miércoles, 17 de febrero de 2021

 

    CANGALLO Y LA BANDERA DE LA REVOLUCIÓN HISPANOAMERICANA1

                           (La primera bandera del Perú, hoy la divisa de la provincia de Cangallo)

 

                                                                                                                     Max Aguirre Cárdenas

 

La versión oficial costeña de la primera bandera del Perú

Para la historiografía de la independencia peruana oficial, casi se ha convertido en un artículo de fe la aserción de que la primera bandera del Perú (que incluye inseparablemente al escudo y a la escarapela nacionales), fue la creada por el Libertador don José de San Martín en la localidad de Pisco, la misma que fue legalizada por decreto dado también en Pisco el 21 de octubre de 1820, curiosamente a través de una norma efímera que fue, en la práctica, válida solamente para los expedicionarios del Ejército Libertador de los Andes que habían arribado a Paracas desde Chile y los peruanos que se habían incorporado a la revolución independentista como protegidos del poder sanmartiniano (patriotas), pero no válida para el poder virreinal y sus partidarios que todavía se sostenían en Lima y en las demás circunscripciones provinciales (realistas). La norma en mención decía:

 

EL EXCMO Sr. DON JOSE DE SAN MARTIN, CAPITAN GENERAL y en Jefe del Ejército Libertador del Perú, Gran Oficial de la Legión de Mérito de Chile &c. &c. &c.

Por cuanto es incompatible con la independencia del Perú la conservación de los símbolos que recuerdan al dilatado tiempo de su opresión. Por tanto, he venido en decretar y decreto lo siguiente.

1.-  Se adoptará por bandera nacional del país una de seda, o lienzo, de ocho pies de largo, y seis de ancho, dividida por líneas diagonales de cuatro campos, blancos los dos de los extremos superior e inferior, y encarnados los laterales; con una corona de laurel ovalada, y dentro de ella un Sol, saliendo por detrás de sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. El escudo puede ser pintado, o bordado, pero conservando cada objeto sus colores: a saber, la corona de laurel ha de ser verde, y atada en la parte inferior con una cinta de color de oro; azul la parte superior que representa el firmamento; amarillo el Sol con sus rayos; las montañas de un color pardo obscuro, y el mar entre azul y verde.

2.-  Todos los habitantes de las Provincias del Perú que están bajo la protección del ejército Libertador usarán como escarapela nacional, una bicolor de blanco y encarnado: el 1° en la parte inferior y el 2° en la superior.

3.-  Lo dispuesto en los dos artículos anteriores sólo tendrá fuerza y vigor, hasta que se establezca en el Perú un Gobierno General por la voluntad libre de sus habitantes.

       Dado en el Cuartel General del Ejército Libertador del Perú en Pisco a 21 de Octubre de 1820. 1°- José de San Martín.- Juan García del Río.

(Fuente: Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Número 14 del Sábado 25 de Agosto de 1821, o  CDIP: Símbolos de la Patria, Tomo X, 1974: 3).

                               

Como habrá advertido el lector, el año 1820, y no 1821, se convierte desde este decreto, como fecha clave para establecer la cronología del proceso de nuestra independencia (en los documentos se habla de 1°, 2° o 3° año de nuestra independencia, y así sucesivamente. Lo había hecho antes Pumacahua al oficiar al sub-delegado  de Tacna el 24 de noviembre de 1814, exhortándole plegarse al movimiento de los Angulo, oficio en el que habla de "año Primero de la Libertad Peruana" (CDIP, Tomo III, vol. 7°, 1974: 382). Mil ochocientos veinte, se convierte fácticamente en el hito jurídico o la  piedra angular que sustenta las posteriores normas de la República, pero, por lo menos hasta diciembre de 1824, no estrictamente como una nación-estado (para los realistas la acción era una rebelión, una insurrección, o una sedición contra la autoridad monárquica legítimamente instituida; para los patriotas: una revocatoria de los falsos derechos de un usurpador o de un invasor extranjero). Aún más: Mil ochocientos veinte, representa simbólicamente la identidad en ciernes de la nación peruana que hasta ese momento estaba fundida espiritualmente a la nación hispanoamericana y -como prescribía el Art. 1° de la Constitución Política de la Monarquía Española- yuxtapuesta también a la nación española como una identidad postiza impuesta a la fuerza.  Hasta poco antes, el símbolo común que identificaba a los americanos era la bandera roja y gualda de la monarquía española (que nos hacía percibir a España como a nuestra Madre Patria) que luego fue convirtiéndose en una enseña hispanoamericana albiceleste o albi-azul cielo, merced al prócer Manuel Belgrano con la que combatieron en el Alto Perú y Tacna, y luego con San Martín en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Poco más tarde, una conjunción del Ejército de los Andes, el Ejército Libertador de Chile y algunos peruanos, emprendieron desde Valparaíso la expedición libertadora del Perú, con la mira puesta en Lima, sede del poder español.

 

                                                                   

                     Bandera de la nación española realista.

 

La conducta política de San Martín nos persuade de que él comprendió el problema de la paulatina formación de estas identidades nacionales, pero que después de los sucesos de la invasión francesa a la península, éstas fueron decantándose con inusitada rapidez; y por ello no eligió como insignia de la peruanidad la bandera de los revolucionarios de 1814 o una con los colores básicos legados por Belgrano. Por tanto, había que prescindir por táctica política de la bandera de tres estrellas (creada presuntamente por Bernardo O´Higgins) y del estandarte del Ejército de los Andes bordado por la esposa de San Martín, María de los Remedios Escalada y las damas cuyanas, y darles a los peruanos otra enseña con ingredientes cromáticos que se dice percibió entre sueños (los colores del flamenco andino o pariwana que no es ahora ni siquiera el ave nacional)2. Como sabemos el creador de la primera enseña de los revolucionarios del Plata y las dos posteriores más, fue Manuel Belgrano, quien, después de haber iniciado sus campañas bélicas en Salta y Tucumán y después en el Alto Perú, en las que ensayó varios diseños, legó a San Martín la primitiva composición albo-azul cielo (bandera con franja blanca en la parte superior y azul-celeste en la parte inferior), quien, como dijimos, encargó a su vez a su esposa y a las damas cuyanas, plasmarla en un estandarte que caracterizó el Ejército de los Andes, adminículo identificador que tuvo que haberlo traído hasta Ica junto a la bandera del Ejército Unido Libertador de tres estrellas diseñado en Chile, y donde atisbó la necesidad de reemplazarla con una propia del Perú, inspirándose probablemente en la enseña albiceleste de cuatro campos en aspa de Zela, sólo cambiada el celeste o el azul-cielo por el color rojo vivo . Poco antes de San Martín, Guillermo Miller había creado también, en 1820 y en Tacna, una “primera bandera peruana” no oficial, de color íntegramente azul-marino, con un escudo solar dorado en el centro, que no ha tenido ninguna trascendencia en la vexilología peruana (o en la disciplina auxiliar de la historia que estudia las banderas). Fue creada para un propósito efímero: que fue el reunir en la “Ciudad Heroica” a los peruanos partidarios de la independencia del Perú, para sumarse al Ejército Unido Libertador que venía de Chile capitaneado por el general don José Francisco de San Martín y Matorras. Exhibimos las mismas a continuación:


