provincia de Cangallo ofrendó a la Patria la vida de miles de sus hijos: los célebres morochucos; porque contribuyó sin intereses bastardos al logro de la independencia de nuestro amado Perú; porque dedicó el total de sus limitados recursos agropecuarios al sostenimiento de las tropas patriotas por largos períodos de lucha como reconoce el decreto citado del presidente La Mar; porque aceptó sin animosidades y con generosa solidaridad la fragmentación arbitraria de su territorio que permitió la creación de provincias hermanas; porque soportó el desdén aristocrático de sus enemigos que la acusaron de criminales y ladrones siguiendo la estrategia de difamación mediática de las Gacetas virreinales y el nocivo ejemplo de Carratalá; y porque soportó estoicamente -sin perder su gloriosa altivez y sin minusvalías pedigüeñas- la pobreza extrema en que hoy se debate después de haber agotado sus recursos en las guerras de la independencia y en la defensa de la República contra los iquichanos realistas; porque se opuso a la angurria expansionista de los chilenos y a la codicia de los malos peruanos que asaltaron el poder viendo a la Patria como un botín. Si algo demandó Cangallo fue la rebaja de los tributos que le permitiese sobrevivir y seguir luchando por la Patria, la reconstrucción y/o defensa de su ciudad capital destruida por dantescas riadas en muchas oportunidades; y hoy, unas dignas vías de comunicación: carretera asfaltada y banda ancha por fibra óptica. Repetimos: una digna carretera, no un sendero ensamblado con asfaltita de vergüenza, una con el mismo derecho que las demás provincias como Huanta y La Mar, o aldeas como Oyolo y Cabana ¿Y qué de la cacareada carretera longitudinal de la Sierra que debía vertebrar Ayacucho desde Huanta a Pausa?. Ni qué decir del servicio de telefonía e Internet: Cangallo en este tema sufre la brutal vendetta colonial de la empresa española Movistar, abusiva e ineficiente hasta lo impúdico, que se sigue zurrando igualmente de memoriales y reclamos corteses gracias a la carta blanca concedida por sus vasallos postmodernos ¿No nos habían jurado a los pueblos del Ande como promesa electoral  la no renovación de la concesión? ¿O los godos “aceitaron” generosamente las manos de nuestros angélicos funcionarios sabiendo que la correa sale del mismo cuero de los usuarios? ¿Es difícil caminar derecho? -preguntó alguna vez nuestra hermosa primera dama de la nación con justificada indignación.
            Además si de formalidades se trató para hibernar el proyecto en las calendas griegas, les decimos que el cumplimiento de éstas no es responsabilidad del pueblo cangallino. Sabemos que cada uno de los legisladores cuenta con asesores en las especialidades y el número necesarios. Nosotros, propusimos un proyecto lo suficientemente fundamentado  para que cualquier lector pueda darse cuenta de la justicia de nuestra causa; pero respetamos la redacción sumaria del congresista José Urquizo Maggia, quien magnánimemente nos brindó su ayuda y por quien guardamos un respeto y una gratitud inmensurables. Cangallo, a excepción de su hijo predilecto don Pedro C. Cárdenas Orozco y su hijastro Luis García Blásquez, careció de representantes nacidos en su suelo; los demás fueron impuestos por las cúpulas partidarias o el poder dinerario de oscuros gamonales, injusticias groseras generadas por las leyes electorales que vuestros pares elaboraron y que ustedes debían reformarlas por lo menos. Nosotros hemos revisado la conformidad del Proyecto con lo dispuesto por el Art. 105 de la  Constitución y no hemos hallado ninguna transgresión. Por ello, hemos llegado a la conclusión de que él no tiene defectos formales ni dificultades de comprensión semántica si lo comparamos con los estándares legislativos de leyes análogas, más aún cuando la exposición sustentadora de motivos del congresista Urquizo fue rigurosa y suponía que los