                                                                                    

                                     Estandarte del Ejército de los Andes, confeccionado y bordado a mano por la esposa de

                                     San Martín y las damas mendocinas siguiendo las indicaciones del Libertador correntino.

            

                                                                        Bandera del Ejército de los Andes

 

                                                    ________________________________________________

                                                                 Bandera del Ejército Unido Libertador

                                                        conformado por tropas de Argentina, Chile y Perú.

     

                                                         

                                                        Bandera del Perú, creada por San Martín en Pisco

  

La ignorada versión andina de la primera bandera del Perú.

Es harto conocido el conjunto de sucesos ocurridos en la península española desde la invasión francesa de 1808 en el marco coyuntural de una grave crisis económica, social y política, la misma que se reflejó en sus colonias en distintos grados: abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII, prisión de éste y coronación de José Bonaparte como rey de España, instauración de juntas provinciales seguida de la Junta Central de Gobierno y la Regencia, funcionamiento de las Cortes de Cádiz, la guerra de la independencia española, el tratado de Valencay, el retorno de Fernando VII al trono, seguido del trienio liberal del general Del Riego de 1820, etc. En Sudamérica, el gigantesco virreinato del Perú había sido dividido nuevamente en 1776 para establecer: el nuevo virreinato del Río de la Plata; además que las reformas borbónicas habían gestado malestares sociales que, en cada uno de tres virreinatos sudamericanos (incluido el de Nueva Granada, creado en 1717), el vacío de poder resultante de la invasión francesa, produjo en muchas de sus intendencias las oportunidades para mostrar a la metrópoli sus ansias reformistas, autonomistas, separatistas y/o independentistas, fracasadas o conseguidas según los casos.

Una de las respuestas tempranas fue la que ocurrió en el virreinato del Río de la Plata, donde el 25 de mayo de 1810 se encendió el reformismo inicial con la destitución del virrey Baltazar Hidalgo y la constitución de una junta de gobierno, respuesta que se desarrolló hasta el logro de su independencia como Provincias Unidas de Sud América, sancionado por el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816. En el ínterin, o en el marco de este rápido proceso, se produjeron, a su vez,  tantos eventos difíciles de condensarlos en pocas líneas; uno de ellos fue la creación de la bandera hispanoamericana por el general Manuel Belgrano que, luego de una serie de modificaciones y alternativas en su diseño inicial, llegó a configurarse a lo que ahora conocemos como la divisa nacional de la República Argentina. La razón sencilla que justifica esta visión es que la noción de Patria se desarrolló a partir de una identidad hispanoamericana global que, conforme se redistribuían sus pueblos o se iban precisando sus límites geográficos y geopolíticos fueron surgiendo paulatinamente las nociones diferenciadas de patria, nación y Estados nacionales, expresadas ahora en gentilicios identificadores. Argentina, por ejemplo, no existía todavía como tal, ya que era un conglomerado de provincias, incluida Misiones del Paraguay, Montevideo y el Alto Perú. Al comenzar la guerra independentista hispanoamericana, Potosí, Santa Cruz de la Sierra e incluso la actual Paraguay y Puno pertenecían al virreinato del Río de la Plata; hasta antes del 1° de agosto de 1776 estaban comprendidos en el territorio del virreinato del Perú.

La tradición y los restos documentales han permitido restaurar la historia de esta enseña hispanoamericana que en gran parte coincide con las historias de las  banderas de Argentina, Uruguay y las Provincias Unidas del Río de la Plata, pues éstas fueron una suerte de retoños de aquélla, aunque todavía ellas exhiben dificultades testimoniales y/o carencias documentales que explican la ausencia de unanimidades, además que explican cómo las primeras banderas que se mostraron en los eventos bélicos, políticos y religiosos del Río de la Plata se mostraron también en los movimientos de Zela, los hermanos Paillardelle, Cuzco, Arequipa, Huamanga y posiblemente en Andahuaylas, Huanta y Cangallo.

Los historiadores del Plata afirman que el primero que diseñó el pabellón argentino (que, como dijimos, fue inicialmente el de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y más exactamente el pabellón hispanoamericano o de la causa americana como lo llama el padre Rubén Vargas Ugarte) fue Manuel Belgrano, un 27 de febrero de 1812. Sin embargo, un redactor no identificado de Wikipedia escribe:“… la noche del 20 de junio de 1811, Zela enarboló una bandera con colores azul y blanco a cuatro campos triangulares, estableciendo por escasos tres días un gobierno libre, autogobierno adherido a los principios de la Junta de Buenos Aires“ (https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Antonio_de_Zela”. Edición extraordinaria dedicada a la independencia del Perú); es decir una especie de precursora que más tarde el Libertador San Martín replicaría en Pisco, pero con los colores rojo y blanco. Zela estuvo en íntimo contacto con Juan José Castelli que combatía en Guaqui, batalla que perdió y decidió al mismo tiempo la debacle de la revolución tacneña y la condena del héroe en el penal panameño de Chagres hasta su muerte.

Retornando a lo de Manuel Belgrano, dicen los historiadores del Plata que éste, orando fervientemente antes de la batalla de Tucumán de 24 de setiembre de 1812, pidió a la virgen de las Mercedes interceder la victoria de sus 800 soldados del Ejército Argentino del Norte frente a los 3,000 soldados realistas comandados por el arequipeño Pío Tristán, cosa que la consiguió precisamente el día de la madona mercedaria como subrayaba en su parte de guerra, razón por la que fue declarada por el Congreso de Tucumán como Patrona y Generala del Ejército Argentino. El parte decía: "La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos". Recordemos también que el primer Congreso Constituyente del Perú, presidido por Javier de Luna Pizarro, la declaró en 1823 como Patrona del Ejército Peruano.

Se afirma que cuando Belgrano creó la bandera hispanoamericana albi-azul cielo de dos franjas horizontales (blanca la superior y azul-celeste la inferior), inspirado en los colores de la escarapela adosada discretamente a la vestimenta de la virgen, fue izada por primera vez el 27 de febrero de 1812 en Rosario3 cuando ésta era todavía una modesta villa, en la oportunidad en que se inauguró la batería Libertad e Independencia. En su informe dice: “la mandé hacer blanca y celeste, conforme los colores de la escarapela nacional”.

Enterado Bernardino Rivadavia ordenó que se deshiciera de las banderas, porque echaba por tierra la discreción del movimiento que enmascaraba también –como ocurriría en la revolución cuzqueña de 1814-  la intención independentista de los porteños, por la cual Belgrano mandó guardar la enseña creada y, como sabemos, causa por la que se prolongó hasta 1816 la independencia de las provincias del Plata4. Incluso no flameó durante la batalla del 24 de septiembre de 1812 en Tucumán, donde se limitó a elevar sus ruegos marianos durante un buen rato. Hasta mayo de 1810, todo parecía que la revolución apuntaba únicamente a cambiar al virrey Cisneros por una junta de gobierno. Sin embargo, para levantar la moral de los vencidos en la batalla de Huaqui (que comandaron Juan José Castelli y Antonio González Valcarce que, como dijimos, liquidó de paso la revolución de Zela), Belgrano hizo bendecir la bandera nueva albiceleste con el canónigo Juan Ignacio Gorriti y mandó izarlo en el cabildo como el emblema que les distinguiría de las demás naciones del orbe, legalizado, como dijimos, por el Congreso de Tucumán el 26 de julio de 1816. Dos años después, el mismo San Martín apelaría también a efectuar en Cuyo el ritual de la bendición de la bandera, pero ante la Virgen del Carmen.

Pasemos ahora al territorio del virreinato del Perú. Era octubre 3 de 1813. Había estallado un nuevo movimiento independentista en Tacna encabezado por los hermanos Enrique y Juan Francisco Paillardelle, el alcalde Manuel Calderón de la Barca y el cuzqueño Julián Peñaranda. Como en el caso de Zela (tesis sostenida por Eguiguren), la enseña albi-azul celeste fue la distintiva del movimiento que se extinguió con la derrota en Camiara de 31 de octubre de 1813 y la certeza de la derrota de Belgrano en Vilcapuquio (Oruro) el 1° del mismo mes, que hizo imposible la realización de las coordinaciones bélicas posteriores acordadas. Recordemos que Zela también fue arrastrado por la derrota de Valcarce y Castelli en Huaqui, en El Desaguadero, a manos del jefe realista arequipeño José Goyeneche. 

Hasta donde conocemos, el único historiador que toca el asunto de las banderas que flamearon en Camiara y en los acontecimientos tacneños precedentes, fue el padre Rubén Vargas Ugarte, empero sin precisar sus fuentes. Se limitó a escribir en las varias ediciones de su principal obra:

“En Tacna con los Paillardelle se enarboló por vez primera la bandera azul y blanca de las tropas de Buenos Aires y se saludó aquel pabellón que allí representaba la causa de América” (Rubén Vargas Ugarte “Historia General del Perú”, Tomo V, 1966: 231, 233).

“El día fijado, en aquel lugar, iluminado por el sol primaveral de esta zona, teniendo a un lado el verde valle de Tacna que va a perderse en la línea azul de la costa y sirviendo de fondo la cordillera en la cual destaca el majestuoso Tacora, se enarboló por vez primera la bandera azul y blanca de la causa de América. El entusiasmo creció al oírse las vibrantes palabras de Paillardelle y todos se retiraron decididos más que nunca a luchar por la libertad” (Rubén Vargas Ugarte, “Historia General del Perú”. Ed. Carlos Milla Batres, Tomo V, Lima 1981: 234. Las negritas son nuestras).

 

La bandera de la Revolución Cuzqueña de 1814.

Apenas se produjo el estallido del movimiento insurgente típicamente interandino, se puso en evidencia la coordinación existente entre los revolucionarios porteños y los cuzqueños desde algunos años antes, pues éstos últimos replicaron con prudencia algunas de las medidas que los primeros ensayaron desde mayo de 1810 al extinguir el mandato del virrey Cisneros. Eligieron el camino del enmascaramiento de la verdad -aparentemente no independentista- para evitar la ofensiva realista envolvente  desde Lima, Arequipa y el Alto Perú; formaron una junta protectora de gobierno con visos de parapetarse en el Cuzco separándose como una capitanía del nivel de Caracas o Chile si las cosas salían mal; gestionaron el apoyo de la iglesia local y su máximo jefe José Pérez de Armendáriz; eligieron como intercesora simbólica de la revolución a la Virgen de las Mercedes; convirtieron el cabildo como centro operacional del poder político; organizaron la ofensiva-defensiva contra las fuerzas del virrey a través de tres frentes de guerra; nombraron dos embajadores religiosos para tratar directamente con los revolucionarios del Plata: Francisco de Carrascón y el cura de Yaurisque: Juan G. Mendieta, y eligieron algunos símbolos separatistas como la maskaypacha y la bandera albi-azul celeste de la revolución hispanoamericana que iniciaba a difundirse por el sur peruano, desde los movimientos fallidos de Zela y Paillardelle.   

Aparte de los sucesos políticos de una revolución hasta entonces sin derramamiento de sangre y que ponía énfasis en el cumplimiento de la Constitución Monárquica que había llegado al Cuzco el 1ro. de diciembre de 1813, dos hechos adicionales conmovieron la conciencia colectiva cuzqueña dotándola de hondo sentido cívico y religioso al movimiento: la bendición de las banderas que iban a portar los expedicionarios de Huamanga, Arequipa y La Paz (ritual que se llevó a cabo el 8 de setiembre de 1814), y la procesión de la Virgen de las Mercedes (efectuada diecinueve días después, o sea el 27 de setiembre).  