legisladores conocían lo fundamental y lo más honroso de la historia independentista nacional (Ahora sabemos que muchos “padres de la patria” necesitan como regalo de fiestas julias un “Coquito” de alfabetización histórica). La elección de una efeméride como Día Jubilar de un pueblo es un derecho soberano de él. El parlamento carece de potestad moral y jurídica para condicionar dicho derecho. Sólo puede institucionalizarla como fedatario supremo de la tradición histórica esgrimida como razón por el pueblo interesado o, a lo sumo, ofrecerle una alternativa pedagógica, pero jamás negarle (El caso memorado del Cuzco es ilustrativo). Sólo puede colegirse entonces, que la obstrucción del clan fujimorista y la de su peón peruposibilista fue una muestra más de la anomia moral de sus componentes, venganza subalterna de sus riñas domésticas con el Partido Nacionalista y cuyos platos rotos quieren hacernos pagar injustamente a los cangallinos. Decimos anomia, porque los súbditos de la estirpe nisei, tienen las agallas de afirmar -sin una mínima dosis de rubor y vergüenza- que ellos hicieron el mejor gobierno de la historia del Perú, olvidando grotescamente que en ese período el país  experimentó la corrupción más infame, comparable sólo a los regímenes dictatoriales y antropófagos de las republiquetas africanas, negando amnésicamente las matanzas etnocidas consumadas en el Pampas y el hurto canallesco de los caudales de la Nación, desacordándose que algunas obras de impacto mediático sólo eran el maquillaje del estiércol y el pus que sustanciaban el alma de sus prohombres, y que infortunadamente algunas personas bien nacidas cayeron en el ardid coolie. El historiador huantino Manuel Pozo preguntaba indignado en 1924: “La deuda de honor reconocida a favor de Cangallo, por San Martín, hasta el día no está satisfecha. Este lejano recuerdo, nos autoriza hacer esta reflexión: los indios cangallinos que trabajaron por la independencia, ¿en cambio que han recibido?”. Del mismo modo, el eminente historiador Germán Leguía y Martínez, protestaba compungido en su monumental “Historia de la Emancipación del Perú: El Protectorado”: “Los hechos que vamos a referir y el horrendo castigo  que el coronel español [Carratalá] llegó a infligirlos corroboran su abnegación y su heroísmo; despiertan en el espíritu una admiración y una gratitud que, por cierto, en todos los años transcurridos, los gobiernos y congresos de la República no han sabido o no han querido exteriorizar en grado congruente con el mérito contraído y con sus altas proyecciones y enseñanzas (Ver, 1972, Tomo V, pág. 567). 
            Si de contenido o semántica axiológica que justifique la aprobación de la ley se trata, tampoco su desconocimiento por parte de la porción feble del Congreso no es responsabilidad del pueblo de Cangallo ¿Cuánto tiempo más estará el proyecto en la Comisión de Educación “hongueándose”, soplando la responsabilidad a otras entidades que, a su vez, han formado otras subcomisiones dictaminadoras? ¿No creen que la convocatoria de los interesados a sustentar la verdad histórica con documentos en mano debió haber sido la primaria cortesía?  Por la imposibilidad de estructurar un alegato jurídico e histórico in extenso, presentamos a continuación –aparte de los tres testimonios transcritos anteriormente-  el súmmum de las verdades históricas referidas a la conducta de los cangallinos en las guerras de la independencia peruana:
1.- Por decreto de 24 de noviembre de 1821, el Libertador San Martín, otorgó por “su constancia y señalado patriotismo que han acreditado durante la campaña los peruanos del Departamento de Tarma y provincias de Cangallo, Huarochirí, Canta, Yauli y Yauyos y como muestra de la estimación pública y del Gobierno, un escudo elíptico bordado con hilos de plata en paño encarnado para ser llevado en el brazo izquierdo (Gaceta de Gobierno, tomo 1°, núm. 40).
2.- Por decreto de 11 de enero de 1822, el virrey don José de la Serna, aprobó el incendio de Cangallo ocurrido el 17 de diciembre de 1821 a manos del sanguinario Carratalá, con las siguientes frases: “La contumaz pérfida conducta de los habitantes del criminalísimo Cangallo han conducido al término de ser reducido a cenizas y borrado para siempre del Catálogo de los Pueblos…”. Y como castigo adicional manda “que el partido conocido hasta ahora con el nombre de Cangallo se titule en lo sucesivo  de Vilcashuamán”;que la capital de él se sitúe en el pueblo de Pomabamba” y “que nadie podrá reedificar en el terreno que ocupaba el infame Pueblo de Cangallo” (Gaceta del Gobierno Legítimo del Perú de 22 de enero de 1822. Colección Documental de la Independencia del Perú (CDIP), Tomo XXII, Documentación Oficial Española, Volumen 3°, 1973: 136)
3.- Por decreto de 29 de marzo de 1822, el presidente argentino don Bernardino Rivadavia, ordenó eternizar el nombre Cangallo como símbolo de inmortalidad de las victorias argentinas, poniendo el nombre Cangallo a la principal avenida bonaerense de entonces. Ésta se llama ahora Juan Domingo Perón y sólo un segmento de 100 metros mantiene el nombre eternizado. Poco antes, los célebres francmasones de Buenos Aires habían bautizado su local porteño como “Palacio Cangallo” (Rev. “Huamanga”, N° 3, 1935: 31, 32. Ver la transcripción del decreto en “Ayacucho: Vilcashuaman y Cangallo”, 2008: 448 de Max Aguirre Cárdenas).
4.- Por ley de 27 de marzo de 1822, el Supremo Delegado don Bernardo de Tagle, ordenó “la reedificación de Cangallo con el título de Heroica Villa de Cangallo, levantándose un monumento en la plaza mayor…en el que se inscribirán los nombres de los mártires de la Patria”. Además le exceptúa de tributos por el término de cuatro años (Gaceta de Gobierno de 27 de marzo de1822).
5.- Por relación de 27 de abril de 1822, Carratalá informó los pormenores de la derrota y posterior muerte en Ica del gran Cayetano Quirós. La heroína María, su mujer, también había cedido su vida a la Patria, blandiendo una espada ese día 27 en las punas de Paras. Según algunos historiadores, en este mismo mes ofrendó su vida la heroína María Parado de Bellido, un 1° de mayo de 1822; y según su mejor biógrafo, el cangallino Dr. Carlos Cárdenas Quijano, el 11 de mayo de 1822 (Germán Leguía, “Historia de la Emancipación del Perú”, 1972, Tomo III: 323-326, 608-613; Gaceta del Gobierno Legítimo del Perú N° 15 de 5 de mayo de 1822; N° 16 de 19 de mayo de 1822; N° 17 de 22 de mayo de 1822; CDIP, Tomo XXII, 1973: 152, 153, 156-158).
6.- Por relación de 8 de mayo de 1822, Carratalá informó al virrey La Serna, el martirologio de los patriotas cangallinos: Alejo Auqui, Baltazar Auqui, Pedro Guaitalla, Pedro Yauta, Juan Portillo (alcalde de Pomabamba), Norverto Conde (alcalde de Chuschi), Félix Mendoza, Manuel Corpus y Andrés Bautista. Es probable que por esta fecha también fuese ofrendada la vida de Basilio Auqui (Gaceta del Gobierno Legítimo del Perú N° 16, de 19 de mayo de 1822; CDIP, Tomo XXII. Documentación Oficial Española, Vol. 3°, 1973:154).