Las banderas de los revolucionarios cuzqueños fueron bendecidas en la catedral del Cuzco, con la anuencia o quizás presencia del arzobispo José Pérez de Armendáriz, el 8 de setiembre de 1814. Así lo prueba una carta de Belgrano enviada a José Angulo el 20 de diciembre de 1814. Ahora sabemos que fueron testigos solamente los que se dirigieron a Arequipa todavía entre el 15 y el 24 de octubre y la ocuparon el 10 de noviembre, pero no los que habían marchado a Huamanga y a La Paz. Es que los que fueron a Huamanga habían partido el 25 de agosto y arribado el 20 de setiembre; y los que fueron a La Paz, con Gaspar Herguinio como abanderado, lo efectuaron el 17 de agosto de 1814 (Ver el Parte de la Batalla de Ventanilla del general Juan Ramírez a su jefe Joaquín de la Pezuela de 2 de noviembre de 1814).

El orador que pronunció el sermón fue el prebendado español de la Catedral del Cuzco, Francisco de Carrascón, que era como el clérigo arequipeño Mariano José de Arce un hombre sin recatos hipócritas. Decía las cosas como los valientes deben decir. Sin embargo, al final de su proceso llevado a cabo en España (después de que el vencedor de Umachiri, Juan Ramírez, no tuvo el coraje de hacerlo ejecutar pese a que su juez le había condenado a la pena de muerte y prefirió como Pilatos remitirlo al virrey, quien tampoco tuvo las agallas de ejecutar la pena y prefirió elevarlo a España donde finalmente fue absuelto) justificó sus “delitos” afirmando de que había optado por esa alternativa con el propósito de salvar de la horca a los españoles. A continuación, transcribimos algunos fragmentos de su dilatado y un tanto culterano sermón, para que el lector pueda elaborar su propio juicio sobre algunos de los temas tratados, como el relativo a que la revolución de 1814 tuvo un claro propósito independentista.

Inicia con un texto en latín (se dice tomado del capítulo 45 del “Eclesiástico” que no hemos podido verificarlo), que al parecer se esmera en hacer una apología a José Angulo y el pasado glorioso español que se derrumba inevitablemente, para después plagarlo de injurias:

In Fide et lenitate santum facit illum et elegit eum ex omni carne, etc. (En la fe y en la lenidad lo hizo Santo y lo eligió en toda la carne, esto es sin excepción de personas ni lugares). “Por estas palabras en las que el eclesiático  forma un hombre Santo, lo elige sin excepciones de personas, y lo hace aparecer grande  a la presencia de todas las gentes parece que las propias con las que en esta feliz época  el Todo Poderoso establece este su Imperio Peruano” […] …fue al mismo tiempo el depósito que la inescrutable providencia iba formando para repoblar de todas las gentes este su vastísimo continente americano y con ellas fundar en ella su Iglesia , porque en este día  había de formarse  una Nación nueva  e independiente bajo esas gloriosas insignias, de nuestra Patria, esas gloriosas banderas, digo que el día de hoy  estos sus valerosos Peruanos han traido a bendecir a su gran Sacerdote del Cusco con los símbolos de que por ella el Despotismo queda destruido, abierta la puerta a la Justicia  y quedamos todos  bajo las banderas del Crucificado  y la protección de nuestra Madre  y Señora de los Angeles, bajo las que se alistan con porfia todos los amados hijos de esta Patria, para que la tiranía de los alienígenas no lo hagan más infelices de lo que han sido en medio de las riquezas de su feracísimo y vasto suelo; así es señores, y  para que por este heroico hecho, este valor y fortaleza, este su vastísimo imperio del Perú sea desde el día de hoy reconocido respetado y temido por esos sus trofeos militares por uno de los mas grandes del mundo, porque a los trescientos años de su conquista ha sabido destruir la tiranía  de sus opresores y coronarse de sus propios laureles, laquis contrifus est et nos liverati sumus.  Este es el objeto sagrado de vuestra Congregación  en este memorable día, pues si en el de ayer  el sonido triste de las campanas, el estrépito pavoroso de nuestras ya Patrias armas, el clamor de todo el clero y los cristianos sentimientos de nuestro aclamado y siempre obedecido  como amado Patriota el Señor Don José Angulo con sus dos dignos compañeros señor Don Gabriel Béjar y el Señor Don Manuel Hurtado de Mendoza, se congregaron en este templo, para celebrar el triunfo de nuestros amados patriotas a la vista de sus venerables cenizas; hoy igualmente con sonidos más halagüeños nos habremos congregado todos en este mismo sitio, a celebrar nuestros patrios triunfos y las gloriosas insignias de nuestra libertad”. […].

¿Con que en fin señores el Perú ha logrado hacerse independiente de los alienígenas? Vuelvo a preguntar ¿Señores es cierto que el Perú es ya una Nación libre como las demás del mundo? ¿Señores ha llegado ya aquella época gloriosa en la que los desconocidos no nos mandará? ¿Podemos señores confiar ya en que nuestros Patrios derechos no se nos violarán? ¿Estamos ya seguros de haber destruido el inhumano despotismo? Sí, señores el cielo y la tierra nos lo afirman, aquel con sus profecías sagradas y ésta en sus constantes hechos…” (CDIP: Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX, Tomo III, Vol. 7°, 1974: 565 al 567).

“A vosotros os toca manifestar que este nuestro General José es nuestro Macabeo Peruano que sabrá defender hasta morir con nosotros, los derechos de nuestra humillada Patria simbolizada en esas banderas que acabáis de recibir para con ella penetrar, combatir y destrozar a los enemigos de nuestra Patria libertad, ellas mismas os hablan del modo más enérgico” (CDIP: Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX, Tomo III, Vol. 7°, 1974: 571.  Fuente alterna: AGI. Audiencia del Cuzco, Legajo 71. Las negritas son nuestras). 