7.- Por decreto de 30 de agosto de 1824, dado en el Cuartel General de Huamanga, el Libertador Simón Bolívar, “como una muestra de la consideración y aprecio que le han merecido sus heroicos servicios a la libertad y sus padecimientos” concedió a Cangallo el título de ciudad, convirtiéndola además en “cabeza de la provincia de Vilcashuamán”. En otro decreto de la misma fecha, el Libertador, teniendo en cuenta los padecimientos de los pueblos quemados por los enemigos en odio a los sentimientos patrióticos, que han manifestado en la presente guerra…a los pocos habitantes que han quedado en ello”, les concede la exención de tributos por el tiempo de diez años y ordena que los prefectos cooperen en la reedificación de los pueblos arrasados por el enemigo (Odriozola, “Documentos”, 1863, T. V: 166; Justino Tarazona, “Demarcación Política del Perú”, 1968, Tomo I: 653).
8.- Por oficio de 30 de noviembre de 1826 dirigido al cura Valentín Munárriz, el prefecto de Ayacucho don José Pardo de Zela, le transmite el deseo del Libertador Bolívar, de compensarle con una medalla de honor por el papel que le cupo cumplir en la Emancipación de la República, reconociéndole al mismo tiempo su calidad de héroe. “La adjunta medalla que acompaño –dice Pardo- es el tributo que tan dignamente dirijo a U. como el compensativo de la parte que ha tomado U. en la Emancipacion de la Republica, cuyos esfuerzos –unidos á los de S.E. el Libertador en cuya memoria ha sido abierta, se manifiesta la Gratitud á este respetable héroe y pueda U. transmitirla á sus decendientes como el testimonio de la compensación á las [sus] virtudes” (Max Aguirre Cárdenas “El ciclo independentista huamanguino: 1812-1828”. (En preparación)).
9.- Por decreto de 28 de mayo de 1828, el presidente don José de La Mar, en mérito a “que los naturales de la Provincia de Cangallo, desde el año de 1814, se decidieron por la independencia del Perú, y también porque posteriormente “han contraído el distinguido servicio de haber combatido contra los rebeldes de Yquicha, con la mayor gloria”… concede a la provincia el título de HEROICA PROVINCIA DE SANTA ROSA DE CANGALLO. El por qué se eligió precisamente este nombre para honrar a Cangallo se debió a que el 14 de setiembre de 1816 el Congreso de Tucumán había declarado a la santa limeña como patrona de la Independencia de América, presidiendo su imagen las sesiones del mismo, hecho que condujo a que en 1828, en el Perú, en el Congreso Constituyente, se otorgase a Cangallo el título mencionado por ser cuna de la independencia peruana. Es relevante recordar también que la santa fue nombrada por San Martín patrona y tutelar de la Orden del Sol del Perú (Ver Art. 26 de su Reglamento). La orden y su símbolo solar es –como sabemos- expresión del espíritu libertario de la época que invocó San Martín al crearla, pues, incluso todo miembro para pertenecer a ella –además de ser un ciudadano virtuoso- debía jurar por su honor y prometer a la Patria defender la independencia, libertad e integridad del Estado del Perú (Art. 22), aparte de que el sol era el símbolo francmasón de la libertad americana (entidad a la que pertenecía El Libertador) y al mismo tiempo símbolo de su inspiración incaica. Y Cangallo fue el símbolo de las luchas sostenidas por la libertad y la independencia peruanas, calidad que se relieva en los debates de la Constituyente de 1828 para otorgarle el título promulgado por el presidente La Mar (Rev. Huamanga N° 3, 1935: 31, 32; Max Aguirre Cárdenas, “Los fundamentos históricos del Sistema Simbólico Identitario de la heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo, 2013: 71; Luis Durand Flórez, “Cronología del Proceso de la Emancipación Peruana” en “Antología de la Independencia del Perú”, 1972: 639. Ver también, Ramón Mujica, “Rosa Limensis”, 2005: 391 y el Suplemento de la Gaceta del Gobierno N° 30 de 1821).