Añadamos ahora algo sobre la famosa procesión en el Cuzco de la Virgen de las Mercedes, antes de que los revolucionarios designados partieran hacia Arequipa. Era el 27 de setiembre de 1814. Las comunicaciones entre José Angulo y el creador de la bandera de la revolución hispanoamericana, Manuel Belgrano, se habían hecho sostenidas. Pero no solamente entre estos dos líderes, sino también entre Castelli y los líderes sur-peruanos, incluyéndose probablemente las comunicaciones con los líderes morochucos de Cangallo a quienes habrían hecho llegar instrucciones de coordinación, bandos y proclamas que hizo difundir a través de sus emisarios que derramaron por todo el sur peruano (el salvataje de una muerte segura de Basilio Auqui en Talavera, por el cura Ángel Pacheco y los pasquines y bandos que circularon, así lo sugieren). Una prueba es la siguiente carta de Belgrano a José Angulo donde le expresa su felicidad espiritual por el estallido insurgente cuzqueño del 3 de agosto como parte de las acciones concertadas de la patria hispanoamericana, en ese momento no compartidas plenamente por las opiniones de algunos líderes del Plata; y otra es la “Proclama dirigida a los Pueblos del Perú” donde reitera la causa común que les vincula y pide con nobleza apoyen a San Martín quien le relevó por orden superior como Jefe del Ejército del Norte exigido por la derrota clave de Ayohuma. Recordemos –para muestra- que Francisco de Zela se levantó en 1811, no meramente como el jefe de un movimiento local tacneño, sino como uno regional coordinado previamente con Castelli y comprometió pueblos y actores desde Arequipa hasta Tarapacá, y esta fue la razón por la que se autotituló Comandante Militar de las Fuerzas Unidas de América. Lo mismo sucedió con la fracasada insurgencia de los Pallardelle.

“Amado Compatriota: -le dice Belgrano a José Angulo-

La fuerza unida al terrible fermento de opiniones separó sensiblemente esas provincias del partido del Rio de la Plata; pero nada puede prevalecer contra la causa de la patria, cuya santidad pregona la nación y dicta la razón. Ya se ha visto pues que posesionado el noble Cusco de este impulso, confundió el 3 de agosto la temeraria porfía de sus opresores. La grandeza de aquel día sobrecoge mi espíritu y paso ligeramente a manifestar la efusión de júbilo con que felicito a V.S.  con su laudable obra dirigiéndome al auxilio de esos felices pueblos que con V. S. lo desean como lo estoy impuesto. Mis marchas habrían sido aceleradas, a no haberlas impedido la precisión de confundir la débil resistencia del despechado Pezuela, que tocó el último desengaño desalojándose del fuerte de Cotagaita y demás puntos hasta poner mis tropas el actual sin columbrar más obstáculo.  Nos estrecharemos recíprocamente para que nuestras banderas tan admirablemente colocadas en Montevideo, sean conducidas por mis tropas y las respetables del Cusco, a tremolar sobre las baterías del Callao, para que de oriente a occidente, y por los ángulos del universo, aplaudan los nombres del alto y bajo Perú”.

Entre tanto vuelvo a saludar a V.S. oportunamente. Conserve V.S. esa provincia como apetece nuestra causa común sin olvidar que la sorpresa, o la lisonja suele trabajar por rehacer las quebrantadas cadenas.

Dios guarde a V.S. muchos años. Cuartel General de Bartolo. Octubre 30 de 1814. Fdo. Manuel Belgrano.

Señor General del Cusco Don José Angulo.

Es copia de su original. Cusco diciembre 20 de 1814 

(Fuente: CDIP, “Conspiraciones y Rebeliones”, Tomo III, Vol. 7°, 1974: 362).

 

PROCLAMA DE MANUEL BELGRANO A LOS “PUEBLOS DEL PERÚ”

“Os anuncio vuestra libertad, y os aseguro que no tardareis mucho a poseerla. Me conocéis, sois todos testigos de mi empeño y de mis trabajos, siguiendo las huellas de nuestro sabio Gobierno, para auxiliaros en la justa y santa empresa en que estamos de arrojar a los tiranos de nuestro suelo. También sabeis que nunca os he engañado, porque es impropio del hombre de bien que profesa nuestra Santa Religión, y porque mi sistema es que todos tengan una idea cierta   de nuestra situación, a fin de que si ella es buena, se regocijen, si mala se empeñen en mejorarla, haciendo los esfuerzos que corresponden al hombre que ama a su Patria. […] Nunca he podido recordar sin emoción vuestro empeño y vuestro afán por ser libres” […]

Un general desgraciado rara vez es oído, porque las operaciones militares se juzgan por los resultados; pero felizmente, mis súplicas fueron atendidas, y he tenido la complacencia de que me haya sucedido en el mando el benemérito señor Don José de San Martín, coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuya probidad, conocimientos, valor y demás circunstancias son conocidas en Europa, no menos que entre nosotros. Creedlo, os lo digo yo, llena sus deberes de General en Jefe, y les llenará con otro acierto que los que hemos sido Generales sin más que por habernos dado este título. Me glorio de estar a sus órdenes, y estoy cierto de que habeis de gloriar conmigo, luego que le veais derrotando al tirano, y despedazando las cadenas que os agobian.  

No os olvidéis de pedir al Todopoderoso por el acierto de tan digno Jefe, poniendo por intercesora a nuestra Generala María Santísima de Mercedes. He depositado en sus manos la Bandera del ejército que en medio de tantos peligros he conservado, y no dudéis que la tremolará sobre las más altas cumbres de los Andes sacandoos de entre las garras de la tiranía, y dando días de gloria y de paz a la amada Patria”.

(Fuente: CDIP, Conspiraciones y Rebeliones, Tomo III, Vol. 7°, 1974: 268 y 269).

Iniciábamos una breve narración sobre la procesión de los revolucionarios cuzqueños apoyados por el obispo José Pérez de Armendáriz y gran parte del clero, sobre todo de los mercedarios y franciscanos. Dos expedientes claves del Archivo de Indias (Cuzco, 1971 y Cuzco, 972), ofrecen un conjunto notable de datos sobre la procesión en el Cuzco de la Virgen de las Mercedes, la bendición de las banderas y fundamentalmente del proceso al que fue sometido el célebre cura Francisco de Carrascón. Muchos de los documentos componentes del conjunto han sido publicados en la CDIP: Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX”, Tomo III, 1974, Vol. 7°).

En el “EXPEDIENTE DE LA VISITA AL CONVENTO DE LA MERCED DEL CUSCO, POR SU PARTICIPACIÓN EN LA REVOLUCIÓN DEL CUZCO”, el visitador Fray Mariano Duran, Provincial de la Merced de Lima, acopia testimonios sobre el asunto y algunos de los temas tratados hasta aquí, entre personalidades destacadas y clérigos de la orden: Por ejemplo

Informe del Coronel Don Mariano Ugarte, duplicado por fray Guillermo Lezama:

“Que el día de la Procesión pública de la Virgen de Mercedes Patrona de este Convento, fue sacada la Sagrada Imagen con una bandera de un género azul y blanco y el Niño Jesús con su Escarapela de los mismos colores que eran los que se habían tomado y señalado como distintivo y divisa para los profesos del sistema errado de la Patria, y por fin algunas misas de gracias que se cantaron en su Iglesia (aunque también se hizo en otras) como en celebridad de sus triunfos y funciones.” Cusco y abril siete de mil ochocientos diez y ocho (CDIP: “Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX”, Tomo III, 1974: 247 y 263. Ver también AGI, Cuzco, 72).