10.- El 9 de diciembre de 1824 se produjo la Batalla de Ayacucho. Aquí hallamos como combatientes a Martín Auqui (uno de los nietos de Basilio Auqui) y al infatigable huamanguino Juan de Alarcón: difusor ideológico de los Castelli, Belgrano y San Martín. En la escaramuza de Qollpawayqo que lo precedió, numerosos morochucos ofrendaron sus vidas, algunos como porteadores que venían en la retaguardia y otros como miembros de la partida de caballería que acompañaba al ejército regular por la retaguardia. Estos últimos, al darse cuenta de la emboscada tendida a la impedimenta por la división Valdez y viendo las dificultades de Trinidad Morán para salvar a sus hombres y el parque de guerra del ataque traicionero del general español, se inmiscuyeron en su defensa colocándose en la parte alta del camino que conducía del Cuzco a Huamanga y conteniendo a la caballería ibérica al costo de ochenta bajas. Casi todos los porteadores (morochucos en su mayoría)  murieron en el enfrentamiento, librando al ejército patriota de una inminente derrota en la Pampa de Quinua. Según Mendívil eran 800 morochucos los que auxiliaron a Morán. En un documento hallado en Huamanga, el sargento mayor peruano Domingo J. Grados, informó al general Sucre, el 4 de diciembre de 1824, del siguiente modo: “Mi General:…….No sé qué admirar más en estos sufridos jinetes morochucos, si su valor en el momento de la lucha, conscientes de la causa que defienden, o la habilidad en el manejo de sus lanzas, algunos de ellos sus sables de combate y otros temerariamente hasta sus lazos. Entre las bajas de la parte alta los hay jóvenes y viejos en número de ochenta y en la impedimenta la mayoría de los muertos son morochucos. Lo que comunico a Ud., mi General, en fé a la verdad y abnegación de estos valientes auxiliares de nuestro victorioso Ejército, que merece la admiración de vuestro generoso y reconocido corazón” (Carlos Mendívil. “Los Morochucos”, 1968: 53. Ver también: José Ruiz Fowler, “Monografía Histórico-Geográfica del Departamento de Ayacucho”, 1924: 133, para demostrar la existencia histórica del mayor de caballería Domingo Grados, y evidenciar también el papel fundamental de los morochucos en los vísperas de la Batalla de Ayacucho, inexcusablemente silenciado por la historia oficial) ¿Qué hubiese pasado si Sucre perdía toda la impedimenta de su ejército, incluido el único cañón de los dos que llevaban? Hasta un demente afirmaría que la derrota era la segura consecuencia. ¡El triunfo patriota en la Batalla de Ayacucho fue indirectamente labrado por los guerrilleros morochucos! ¡No fueron solamente la genialidad estratégica de Sucre ni la imprudencia de Rubin de Celis los factores que decidieron la victoria que selló la independencia de Hispanoamérica!
11.- El 13 de enero de 1881, cuando la Guerra del Pacífico, un regimiento de caballería compuesto por 400 morochucos, ofrendó la vida de la casi la totalidad de sus componentes en la Batalla de San Juan de Miraflores, habiéndose salvado apenas ocho, entre ellos el informante morochuco Diego Méndez. Estos guerreros -que se alistaron voluntariamente acogiendo un llamado del coronel cuzqueño Pedro Miota y del coronel ayacuchano Francisco Mavila, quienes también financiaron los gastos- después de pasar una revista honrosa del Jefe Supremo Nicolás de Piérola y ser bautizados como los “Morochucos de la Muerte”,  fueron enviados a pelear con las tropas chilenas de Linch y Baquedano, pese a no contar con el equipo de guerra conveniente. La admiración que suscitó estos héroes anónimos fue el único pago gratificante de la nación (Mendívil, id., 1968: 56-60).