Informe de Luis  Astete:

“…habiendo visto la Sagrada Imagen de las Mercedes procesionalmente con la bandera de la Patria en las manos y aun otro religiosos demasiado introducido en la sociedad del traidor  Angulo” (CDIP: “Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX”, tomo III, 1974: 248).

Informe del Dr. Juan Corvacho

“Lo único que vi y me chocó fue que sacado en Procesión en día acostumbrado el Simulacro de María Santísima de la Merced, le pusieron no se quienes, una bandera en la mano de la Señora o del Niño (que tampoco tengo presente) blanca con cruz sajón y decían que era el estandarte de la Patria. Concibo que acaso lo hiciesen algunos malos y que los religiosos se desentendieron por evitar algún fuerte lance, como lo hacían también los franciscanos cuando en su respectivo tiempo salió el Santo con la misma insignia que yo no vi sino me contaron entonces mismo, y no tengo presente quién”. (CDIP: “Conspiraciones y Rebeliones en el siglo XIX”, Tomo III, Vol. 8° 1974: 248). (Se repite el texto en pág. 274).

A los mencionados informes se agregan el del vicario Provincial del Convento de la Merced, Pedro Nolasco Lezama, quien afirma que “el insurgente José Angulo es propenso a frecuentar los templos y oir misa diariamente”; el de Juan Clemente Jordán que acusa al cabecilla de los insurgentes Santiago Prado de haber saqueado en Andahuaylas los bienes del europeo Juan Bueno; y el de Fray Vicente Centeno quien acepta haber ido a Huamanga como capellán de la expedición liderada por Gabriel Béjar, además que proporciona las noticias de que los insurgentes partieron del Cuzco rumbo a Huamanga  el 16 de setiembre de 1814, que arribaron a Andahuaylas el 23 dando vivas a la Patria, luego de los cuales retornó al Cuzco y enrumbó a Arequipa con Pumacahua.

                  

                           La Virgen de las Mercedes y su vestimenta albi-azul celeste de 1814. La                                                    cinta y la escarapela peruanas del talle fueron añadidas cuando fue declarada                                             oficialmente como patrona de las FF. AA. del Perú en 1823.  

 

     

                                      Virgen de las Mercedes, patrona de Tucumán.y su bandera albi-azul.

                                      original. La cinta argentina de su talle, es un añadido posterior.

  

La bandera actual de la provincia de Cangallo: La enseña de Hispanoamérica elegida como la bandera de la provincia de Cangallo.

Hasta antes del año 2012, en las celebraciones de las efemérides nacionales de los centenarios y los sesquicentenarios de la Independencia del Perú y la Batalla de Ayacucho, el Estado Peruano se había olvidado totalmente de valorar el concurso estelar de la provincia de Cangallo en el logro de ambos acontecimientos claves para la suerte de Hispanoamérica. Lejos de exaltarla, la había condenado con expresiones de la más grande ingratitud a ser una de las provincias andinas de mayor pobreza del país, aprovechando de que el pueblo cangallino, conocido históricamente como los morochucos, nunca mostró codicia por nada material y siempre fue un pueblo altivo ajeno a reclamar a los paniaguados del poder oficial premios dinerarios, o ajeno a los halagos apócrifos y falsos pudores.  A lo sumo, insistió alguna vez, el respeto de la exceptuación temporal de los tributos concedidos por Bolívar, al verse con todos sus recursos vitales destruidos por la guerra de liberación. Ni siquiera en las celebraciones de la efeméride del sesquicentenario de nuestra Independencia protestó cuando Huamanga, Huanta y Quinua se llevaban todos los loores y las obras de infraestructura que el Estado peruano y los países amigos concedieron a los ayacuchanos, e incluso toleró pacientemente cómo la Comisión Nacional del Sesquicentenario, sólo se acordó de “premiarla” con una mísera placa conmemorativa colocada en el busto del héroe Basilio Auqui, con datos erróneos, busto por añadidura regalado por una patriota cangallina. 

La ciudadanía cangallina, consciente de que se planeaba hacer algo semejante con motivo de los Bicentenarios que se acercaban, exigió nombrar una Comisión para reivindicar el protagonismo estelar de Cangallo en ambas efemérides, iniciando con la celebración del Bicentenario de la Primera Jura de la Independencia del Perú, ocurrida en la ciudad de Cangallo el 7 de octubre de 1814. La Municipalidad Provincial de Cangallo, conducida por su titular Alfredo Gómez Alarcón, emitió una Resolución nombrando una Comisión Ejecutiva del Bicentenario de la Jura de la Independencia de Cangallo 2012-2014, integrada por los ciudadanos cangallinos Jorge Cárdenas Sáez, Max Aguirre Cárdenas, Marcelino Hinostroza Palomino, Marizela Chávez Falconí, William Aguirre Llamas, Nicanor Hinostroza Esquivel, Andy García León, Julio Mendoza Bedriñana, Suny Cisneros Bautista, Leopoldo Luza Ayala, Abel Calderón González y Abilio Obregón Cusicahua.

La primera medida que adoptó dicha Comisión fue la realización de sendas escenificaciones de la jura de la independencia ocurrida en 1814 en el pueblo de Cangallo por los patriotas dirigidos por Valentín Munárriz, José Mariano Alvarado y seguramente Basilio Auqui, desde el 2012 hacia adelante. 

La segunda medida que adoptó, fue la gestión ante los gobiernos local y regional para declarar el 7 de octubre de todos los años como el Día Jubilar de la provincia de Cangallo, reconocimientos que se lograron a través de la Ordenanza Regional N° 023-211-GRA/CA de 6 de octubre de 2011 y la Ordenanza Municipal N° 013-211-MPC de 29 de junio de 2011, gracias a la gestión del general PNP Jorge Cárdenas Sáez en su calidad de presidente de la ACUPC.

La tercera, fue la gestión para que estas ordenanzas sean consagradas a través de una ley que remoce por lo menos simbólicamente la memoria histórica de la nación, proyecto que fue presentada por el congresista José Urquizo Maggia, que desgraciadamente permanece aún en el ámbito burocrático de la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso de la República que la derivó a su vez a dictamen del Instituto de Estudios Histórico-Militares del Perú donde duerme el sueño de los justos. Esta norma, exceptuada de trámites, estuvo ya a punto de ser sancionada, pero una nesciencia y oposición hepática de las congresistas Martha Chávez Cosío y Luz Salgado Rubianes –quienes pidieron con la sutileza intelectual de matronas de la Edad de Piedra que el proyecto debía precisar si el 7 de octubre debe ser un feriado local o regional- hicieron pasar a dictamen de la mencionada comisión parlamentaria, frustrando, sin pizca de nobleza y gratitud, los deseos del heroico pueblo cangallino, descendiente de los constantes patriotas morochucos. En este desenlace deshonroso tuvo protagonismo un oscuro personajillo de la politiquería barrial de Ica y paje de las mencionadas madrastras de la Patria: un congresista de segundo orden cuya perfomance banal mancha la memoria cívica de la nación, razón por la cual no nos hemos preocupado siquiera de identificarlo.    

La cuarta, fue que la historia cangallina sea incorporada en los currículos de educación inicial cangallinos como contenido local dirigido a recuperar la autoestima histórica extraviada y que ella funcione como piedra angular que motive nuestro desarrollo, la misma que fue exhortada por la Ordenanza Regional citada N° 023-211-GRA/de 6 de octubre de 2011. Lamentablemente la inopia de los últimos directores de UGEL-CANGALLO no ha ayudado al cumplimiento de la norma mencionada. Y el desacato sigue sin ser remediado ni sancionados sus responsables. El resultado es que, de acuerdo a las estadísticas sociales contemporáneas, somos una de las provincias de menor calidad educativa en el país y de menor desarrollo económico, social y cultural. Como afirma el investigador Javier Lajo del movimiento Yumpu, la independencia peruana ha sido traicionada alevemente.

Finalmente, otra medida, fue la constitución sistémica de nuestros símbolos cívicos provinciales con el mismo derecho que lo han hecho la mayor parte de ellas a nivel de nuestro país. Antes de arribar a definiciones, se acordó que ellos debían tener un riguroso sustento histórico, fundamentalmente lo referido a nuestra bandera, nuestro escudo, nuestro himno y, sobre todo, nuestro título de Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo otorgado por el Congreso Constituyente de 1827 en unción armónica al del Congreso de Tucumán que declaró a la santa limeña como patrona de la Independencia Hispanoamericana. La comisión adoptó, después de un proceso de investigación y debate, la bandera de la revolución hispanoamericana o de la causa americana como la llama el destacado historiador Rubén Vargas Ugarte, como homenaje al símbolo creado por Manuel José Joaquín del corazón de Jesús Belgrano, dando inicio al gran ciclo de la independencia hispanoamericana en el cual la provincia de Cangallo tuvo un protagonismo estelar.

La interpretación vexilológica5 es que la bandera de dos franjas (una blanca en la parte superior y otra azul-celeste en la parte inferior), significa: lealtad patriótica y cielo andino, respectivamente, es decir las mismas de su creador el general Belgrano. Además, los demás significados deberán expresarse en los símbolos externos e internos del escudo local que siempre se colocará en el centro de la bandera hecha preferentemente de seda. En el espacio exterior: la banda heráldica ovalada en el que se exprese el reconocimiento otorgado por San Martín: el de Constantes Patriotas de Cangallo, y en el exergo la cinta cangallina albo-azul cielo donde se inscriba la fecha de la primera jura de la independencia del Perú ocurrida en nuestro suelo. En el espacio interior: el sol inca asomando resplandeciente por los Andes, que expresa nuestro origen y nuestro hogar como sociedad; el río Pampas que expresa nuestra ubicación privilegiada; la meseta: las históricas pampas de Cangallo; el tunal y la cabuya: nuestra flora representativa; en otras palabras, representamos los pisos ecológicos de nuestra geografía provincial. Y lo más valioso: el jinete morochuco y su caballo típico en actitud guerrera como figura central del escudo. Finalmente, encimando el conjunto ovoide: el halcón que expresa míticamente nuestro probable origen étnico primordial: ser cuna compartida de la tribu de huamanes y chancas (compartida con Huamanga y Andahuaylas) y porque nuestros pueblos más antiguos y los mitmas trasplantados por waris , incas y españoles pertenecieron a la huamani Vilcashuamán, que fue –después del Cuzco- el segundo núcleo inca del Tahuantinsuyo en importancia. Se agrega a este hecho la existencia de pueblos que nos pertenecieron antaño como Huamanquiquia, y apellidos gentílicos como Huamaní y Huamán que nos hacen recordar que en nuestra pequeña patria se hablaron primigeniamente las lenguas aimara, runasimi y una variedad extinguida de qawasimikuna traída por los mitmas. No se olvide que el ave totémico del mito identitario de la toponimia Huamanga fue el halcón, y en ese sentido adquirió un valor sagrado, precisamente aquello que expresa la semántica de la huamani Vilcashuamán a cuyo ámbito perteneció originalmente la actual provincia de Huamanga.                                                                                           

 

                             La virgen de las Mercedes ataviada con la bandera hispanoamericana.

 

                                                                La bandera de Cangallo

Interpretación vexilológica

Blanco: Pureza y Fidelidad a la Patria

Azul-cielo: Cielo andino.


                                                                  El escudo de Cangallo

Interpretación heráldica:

            El huaman o halcón: Ave provincial mítica..

             Banda roja ovoide: Reconocimiento de San Martín.

             Tercio superior: El sol inca y los Andes.

            Tercio medio: Los Andes y el río Pampas.

            Tercio inferior: Las pampas de Cangallo

            Exergo: Colores de la bandera y la fecha de la primera

                                jura de la independencia del Perú. 