12.- A este arsenal testimonial, se incorpora el manojo de documentos, realmente espectaculares, hallados por el investigador Max Aguirre Cárdenas y que algunos de ellos serán publicados en el anunciado libro dedicado a la historia regional ayacuchana “El ciclo independentista huamanguino 1812-1828”, como parte de su tributo filial al Bicentenario de la Jura de Cangallo. Pero no debe olvidar el Congreso que no se trata de saber si una fecha o una cita es correcta, o si Munárriz, Auqui y Alvarado fueron una realidad. ¡Los galimatías jurídicos y la retórica jacobina no son nuestro fuerte!. Se trata sólo de la legalización del 7 de octubre como símbolo de identidad del pueblo cangallino que corone el valor de las ordenanzas promulgadas por el Gobierno Regional de Ayacucho y del Gobierno Municipal de la provincia de Cangallo. Con vuestra oposición ¿dudan de la legitimidad y la consistencia científica de las normas emitidas? Si esto es cierto, les pedimos humildemente concedernos la alternativa de nuestra defensa presencial y/o virtual, con ustedes o los miembros de su staff de dictaminadores.
Por lo expuesto: Hemos decidido declarar como ENTES NO GRATOS A LA CAUSA CANGALLINA a las congresistas Martha Chávez Cossío, Luz Salgado Rubianes, y a su comparsa sinófila, por oponerse al derecho nuestro de elegir libremente nuestro Día Jubilar: la fecha en que LA PROVINCIA DE CANGALLO JURÓ SU INDEPENDENCIA DEL YUGO ESPAÑOL, esgrimiendo razones fútiles e impidiendo malévolamente su consagración cívica. Sobre todo a la primera de las mencionadas por su lógica disparatada que facilitó el desaire de la caterva fujimorista (Argumentó su rechazo al proyecto afirmando que en él  no se explicitaba si la declaración de feriado en la región, era laborable o no. ¡Oh sabihonda abogada! ¡Feriado, el participio pasivo que utilizaste para vociferar tu argumento de oposición, y que suena a fiestado, exactamente no ha sido admitido por la Academia en el sentido que lo has usado. Sin embargo, generosamente te disculpamos, pues si no respetaste ni al hombre que personifica a la nación en el acto protocolar de inauguración del mandato presidencial y dañaste la imagen de la majestad del Parlamento Nacional ante los ojos del mundo, menos lo harás a la gramática. Es cierto que feria, significa también descanso o suspensión del trabajo, pero día feriado es la suspensión de las labores de un tribunal de justicia. Si querías designar con esa palabra a un día declarado de fiesta (es decir, de suspensión del trabajo o descanso) y que en el calendario se pinta de rojo, ¿tiene sentido tu afirmación boba, hecha para preterir el legítimo derecho del pueblo de Cangallo de dar solemnidad al Bicentenario de la Jura de su Independencia? Dices estar de acuerdo con la Salgado, pero quieres un texto sustitutorio “por cuanto no se explicitaba si la declaración de feriado en la región era laborable o no laborable” (sic). Esta justificación, que descubre tus minusvalías y perfidias, será registrada en los anales circenses para que los bufones llenen sus mollejas con el mote diario ¿Cuándo un día de fiesta es oficialmente laborable en el Perú? ¿La República malgasta así sus recursos remunerando suculentamente a una Madrastra de la Patria que tiene sus neuronas en el hígado? ¡Y pensar que con este currículo, y siempre recurriendo a los recursos abominables de la ilegalidad y el compadrazgo maquiavélico del Apra, esta misántropa, que calificó a sus adversarios de garrapatas infernales, fue nombrada para dirigir el grupo de los Derechos Humanos en el Parlamento Nacional! ¿Derechos Humanos en manos de un súcubo? ¿Derechos  Humanos bajo el liderazgo de una que afirmó que los mártires de la Cantuta se habían auto-secuestrado, que los inocentes niños de Barrios Altos no fueron asesinados por el Grupo Colina y que Leonor La Rosa, del Servicio de Inteligencia, se auto-torturó?