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1  Este tema, es decir el del emblema de la revolución hispanoamericana, y en especial lo relativo a la bandera cangallina, lo he abordado en mi librito “Los Fundamentos Históricos del Sistema Simbólico Identitario de la Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo” (Publigraf. Ayacucho 2013). Pero al redactar mi  último trabajo “El Título de Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo”, publicado en mi blog “EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO”, que se accede a través de la dirección: griegomax.blogspot.com, cuya síntesis la han publicado los editores de la revista “Ayacucho-Parinacochas-Pacapausa” de febrero de 2021, bajo el título de La honra de ser heroica provincia de Santa Rosa de Cangallo”, hemos percibido la necesidad de que era el momento de enlazarlo ambos temas en un DOCUMENTO DE TRABAJO, ensayando brevemente un examen hermenéutico que nos permita una mejor comprensión del gran ciclo independentista latinoamericano impulsado por las Provincias Unidas del Río de la Plata, que incluyó como marco general a los ciclos independentistas de muchos pueblos, pero, en especial de los ciclos chileno, peruano, cuzqueño y huamanguino, empero en relaciones de coordinación para el mutuo beneficio, y no de concesión, menos de generación ideológica (los términos quechuas “minka” (“deberes colectivos mutuos”) y “ayni” (reciprocidad) traducen mejor nuestro pensamiento).

2  A nuestro juicio, desde el cambio del diseño de la bandera nacional que se operó apenas se marchó El Libertador, se descubre la veleidad peruana adicta a la arbitrariedad como una suerte de maldición de nuestro ser nacional. Así como endiosamos a Bolívar hasta la idolatría, más tarde terminamos con él en una guerra de odios tóxicos (que incluyó la respuesta bolivariana de la pérdida del Alto Perú y Guayaquil en contraposición paradójica a sus sueños de fundar una República Hispanoamericana). En efecto, la bella bandera de San Martín fue mutada, primero por sus detractores gratuitos, y luego a gusto del político de moda (el cambio inaugural se hizo argumentando de que era muy difícil su confección). Y hasta imaginamos que su ostracismo decidido después de su cita con Bolívar en Guayaquil, fue no solamente porque le acusaban de querer hacerse Rey del Perú, sino porque los Pruvonena (léase enemigos) aprovecharon su ausencia para expulsar a su mejor apoyo: el utilísimo Monteagudo, y porque poco antes habían intentado asesinarlo según una noticia que circuló en Lima. Escasas ideas suyas –sobre todo las de gran valor simbólico- fueron bien vistas: Consecuente con el considerando de su primer decreto sobre la bandera peruana, él quería que Trujillo no sea una ciudad que recuerde el nombre de la cuna española del invasor Francisco Pizarro; que la Plaza Mayor de Lima se llame Plaza de la Libertad; que Magdalena se cambie al de Pueblo Libre; que la Orden del Sol sea el símbolo que caracterice el patriotismo peruano; que Lima no debía llamarse Ciudad de los Reyes sino Ciudad de los Libres, etc. etc. A ello lo hemos llamado “gratitud a la peruana” como ha ocurrido en los centenarios y en los, sesquicentenarios, y ocurrirá ahora en el bicentenario de la independencia con la provincia de Cangallo: la tierra de los morochucos: patriotas que dieron todo por el Perú: desde miles de sus vidas y recursos materiales durante más de catorce años de guerra, hasta casi extinguir su “raza”. Ahora supervive extenuada por la pobreza extrema, olvidada por la Patria que siempre los buscaba toda vez que el peligro asomaba.

3  Esta es la razón por la que en la actual ciudad de Rosario, se ha erigido el Monumento Histórico Nacional a la Bandera asentado en el Parque Nacional a la Bandera. Se dice que el discurso de Belgrano fue: ¡Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la "Independencia", nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo "¡Viva la Patria!".

4  La disparidad de los colores que se usaron en el diseño de los emblemas que intentaron reproducir los originales propuestos por Belgrano fue algo tan real, pues, antes de que el Congreso de Tucumán los definiese por los actuales colores de la enseña rioplatense que, reitero, fueron los de la revolución hispanoamericana, enfrentaba dificultades para conseguir en las distintas localidades las telas de seda con los colores precisos, y entonces algunos bordadores o costureros optaban por adoptar el añil o índigo, otros el azul cielo y algunos por el celeste (le pasó, por ejemplo, con la tela de seda y el color preciso que buscaban las damas cuyanas y la esposa de San Martín que deseaban plasmar en la tela las indicaciones de San Martín, recibidas a su vez de Manuel Belgrano). La interpretación heráldica de los mismos recogió estos problemas y se dijo que las primeras banderas fueron una evocación a los colores de la casa de los borbones, por el tema del enmascaramiento de la verdad; otros de la Virgen de la Inmaculada Concepción, y otros más: que era la representación del cielo azul y las nieves de los Andes latinoamericanos (Ver Ricardo Rojas, “El Santo de la Espada, 1978:149), y finalmente los colores de la primera vestimenta de la Virgen de las Mercedes. Cuando se incorporó el escudo respectivo, asimismo enfrentaron el mismo problema con la representación del astro rey: algunos -como el mismo Belgrano-  opinó de que era la representación de la americanidad a través del sol inca y otros como el sol de la revolución de mayo; lo cierto es que la idea de poner un sol en el escudo fue precisada por la imagen del astro rey acuñada en la moneda por un orfebre peruano (Ver también las letras del primer himno nacional argentino y su referencia a la matriz peruana de lo indoamericano: “se conmueven del Inca las tumbas, y en sus huesos revive el ardor; lo que ve renovando  a sus hijos; de la Patria el antiguo esplendor”).

5  La Vexicología es –como anotamos en alguna parte de este artículo- una disciplina auxiliar de la historia que tiene por objeto el estudio de las banderas. Del mismo modo, la Heráldica es otra disciplina dedicada a estudiar los escudos.                                                       

                                                                                                            Cangallo, 9 de febrero de 2021.

  

Epílogo de gratitud.- Este artículo, que formará parte de mi último libro en preparación “EL CICLO INDEPENDENTISTA HUAMANGUINO” y hoy tiene todavía la contextura perfectible de un Documento de Trabajo, está dedicado a los mecenas cangallinos y cangallinistas Domingo Huaytalla Llallahui, Jorge Washington Cárdenas Sáez, Julio Vicuña García  y Maricela Chávez Falconí.

                                                                                                                                               

  

                         
                               
    Virgen de las Mercedes ataviada con la bandera cangallina  

           

Los morochucos ingresando con los símbolos de la revolución: la bandera y el estandarte cangallinos  a escenificar la  primera jura de la independencia realizada en el Perú, liderados, de derecha a izquierda, por: Basilio Auqui Huaytalla, José Mariano Alvarado y el cura Valentín Munárriz Medina.