Pero también nuestra declaración está dirigida al hepático y despótico general, cuyo nombre es imposible reproducir siguiendo las reglas de las buenas costumbres y la eufonía; padrastro de la patria en cuyas nervaduras peruposibilistas moran la ignorancia ctónica y el hedor de la catadura moral cómplice de la reciente corrupción alejandrina (¡Dime con quién andas y te diré quién eres!, reza el dicho). Todos recuerdan que prometió “darle prioridad” al dictamen si así lo recomendaba el pleno, sólo que el comisionado de marras no sabe qué quiere decir prioridad en su quelonia y mediocre gestión. ¿Y al abogadastro iqueño que bien merece colgar su nombre en las horcas del olvido? Su infamia no infectará los anales de nuestra bonhomía, aún más, seguros de que ignora el valor de la aludida ley N° 24995 que hermana Ica con Cangallo. Ya sus primeras palabras nos habían revelado su penosa indigencia jurídica. Y así fue: ¡Nadie le hizo caso, y su propuesta fue echada a los albañales de la Plaza Bolívar como papel higiénico usado!
 Hubiésemos deseado declarar a estos “representantes” como traidores a la causa cangallina, pero hasta los traidores han expresado su malestar, razón por la cual, no habiendo títulos que describan el desprecio de los cangallinos, hemos elegido sólo uno que nos provoca lástima: el de entes no gratos. Hemos rechazado el calificarlos como personas, pues éstas aprehenden y realizan valores. Si lo de Cangallo es una historia plena de valores patrióticos, reconocida por tirios y troyanos, que, sin embargo, es ignorada por la mezquindad de la conocida plusmarquista del odio y sus compinches ¿qué código moral puede aplicárseles para justificar su humanidad? ¿el de las cavernas de Olduvai o el más reciente de Piquimachay? ¡Los Libertadores José de San Martín y Simón Bolívar, Juan Pardo de Zela, Bernardo de Tagle, Trinidad Morán, José de La Mar, el presidente argentino Bernardino Rivadavia y una retahíla de prohombres más deben estar indignados hasta las lágrimas con estos sinanthropus pekinensis varados en mares peruanos para desgracia nuestra! Si estamos equivocados, les invitamos a concurrir a nuestro villorrio  a las ceremonias cívicas del Bicentenario del año 2014 para que tengan el coraje de refutarnos dándonos cara a cara argumentos razonables, sin mimetizarse en el misérrimo montón apro-fujimorista. Sólo los forajidos tienen miedo de enfrentar la verdad con el arrojo que insufla el espíritu elevado. Dura es nuestra lección: Cangallo, jurará también el próximo 7 de octubre el inicio de las luchas por nuestra segunda independencia; un nuevo taqui onqoy de la dignidad, sucedáneo a la resistencia cultural (extirpada ilusamente por Cristóbal de Albornoz) que también se gestó en nuestra antigua región para orgullo nuestro. Sin vuestra ley o con ella, poco importa ahora, nuestro pueblo volverá a empuñar el sable justiciero que honra a la Libertad. Ojalá llegue el día en que expulsemos de los recintos parlamentarios -donde brillaron eminentes tribunos y estadistas, justos y patrióticos juristas, y maestros de alcurnia espiritual selecta- a los comepollos, a los robacables, a los violadores, a los proxenetas, a los protegidos por el narcotráfico o por el narcoterrorismo, a los traficantes de sinecuras y Ecotevas, a los coimeros que saquean los sueldos de sus propios trabajadores, a los “infladores de facturas”, “a los promotores de cuidamadres” y otros especímenes del horror. Se impone necesaria la renovación profunda de nuestra democracia, no siendo sólo el gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, sino el gobierno de los mejores. Necesitamos urgentemente que un Cristo redivivo coja indignado un vergajo para expulsar a los fenicios y sus lacayos del templo del pueblo y desinfecte sus hemiciclos.
                                                                                             
                                                                                                                                 Cangallo, julio de  2014.

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